El Papa Francisco llegó a Lituania el sábado para comenzar una visita de cuatro días a los países bálticos, en la que llevará un mensaje de solidaridad mientras muchos miran con cautela a una Rusia agresiva casi 30 años después de la separación de la Unión Soviética.
El Sumo Pontífice pasará dos días en Lituania, de mayoría católica, antes de trasladarse a Letonia y luego a Estonia.
Francisco fue recibido en el aeropuerto de Vilna por la presidenta lituana, Dalia Grybauskaité, una banda de música militar y un grupo de niños que agitaban banderas del Vaticano y entonaban canciones.
Luego se dirigió al palacio presidencial en el centro de la capital para hacer su primera presentación.
El viaje es el primero realizado por un Papa a Lituania, Letonia y Estonia desde 1993. Un cuarto de siglo después, los países son miembros de la OTAN y de la zona del euro, pero el pasado aún asoma en una región que sufrió la opresión soviética y nazi y donde la persecución religiosa dejó un legado traumático.
En Lituania, Francisco visitará el Museo de Ocupaciones y Luchas por la Libertad de Vilna, una antigua prisión soviética de la KGB, donde cientos de personas fueron asesinadas y miles fueron enviadas a Siberia, incluidos muchos sacerdotes.
También rezará en un monumento a las víctimas del Gueto de Vilna, en un país donde solo varios cientos de más de 200.000 judíos sobrevivieron al Holocausto.