Hace unos años, el escritor venezolano Rodrigo Blanco Calderón se vio obligado a dejar la tierra que lo vio nacer. La grave situación política, económica y humanitaria lo llevó hasta tal punto que se atrevió a hacer las maletas y empezar una nueva vida lejos de casa. En 2015, llegó a París (Francia), donde estuvo unos años, y luego se instaló en el sur de España, en Málaga, donde ahora ve, desde la distancia, todo lo que está pasando en Venezuela.
El autor presenta en estos días “The Night”, la novela que mereciera este año el premio de la Bienal de Novela Mario Vargas Llosa en su tercera edición, y que mezcla la realidad con la ficción para contextualizar y hacer entender el escenario actual en su país.
En su opinión, Venezuela ahora sufre “una parálisis mortífera” ya que “el juego político está totalmente trancado”.
“Estamos en una situación muy tragicómica porque tenemos a un presidente ilegítimo que ha usurpado el poder, como es el caso de Nicolás Maduro, y tenemos una figura como Juan Guaidó, que es un presidente encargado reconocido por algunos países y por otros no”, relata
"Guaidó no ha logrado propiciar el quiebre del gobierno de Maduro"
Sobre la figura de Guaidó, lamenta que “no ha logrado propiciar el quiebre de esa cúpula de poder” de Maduro en Venezuela, por lo que no vislumbra con mucho optimismo el futuro en su país.
“Soy bastante pesimista, no veo la forma en que pueda destrancarse ese juego. El daño que la dictadura en Venezuela ha hecho, las pérdidas humanas, la separación de familias… todo eso no puede resarcirse”, se resigna pensando que “queda la esperanza de que algo que uno no ha previsto finalmente suceda”.
Por eso, cree que es necesario que aparezca “un líder político que de verdad logre capitalizar las aspiraciones nacionales”. Todo eso, dice, debe ser “con el apoyo indispensable de los distintos sectores del país, que puedan permitir ese cambio”.
"Hay que ser optimista por obligación"
Su familia aún sigue en Venezuela y esa esa la única razón por la que está “obligado a ser optimista”, porque ellos aún siguen viviendo en el país.
No tiene la sensación de que está en un “exilio forzado” ya que él decidió irse por sí mismo, no por ninguna presión política. Sin embargo, la situación económica cada vez era peor y apenas podía sobrevivir con lo que ganaba haciendo varios trabajos.
“Me fui por propia voluntad, nadie por motivos políticos me expulsó. Pero era profesor universitario y tenía que trabajar en múltiples cosas para ganar lo mínimo”, dice.
“Me sentía agobiado por el día a día, la cotidianidad allá en Venezuela es desgastante, ya lo era cuando me fui”, expresa al tiempo que admite que “jamás” se había planteado ir a vivir fuera.
El reto de empezar una nueva vida
No cree que los que se van fuera a empezar una nueva vida lejos de casa sean “los únicos valientes".
“Hay valentía en los dos aspectos: quién decidió quedarse, de verdad, le ha tocado la parte más difícil porque literalmente en Venezuela están luchando por sobrevivir día a día”, afirma.
Tampoco los que se fueron “lo tienen más fácil para tratar de tener unas condiciones de vida mejores”.
“Pero uno está en el aire: no tienes a tu familia a tu lado, no tienes a tus amigos, a veces te toca desenvolverte en tu idioma natural”, comenta.
Por eso, con “The Night”, (Alfaguara, 2019) espera que sus lectores internacionales puedan conocer más de cerca la realidad en Venezuela y entender por qué ahora el país está pasando por el peor momento de su historia, con más de 4 millones de venezolanos en el exterior.
