La Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos aprobó la nominación del empresario petrolero Rex Tillerson como próximo secretario de Estado del Gobierno de Donald Trump, lo que le allana el camino para lograr el consentimiento del Senado en pleno.
En una ajustada votación, con 11 votos a favor y 10 en contra -todos los demócratas-, Tillerson logró evitar el escollo de la comisión al contar finalmente con el apoyo de John McCain, Lindsay Graham y Marco Rubio, los republicanos que habían elevado más dudas acerca de su nominación por sus vínculos con Rusia.
Ahora su candidatura pasará al pleno del Senado, donde previsiblemente será aprobado sin mayores problemas, ya que los republicanos son mayoría, aunque eso ocurriría hasta la semana próxima.
"Dada la incertidumbre que existe tanto en el país como en el extranjero sobre la dirección de nuestra política exterior, estaría en contra de nuestros intereses nacionales retrasar innecesariamente esta confirmación o convertirla en una controversia", afirmó Rubio el lunes horas antes en un comunicado emitido a través de Facebook.
"Por lo tanto, a pesar de mis reservas, apoyaré la nominación del señor Tillerson en el comité y en el pleno del Senado. Sin embargo, los próximos nombramientos a puestos importantes en el Departamento de Estado no recibirán de mí el mismo nivel de deferencia que he dado a esta nominación", agregó el senador.
Rubio no deseaba que Tillerson dirigiera la diplomacia estadounidense, luego que McCain y Graham hicieran también público su apoyo al exdirector ejecutivo de ExxonMobile.
Durante las audiencias, las principales preocupaciones de los senadores fueron la larga relación personal de Tillerson con el presidente ruso, Vladimir Putin, y los posibles conflictos de interés derivados de esa amistad y de su cargo anterior como presidente de una petrolera con negocios en todo el mundo.
Otros se mostraron preocupados por los informes que apuntan a que ExxonMobil presionó al Gobierno estadounidense para que levantara las sanciones impuestas a Rusia después de su anexión de la península ucraniana Crimea en 2014, aunque Tillerson negó durante la audiencia haberse implicado jamás en esa actividad.
Hubo también senadores alarmados por la afirmación de Tillerson de que no había conversado con el nuevo presidente, Donald Trump, sobre la política hacia Rusia, o por su reticencia a condenar la campaña contra las drogas del presidente filipino Rodrigo Duterte, cuyas fuerzas de seguridad han ejecutado a 6.100 personas.