Una corte alemana condenó el martes a una mujer de 97 años como cómplice de asesinato por su trabajo como secretaria del comandante de las SS en el campo de concentración nazi de Sutthof durante la II Guerra Mundial.
Furchner estaba acusada de formar parte del aparato que mantenía el campo en funcionamiento. La corte estatal de Itzehoe impuso a Irmgard Furchner una condena suspendida de dos años de cárcel, según la agencia alemana de noticias dpa.
La fiscalía la acusó de haber “ayudado e incitado a las personas al mando del campo en el asesinato sistemático de los encarcelados allí entre junio de 1943 y abril de 1945 en su labor como taquígrafa y mecanógrafa en la oficina del comandante del campo”.
La sentencia estaba en línea con lo que pedía la fiscalía, mientras que la defensa había pedido la absolución con el argumento de que las pruebas no habían demostrado más allá de la duda razonable que Furchner estuviera al tanto de los asesinatos sistemáticos en el campo, lo que implicaba que no había pruebas de intencionalidad, como requiere la responsabilidad penal.
En su declaración final, Furchner dijo que sentía lo ocurrido y lamentaba haber estado en Stutthof en esa época.
La mujer fue juzgada en una corte juvenil porque tenía menos de 21 años en el momento de los supuestos crímenes.
La acusada intentó escapar del inicio de su juicio en septiembre de 2021, pero más tarde fue localizada por la policía y pasó varios días detenida.
Stutthof, utilizada en principio para reunir a judíos y polacos no judíos expulsados de Danzig, ahora la ciudad polaca de Gdansk, se utilizó desde aproximadamente 1940 como “campo de educación de trabajo”, a donde se enviaba a trabajadores forzosos, principalmente ciudadanos polacos y soviéticos, para cumplir sentencias. A menudo, los presos morían.
Desde mediados de 1944, decenas de miles de judíos procedentes de guetos en el Báltico y de Auschwitz llenaron el campo junto con miles de civiles polacos detenidos en la brutal represión nazi del Alzamiento de Varsovia.
El recinto también retenía a presos políticos, personas acusadas de crímenes o de actividad homosexual y Testigos de Jehová.
Más de 60.000 personas fueron asesinadas allí con inyecciones letales de gasolina o fenol directamente al corazón, baleados o por hambre. Otros fueron obligados a salir al exterior sin ropa en invierno hasta morir, o eran asesinados en una cámara de gas.
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