Pasaron siete años para que Marlén* se enterara de que su hija, cuando tenía tan solo cinco, vivió una serie de tocamientos íntimos por parte de uno de sus sobrinos -quien tenía cuatro años más que la pequeña-, generándole así una “grave” afetación en sus emociones y diagnósticos como “ansiedad, un trastorno mixto de ansiedad y depresión”, según le informó el psiquiatra.
“El abuso puede suceder en tus narices… el enemigo puede ser un miembro de tu familia”, contó Marlén a la Voz de América. Para ella, se trató de un abuso, solo que la legislación de su país, según explicó, le llama “juego sexualizado” cuando son menores de edad y no se puede judicializar.
Según datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia UNICEF de 2021, una de cada seis niñas y uno de cada 10 niños han sufrido abuso sexual en países latinoamericanos y junto con el castigo físico, la agresión psicológica y el homicidio, estos problemas “acechan a millones de niños, niñas y adolescentes” en la región.
En el caso de la hija de Marlén, la pequeña alertó a la red de protección, a través de una línea de atención para los niños dispuesta en Colombia. Hoy, la pequeña de 11 años ha sido hospitalizada cuatro veces y ha intentado suicidarse.
No obstante, se encuentra en control de psiquiatría y psicología, con algunas trabas en la atención, según describió su madre, y ha acudido al arte como medio terapéutico.
Actualmente, se encuentran “en una montaña rusa… viviendo un día a la vez” y “haciendo todo lo posible” para que la niña reciba los tratamientos necesarios, contó Marlén*.
También lea Reporte vincula trauma infantil con enfermedades de adultoEl maltrato, en todas sus presentaciones, también es una constante en la región. Un perfil estadístico de UNICEF sobre la violencia infantil en América Latina y el Caribe reveló en 2022 que casi dos de cada tres niños, niñas y adolescentes, de edades comprendidas entre 1 y 14 años experimentan disciplina violenta en el hogar.
Además, 73 millones viven en países y territorios donde el castigo corporal en el hogar sigue estando permitido en cierta medida.
María Victoria Zambrano Ibarra, abogada, representante de víctimas de la Asociación Afecto en contra del Maltrato Infantil y quien también fue víctima del abuso y la violencia intrafamiliar desde los ocho años hasta la preadolescencia, explicó a la VOA que es importante poner estos temas sobre la mesa porque esta situación “genera consecuencias a todo nivel, no solamente a corto, sino mediano y largo plazo” y “es algo que los niños en su mente no pueden entender claramente, sino que sufren de cosas que no entienden”.
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Zambrano, quien también es miembro del Consejo Integral de Atención a Víctimas de Violencia Sexual y Violencia Intrafamiliar y Abuso Sexual Infantil en Colombia, sostuvo que en el 86 % de los casos el abuso y maltrato sucede en la familia: “Ese lugar en el cual los niños deberían estar seguros es el lugar donde más se comete”. También se presenta en el ámbito escolar.
En su caso, vivió el maltrato por parte de su abuelo materno, rodeada de un ambiente de alcoholismo y viendo la violencia psicológica, emocional y física contra su madre, quien tempranamente quedó viuda.
Primero, “el abuso sexual infantil hizo que me odiara -conto a la VOA-. Yo odiaba el cuerpo, sentía que mis ojos verdes habían sido una maldición y sentía que de alguna manera provocaba a los agresores… eso hizo que me odiara a mí y odiara al mundo entero”. Incluso, tuvo intentos fallidos de suicidio.
Una región desigual
Carlos Alberto Montoya Marín, pediatra y afectólogo, y director de la Corporación Red Afecto en la ciudad de Manizales explicó a la VOA que en América Latina y el Caribe, donde viven 188 millones de niñas, niños y adolescentes, existe “una constante de inequidades que hacen que precisamente haya mucha vulneración de los derechos de los niños”, una “situación que sigue siendo muy delicada y muy grave”, pero que actualmente “se visibiliza mucho más que antes”.
Para UNICEF, la violencia infantil “está impulsada no solo por normas sociales y de género negativas, sino también por otros factores como las desigualdades, la inseguridad, la migración y las crisis humanitarias”.
En la región, dice la oficina de la ONU, dos de cada cinco niños viven en países sin protección legal contra el castigo corporal en el hogar, en la escuela y en los lugares de atención estatal.
Según el doctor, es una región donde es común que se vean diferentes formas de maltrato: físico, escolar, abuso sexual, pedofilia, pornografía infantil, negligencia y abandono, y donde factores como la migración y desplazamientos internos o la falta de servicios básicos y la pobreza agravan el problema.
En general, señaló el médico a la VOA, “33 millones de niños en más de 34 países donde se sigue ejerciendo el castigo corporal de una manera grave, delicada. Y de esos, siete millones de niños no tienen un acceso casi a una protección jurídica que les ayude a defender sus derechos”.
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Para Montoya, es una problemática de todas las naciones y en todos los sectores económicos, y no se puede decir que “el país más desarrollado sea el que menos maltrato [existe]”, no obstante resaltó cómo las problemáticas en países como Venezuela, Panamá -en el sector de Tapón del Darién-, Haití, entre otros, pueden agravar el problema.
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La abogada indicó que en América Latina y, particularmente Colombia, existen leyes y política relacionadas con la prevención y atención del abuso y maltrato infantil, pero con un sistema penal acusatorio que tiene limitaciones físicas, humanas y económicas que “lo que hacen es de alguna manera convertirse en un cuello de botella”, repercutiendo en la atención oportuna de la justicia y el restablecimiento de derechos de esas víctimas.
En la región, el problema es el poco conocimiento y la “ineficiente” atención y programas de prevención de los niños “que tienen que ver con la detección de enfermedad mental, con mejorar las condiciones de vida, con la educación en la crianza”, según dijo a la VOA Isabel Cuadros, directora ejecutiva de la Asociación Afecto contra el Maltrato Infantil, que hasta el miércoles desarrolló un congreso internacional para reflexionar acerca del tema y fomentar buenas prácticas de protección infantil.
Según ella, los principales retos en la región son crear una política pública integral: “Eso tiene que ver con la detección de los casos y con la prevención primaria que tiene relación con la formación del vínculo afectivo”, además que la justicia disminuya los niveles de impunidad.
UNICEF ha instado a los gobiernos a adoptar leyes que prohíban totalmente el castigo corporal en todos los ámbitos, invertir en programas para prevenir la violencia, incluyendo programas de crianza positiva, poner en marcha intervenciones de cambio social y de comportamiento para abordar la normalización de la violencia infantil, reforzar la capacidad del personal de los servicios sociales y fortalecer la recopilación de datos sobre la violencia.
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El doctor Montoya insiste en que la prevención de este flagelo desde surgir desde la gestación, con factores protectores como el afecto y la unión familiar que, según él, se pueden fomentar tempranamente: “Para que sean familias más afectuosas, más amorosas y por consiguiente, menos maltratadoras”.
Para Zambrano, la recuperación de las víctimas no depende netamente del tema jurídico, sino que “ tiene que ver con el fortalecimiento espiritual, independientemente de la religión que profesen… el poder sacar lo que tienes adentro, ese dolor. Hacerlo canción, poema, libro o cuadro, obra de teatro, te permite alguna manera catalizar todas esas sensaciones de dolor que se experimentan”.
En su caso, escribir, pintar y continuar estudiando le ayudaron a comenzar a elaborar todo lo que había vivido. Por eso, ahora se dedica a asesora a víctimas de estos flagelos, tras estudiar derecho y hace una maestría en derechos humanos. Además de certificarse como coach y conferencista motivacional para ayudar ahora a aquellos que vivieron el mismo calvario que ella padeció en su niñez.
*El nombre fue modificado por petición de la fuente.
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