La administración del presidente Joe Biden ha resucitado una serie de medidas de carácter económico y humanitario que provienen de su época como vicepresidente en el gobierno del demócrata Barack Obama, sin embargo, expertos las consideran insuficientes y señalan algunos aspectos que estarían frenando una mayor apertura hacia Cuba.
Desde el pasado mes de mayo la Casa Blanca ha estado anunciando la implementación de algunas medidas, relacionadas con los vuelos y los viajes de estadounidenses a Cuba, la ampliación del número de visados, las remesas y la potenciación del servicio de internet en la isla, la reactivación del programa de Reunificación Familiar, el envío de más personal de servicio a la embajada en La Habana que inevitablemente llevan a una comparación con el relajamiento de las sanciones durante el último mandato de Obama.
Los planes de política exterior del presidente Biden hacia Cuba podrían analizarse en tres etapas principales:
1- Las promesas durante su campaña electoral de que restablecería las relaciones con La Habana,
2- Un anuncio desde su Secretaría de Prensa, a solo dos meses de llegar al poder, de que –en ese momento- no era una de "las principales prioridades".
3-Los recientes anuncios a partir del mes de mayo sobre flexibilizaciones recientes a las medidas restrictivas de la era Trump.
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Jorge Duany, profesor de la Universidad Internacional de la Florida (FIU), dijo a la Voz de América que el tema migratorio es clave para entender lo que está pasando.
“Yo creo que el elemento clave que ayuda a explicar este cambio es efectivamente, -por lo menos en la rapidez con la que se hicieron estos anuncios-, fue y sigue siendo el tema de la frontera de México con los Estados Unidos, donde hay miles de cubanos esperando para cruzar y entrar y por supuesto se han registrado cifras récord”, afirma Duany.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP por sus iniciales en inglés) informó recientemente sobre unas 234.088 detenciones que se produjeron en la frontera con México el mes pasado, un aumento del 5,8 % respecto a las 221.303 de marzo. La cifra de cubanos detenidos también ha aumentado.
Las nuevas medidas, serían insuficientes, dicen algunos expertos.
“Este no es un cambio de política importante y ciertamente no es algo de importancia monumental como el anuncio del 17 de diciembre de 2014 de la reanudación de las relaciones bilaterales”, dijo analista Fulton Armstrong, investigador adjunto de la American University en un foro discusión con Alliance for Cuba Engagement and Respect (ACERE) .
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“No es un reseteo [reinicio] de la relación bilateral. Francamente, no es una señal de compromiso renovado porque las medidas fueron unilaterales”, asevera Armstrong, quien trabajó por cuatro años con el gobierno de Clinton y ha servido en otras administraciones.
El profesor Duany apunta a intereses electorales, en términos de política interna y que “tiene que ver con el intento de calibrar cualquier cambio en la relación entre Cuba y Estados Unidos, a fin de evitar el costo político en la Florida, particularmente en el sur de la Florida con la presencia del voto cubanoamericano, muy fuerte y que tiene un sector, digamos sustancia que se ha opuesto a cualquier tipo de acercamiento con común entre Estados Unidos y Cuba y que de hecho ha expresado también su descontento en estas últimas semanas con respecto a las medidas anunciadas”.
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¿Cómo respondió La Habana?
Tras la publicación de los anuncios el 16 de mayo, el gobierno de Cuba que lidera el presidente Miguel Díaz-Canel, respondió que se trata de “un paso limitado en la dirección correcta”, según declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores, MINREX y sus exigencias apuntaron directamente al levantamiento unilateral del embargo comercial que EEUU impone a Cuba desde 1962.
Dentro de Cuba, ciudadanos de a pie se mostraron contentos, dado que la época de Obama es recordada como una oportunidad que empoderó a algunos en materia económica, esencialmente a empleados por cuenta propia, que vieron desfilar a estadounidenses que llegaron en virtud de las categorías permitidas para viajar a la isla.
Otros cubanos en cambio, dentro y fuera de la isla, sostienen que cualquier paso que permita obtener más recursos al gobierno de Cuba, irá a parar a manos del gobierno y sería utilizado para reprimir a los que disienten de la política oficial.
De las medidas de Obama a las protestas del 11 de julio
En un breve repaso, el significativo cambio de la era de Obama llevó de algunos anuncios como la apertura de la embajada estadounidense en La Habana, permisos para hacer transacciones financieras de empresas e individuos cubanos con bancos de EEUU, eliminación de Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo hasta la histórica visita del mismo Obama a la isla.
Después de varios años de estos acontecimientos, algo cambió a lo interno en Cuba. Y eso fue debido a que el 11 de julio de 2021, miles de cubanos se lanzaron a las calles de ciudades y pequeños pueblos en toda la isla, reclamando libertad y protestando por las duras condiciones económicas, recrudecidas por la pandemia de coronavirus. Las autoridades cubanas sofocaron las protestas, encarcelaron –según organizaciones de derechos humanos- a más de mil personas y han realizado numerosos juicios con el resultado de largas condenas de cárcel.
“Fue muy difícil políticamente para la Administración Biden tomar un nuevo curso con respecto a Cuba debido a las violaciones a los derechos humanos y a las respuestas muy extremas”, apunta Duany.
También lea Cuba, la Cumbre de las Américas y la polémica por la asistenciaLa actual administración ha expresado su deseo de “ayudar al pueblo cubano”.
“El pueblo cubano atraviesa una crisis humanitaria sin precedentes, y nuestra política seguirá enfocada en empoderar a los cubanos para ayudarlos a forjar un futuro sin represión ni dificultades económicas”, anunció el pasado 16 de mayo el Departamento de Estado.
En ese sentido, en la recién finalizada IX Cumbre de las Américas, el secretario adjunto del Departamento de Estado para el Hemisferio Occidental, Brian Nichols, reafirmó la lógica de Washington en correspondencia con los pasos anunciados, a pesar de que Cuba tanto como Venezuela y Nicaragua fueron ausencias muy notorias en el evento continental.
“Nuestro compromiso es con los pueblos primero y estamos enfocados en darles mejores y más opciones económicas. Estamos enfocados en cómo apoyar políticas públicas buenas en esos países”, dijo en entrevista con la VOA desde Los Ángeles.
A estas alturas, considera Armstrong, las principales medidas, las que a su entender afectan más al pueblo cubano, siguen en pie.
“(…) hay políticas que siguen vigentes que hacen que sea imposible hacer remesas, por ejemplo, a través de Western Union, que la administración Trump cerró y la gente de Biden no tiene 400 oficinas alrededor de la isla”, expone.
“Un parteaguas”
El historiador cubano Manuel Cuesta Morúa, portavoz del Partido Arco Progresista dijo a la VOA desde La Habana que ve las protestas del 11 de julio como acelerador entre la inercia que había por parte del gobierno cubano y al mismo tiempo su predisposición a los cambios.
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“Y creo que eso es un parteaguas, ¿no?... en relación con la percepción sobre Cuba y al mismo tiempo sobre las posibilidades de Cuba. Pues esa aparente sociedad dormida envió un mensaje profundo de cambio, de demandas de libertad, que cada vez se confirma más en lo que pasa el tiempo y ligado a esto hay un retroceso. Yo no diría que inmovilismo sino que es un retroceso en las políticas del Gobierno de [Miguel] Díaz-Canel y al mismo tiempo un temor, un pánico de Estado en relación con que una mayor apertura y aflojamiento de los controles sobre la sociedad cubana pueden significar el principio ya real del fin, digamos, del gobierno”.
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Lejos de cualquier optimismo en cuanto las medidas ya anunciadas por Biden, Morúa cree que debe de haber pasos concretos de parte del Gobierno en La Habana.
“Estamos en una franca etapa de retroceso que es el Estado frente a una época nueva para la sociedad cubana, de aperturas a sí misma y apertura hacia el mundo. Y esa contradicción, pues no es fácil de resolver. Desde allí, desde el escenario actual, se necesita romper esa paz”, concluye.
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