María pensaba en un retiro tranquilo a su edad, pero, confiesa estar sitiada y sin calidad de vida, por la crisis económica.
Venezuela ha experimentado un "envejecimiento acelerado" de su población por la emigración de sus jóvenes, según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi). Esto ha provocado que decenas de ancianos vivan solos en el país y estén desasistidos.
"¿Cómo puede vivir un ser humano? Si no tenemos para la comida, menos para medicamentos en esta tercera edad. No hay ningún sistema de salud que nos ofrezca garantía de servicio. Si no fuese por mis hijos no existiría, porque estaría muriendo de hambre", aseguró la venezolana a la Voz de América.
Por su parte, Carlos Lira es empleado de seguridad en un centro comercial de Caracas. Pese a ser parte de la población vulnerable al coronavirus, continúa trabajando, aunque lo que gana no es suficiente para mantenerse.
"Trabajo todavía, gracias a Dios y recibo la pensión que no alcanza para nada. Aproveché mi juventud y compré mi apartamento, gracias a Dios, porque hoy, no sabría cómo pagar el alquiler", aseguró Lira.
El Estado venezolano paga, mensualmente, un bono de dos dólares y medio a los mayores de 55 años registrados en un sistema gubernamental y, en medio de la pandemia, deposita uno adicional, del mismo monto, para enfrentar lo que califican como guerra económica.
Alberto Osorio es parte de los que recibe este dinero, y a sus 67 años, afirma que debe hacer oficios informales para pagar algunos servicios.
"La medicina no se consigue. La situación es muy difícil y con este virus peor todavía", señala este ciudadano.
La organización defensora de derechos humanos Convite advierte que cerca de 960 mil ancianos se han quedado solos, en Venezuela, por la emigración de sus hijos. Les preocupa que, entre 2018 y 2019, los suicidios de personas de la tercera edad aumentaron en un 30 por ciento, según sus mediciones.
"Pudimos evidenciar un incremento en los suicidios de las personas mayores. Esto tiene que ver con que el tema del coronavirus ha introducido un elemento adicional de ansiedad en las personas mayores, que ya no tienen acceso a remesas, que dependían de esa remesa para llegar al mes, dependían de esas remesas para comprar antidepresivos", lo que se agrega a la soledad y a la situación de confinamiento, explica Luis Francisco Cabezas, presidente de Convite.
Dice que para evitarlo, se ha propuesto crear grupos de apoyo en los vecindarios, que puedan velar por la atención y alimentación de los ancianos.
Cabezas ha exhortado a la aprobación de fondos por parte de la solicitud de la Asamblea Nacional. En un artículo del 21 de julio, en el portal de Convite, dice sobre esos fondos: “Sean pocos o muchos, son necesarios y se espera que desde el Estado no se obstaculice el ingreso de los mismos y se les permita a las organizaciones ejercer su labor en el país».