Hace 22 años que Arianna Lint huyó de Perú, su país natal, atemorizada por las consecuencias de ser una mujer transgénero. Lo hizo obligada y convencida de que esa era la mejor decisión si quería acabar con la discriminación que ella, al igual que otros miembros del colectivo LGBTQ (lesbiana, gay, bisexual, transgénero y queer), sufría por su condición sexual.
“Soy el vivo ejemplo de la mujer transgénero latinoamericana que nace en países con regímenes o gobiernos que no apoyan la inclusión de las personas transgénero o con diferentes identidades de género”, relató la mujer en declaraciones a Voz de América desde su casa en Fort Lauderdale, Florida.
El caso de Arianna no es aislado. Miles de personas en América Latina se han visto en situaciones similares. Han tenido que hacer las maletas y escapar para salvar sus vidas. Todo eso, admite Lint, debido a la falta de protección ante amenazas físicas y la ausencia de leyes y políticas que garanticen los derechos humanos al colectivo LGBTQ.
Desde pequeña sabía que era diferente
Haber experimentado en carne propia atropellos y amenazas, la impulsó a actuar. Creó una organización llamada “Centro Arianna”, que está dirigida a las personas de la comunidad trans de América Latina residentes en Estados Unidos.
“Desde pequeña sabía que era diferente y quería expresarme”, explica. Pero no tenía ningún modelo que le sirviera de guía para poder expresar su identidad de género. Por eso, después de todo, impulsó ese organismo para que otras personas pudieran tener “una mejor visión de la vida, incluso si eres trans”.
Regularmente organiza sesiones informativas en el sur de la Florida con personas transgénero de toda la región. Las problemáticas en los países latinoamericanos son comunes y la organización trata de reclamar el respeto por sus derechos fundamentales como seres humanos.
El “problema” de ser trans en América Latina
“En Latinoamérica, el ser transexual supone convertirte en un objetivo para la discriminación y para la violencia de género”, comenta Frida Guzmán, una mujer transgénero mexicana que también acude habitualmente al Centro Arianna como voluntaria.
En su caso, empezó a sentir el miedo por su identidad sexual en casa cuando era una niña. “Empecé con el miedo desde mi familia. Eso me causó un gran pánico y no me vi con fuerzas para enfrentarme a la sociedad, quería vestirme como mujer y mostrar cómo era realmente, pero no podía”.
Expectativa de vida de 35 años
Según el Centro de Documentación de la situación Trans de América Latina y el Caribe, la expectativa de vida de la población trans en la región es de solo 35 años. El 70 % de los niños trans sufren violencia en sus hogares y el 90 % de la población trans acaba dedicándose al trabajo sexual.
“El panorama es lamentable porque no solo estamos viendo asesinatos, sino también dificultades en el acceso a la educación y a tener trabajos dignos y que no estén orientados, de alguna forma, hacia la explotación sexual”, explica Enmanuel Villalobos, un activista enfocado en temas de odio que suele producir contenidos en redes sociales para concienciar a la población latinoamericana de esta problemática.
La región avanza, pero muy lentamente
Hasta el momento, solo 8 países de América Latina han aprobado una ley de identidad de género que reconozca, entre otros, al colectivo trans.
Argentina, Bolivia, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Uruguay y algunos estados de México han impulsado legislaciones para proteger a la comunidad LGBTQ y garantizar sus derechos fundamentales.
“A nivel de mentalidad de la sociedad sí se ha notado, en los últimos 5 o 10 años, que ha habido un incremento en la aceptación o la tolerancia a colectivos transgénero”, apunta Villalobos a VOA.
Leyes en estados de EE. UU. que “atemorizan” al colectivo
A pesar de que muchos, como Arianna Lint, llegaron a Estados Unidos para liberarse del miedo y la discriminación en sus países de origen, un riesgo crece dentro del propio territorio estadounidense para la comunidad.
“Es importante que comprendamos que Estados Unidos ahora mismo está en un proceso retrógrado. Estamos retrocediendo: las leyes en este país están volviéndose como si estuviéramos en el siglo pasado, en los años 50, y no podemos retroceder”, advierte Alejandro Acosta, un colaborador del Centro Arianna, convencido de que la “sociedad tiene que avanzar” para acabar con “el panorama bastante negro” que le espera al colectivo.
Todo eso se porque estas personas podrían quedar en una situación de mayor indefensión, ya que, por ejemplo, en la Florida, se aprobó una legislación impulsada por republicanos para evitar que se hable de la condición sexual en las escuelas. La ley se conoce como “No digas gay”.
No hablar a los niños sobre identidad sexual
“Está fuera de lugar que en las escuelas y muchísimo menos entre niños pequeños se hable de eso, principalmente porque a los 7 u 8 años la sexualidad no está definida”, comenta Fernando Godo, analista y escritor sobre este proyecto legislativo.
En su opinión, hablar de la identidad de género en los centros educativos provoca que los niños “cuando tienen 10 años tienen una confusión tal, que quieren ser el sexo opuesto al que ellos son”.
“Eso es sencillamente porque es lo que le han estado enseñando en las escuelas”, justifica Godo.
Ante estas perspectivas de futuro, muchos creen que la ley en Florida podría ser el primer paso para arrebatar derechos del colectivo LGBTQ en Estados Unidos. “Hemos hecho estudios que concluyen que hay personas que viven en Florida que tienen miedo de estas regulaciones y tienen miedo de vivir en este estado porque se sienten acosadas”, lamenta Lint.
Y es que una buena parte del colectivo trans teme que esa tendencia se traslade a otros estados conservadores del país. Por lo que se podría volver, en términos de derechos de identidad de género, de nuevo, a la casilla de salida.
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