Teléfonos móviles que sospechosamente empiezan a operar sin ser activados por el usuario, o celulares intervenidos sin dar ninguna señal de ello, son algunas de las experiencias que jefes de equipos periodísticos detallaron este jueves en un foro en Washington sobre las prácticas, cada vez más sofisticadas, de espionaje a periodistas.
Tecnologías como Pegasus y una variedad a sistemas informáticos para espiar a mujeres y hombres de prensa plantean riesgos en la labor de informar, coincidieron los directores de medios asistentes al evento.
El periodista venezolano Ewald Scharfenberg, director de Armando Info, considera que no se puede pasar por alto la influencia que tienen China y Rusia en algunos lugares, como es el caso de su país.
A su criterio el poco o nulo conocimiento que hay sobre estas tecnologías de vigilancia a periodistas, a defensores de derechos humanos y a opositores en general, las convierte en verdaderas "cajas negras".
“A diferencia de casos como Pegasus que se ha conocido mucho, porque es un producto de empresas occidentales, en Venezuela, parte de la dificultad para saber qué está pasando, es que los aliados políticos y de tecnologías de represión del régimen venezolano son China y Rusia (...) lo que viene de China y Rusia son cajas negras”, dijo Scharfenberg en declaraciones a la Voz de América.
El encuentro de periodistas en Washington, desarrollado este jueves en el Centro Woodrow Wilson, abrió espacio para abordar la problemática en el marco de un taller formativo para periodistas de la región.
Interferencia "obsesiva"
El equipo del The Washington Post se puso en alerta. "Cosas raras" pasaban con los dispositivos, contó la reportera Dana Priest. Fueron más de un centenar de teléfonos intervenidos por un sistema de espionaje desconocido para los reporteros, justo cuando el mundo atravesaba la pandemia de COVID-19.
El hecho planteó la vulnerabilidad de los periodistas y el impacto emocional en los reporteros al sentirse "vigilados", ahondó Priest. El hecho llevó, incluso, al Buró Federal de Investigaciones (FBI) a abrir una investigación.
En la región uno de los ejemplos más sonados fue el de los periodistas de El Faro. El medio salvadoreño de investigaciones recibió la alerta de un servidor de telefonía que indicaba que los teléfonos del equipo estaban infectados por Pegasus.
Su director Carlos Dada comentó a la VOA que el reporte, que contabilizaba horas de intervención de las comunicaciones, indicaba que se trataba de una intervención "obsesiva" durante un año y medio a 22 de cerca de 30 miembros del equipo de trabajo del medio, entre periodistas y administrativos.
"Fue una intervención que según Citizen Lab, organización que detecta la presencia de Pegasus en teléfonos descubrió como obsesiva en el caso de El Faro", dijo.
Al compararlos con el reporte, los ciclos de espionaje tuvieron más apogeo durante el tiempo en que el medio seguía investigaciones sobre las supuestas negociaciones del gobierno del presidente Nayib Bukele con las pandillas para una tregua, también cuando el equipo trabajaba en investigaciones sobre corrupción, contó Dada.
Este medio de comunicación, que movió su sede central de San Salvador a Costa Rica ante el ambiente político de su país de origen, interpuso a finales de 2022 una demanda en una corte federal de California contra la compañía israelí que comercializa el sistema Pegasus. En parte porque ahí tiene la sede la fabricante de los teléfonos móviles infectados y porque la empresa que "sólo vende el software a gobiernos" también tiene representaciones en ese estado.
Urge acuerdo internacional para prohibirlas
La experta Alejandra Xanic, del medio mexicano Quinto Elemento, dice que el grado de penetración y vigilancia con tecnologías en ese país ha llegado al punto de intervenciones hasta entre políticos.
Esta investigadora considera que ante el problema que pone "en riesgo" al periodismo, urge plantear un acuerdo internacional "que prohiba" la implementación de esas tecnologías, porque de lo contrario, como es el caso de su país, irán en aumento.
"En el caso de México hemos visto que el espionaje no se limita a periodistas. Se ha espiado a activistas a defensores de derechos humanos y a funcionarios públicos que es lo más extraño", dijo.
En México, agregó, el uso de estos sistemas de espionaje atraviesa todas las estructuras de un país afectado por el crimen organizado, las mafias y con los temores cada vez más cimentados del uso de estas tecnologías por fuerzas del orden público como el éjercito.
"Periodistas han documentado en fechas recientes hace unos meses que uno de los clientes de esas tecnologías es el ejército mexicano, no conocemos la escala, pero sabemos que sigue ocurriendo en el presente", puntualizó Xanic.
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