Las fuerzas ucranianas utilizaron cohetes guiados suministrados por Estados Unidos para impactar contra un edificio que alberga a soldados rusos y municiones en la ciudad de Makiivka, ubicada en la región occidental de Donetsk.

El ataque, ocurrido en vísperas de Año Nuevo, es uno de los más mortíferos contra las fuerzas de Moscú en 10 meses de guerra.

Ucrania afirmó que “alrededor de 400” soldados rusos murieron, pero el Ministerio de Defensa del gobierno de Vladimir Putin dijo el lunes que el número era considerablemente inferior.

Ninguna cifra pudo ser verificada de forma independiente.

Igor Konashenkov, portavoz del ministerio de Defensa ruso, anunció: “Los sistemas de defensa aérea rusos derribaron dos misiles HIMARS. Como resultado del ataque de cuatro cohetes con ojivas altamente explosivas contra el punto de despliegue temporal, 63 militares rusos murieron".

Las muertes generaron duras e inmediatas críticas en Rusia.

Un portavoz del gobierno instalado por el Kremlin en la región anexada de Donetsk calificó el ataque como “un golpe masivo” al ejército de Moscú, insinuando errores de los comandantes rusos.

Daniil Bezsonov, portavoz del gobierno iruso nstalado en Donetsk, dijo: "El enemigo nos causó las derrotas más graves en esta guerra, no por su frialdad y talento, sino por nuestros errores."

Entre tanto, Rusia atacó la capital de Ucrania con drones explosivos el lunes por la mañana, en un ataque de seguimiento a una gran andanada de misiles y drones de fabricación iraní disparados durante las vacaciones de Año Nuevo.

Ataques que siguen impactando duramente a la población, pero en su discurso del primero de enero, el presidente Volodomyr Zelenskyy subrayó la diferencia entre Kiev y Moscú: “Ellos tienen miedo. Puedes sentirlo. Y tienen razón de tener miedo. Porque van a perder. Drones, misiles, todo lo demás, no los ayudará. Porque estamos unidos. A ellos solo los une el miedo”, dijo.