El poderoso mensaje de paz y un mundo libre de armas nucleares que trajo del papa Francisco a Hiroshima y Nagasaki el domingo, las dos ciudades que han sufrido ataques atómicos ha tocado la fibra sensible de la generación más joven del Japón. Francisco exigió a las potencias mundiales renunciar a sus arsenales nucleares, y declaró que el uso y posesión de bombas atómicas es un crimen "inmoral" y un desperdicio peligroso.