Para José, Yazmin y Rafael, salir de su país ha sido uno de los golpes más duros en sus vidas. No solo porque se han alejado de sus familias, sino porque detrás quedaron carreras periodísticas de larga data que -en alguna medida- les ha costado recuperar lejos de su tierra.
La Voz de América dialogó con estos comunicadores venezolanos a propósito del Día Mundia de la Libertad de Prensa. Sus relatos muestran los obstáculos que han tenido que sobrepasar para seguir trabajando en su profesión y explican cómo Colombia, a pesar de las dificultades, se ha convertido en un lugar esperanzador para seguir adelante.
“Comencé vendiendo forritos de teléfono”
José Arnaldo Mujica jamás imaginó pararse en un local de Bogotá a vender “forritos de teléfono”. Venía de trabajar en un programa de radio y televisión en Venezuela. Ahora, cuenta con orgullo que fue su primera labor cuando llegó a la capital colombiana, después de dejar su amada Venezuela, hace 4 años.
“Cuando llegué aquí, lo primero que hice fue vender forritos de teléfono en el portal de la (calle) 80, en un establecimiento de familias colombianas que, en ese momento, les estaban dando la oportunidad a venezolanos que llegábamos más o menos de mi edad entre 27-30 años, cuenta el comunicador, oriundo de Barquisimeto.
Sin embargo, confiesa que “fue un cambio drástico e impresionante, no solamente desde el punto de visita laboral, porque evidentemente había trabajado siempre en mi área, sino también por los cambios que vivía”.
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Debido a la crisis de su país, salió en búsqueda de una oportunidad. Al llegar a Bogotá, trabajaba todo el día, cuando antes solo lo hacía hasta la 1 de la tarde. Aunque era una situación fuerte. Entendió -admite- "que la vida es transitoria y a los cambios uno tiene que tratar de adaptarse lo mejor posible”.
Actualmente es periodista del canal venezolano VPItv, pero llegar hasta allí no ha sido nada fácil. Recuerda los días en que andaba con un celular grabando las noticias y enviaba material para los medios venezolanos sin percibir salario.
“Antes de este canal, estuve en dos canales más, uno de Ecuador. Conseguí el trabajo en Cartagena con la visita del Papa y otro de Miami, de venezolanos en Miami. Realmente es un camino increíble y parecen muchos años pero son cuatro”, afirma.
Admite que migrar se convirtió en una oportunidad para llegar mucho más lejos de lo que se imaginó: “Colombia a mí me ha dado la posibilidad de llegar a donde jamás me imaginé, ni siquiera mi país, porque yo vivía en la provincia”, refiriéndose a cuberturas de giras presidenciales o visitas a lugares increíbles como Tumaco. "Los había visto por televisión, (de modo) que no entendía realmente el alcance de la guerra que vive este país”.
Además del canal, Mujica asiste en el área de comunicación a la embajada de Venezuela en Colombia.
Aunque en Venezuela no se vio directamente impactado por las amenazas o la censura, sí sintió muchas veces cohibido por lo que debía relatar al televidente: "No es que sufrí persecución. No, no fue así. Pero sí evidentemente, a lo largo de mi ejercicio profesional en Venezuela me cambiaron muchísimas cosas y de hecho eso hizo que yo decidiera venirme”.
En Colombia, señala, ha vivido una realidad diferente “y es la posibilidad de tener periodistas combativos que enfrenten a la fuente de una forma bastante frentera y sin mayores inconvenientes, pero también existen ese tipo de situaciones que se dan en cualquier país de la región con las características nuestra”.
Mujica dice que actualmente existen situaciones que han alejado al periodista de su fuente: “No poder constatar lo que realmente ocurre, eso está pasando en este momento por lo menos con el tema de la pandemia”.
Aunque ha aprendido bastante hasta ahora, sueña con regresar a su natal Venezuela y poder hacer un poco más, desde su profesión, para su gente: “Creo que yo me vine solamente para tomar un tiempo, aprender, crecer en un país como es Colombia que me ha dado la oportunidad (…) Cuando esto cambie o cuando yo tenga la posibilidad nuevamente regresar, estoy seguro que va a ser un momento muy especial para una carrera profesional un poco más madura”.
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Un año en Panamá, cuatro en Colombia y con la esperanza de regresar a Venezuela con su esposo y sus hijos. Así ha sido la vida migratoria de Yazmin Velasco, una periodista venezolana que salió de su país para buscar, entre otras cosas, la educación de sus hijos.
De su trabajo, Yazmin cuenta que ingresó a los 18 años a la revista Líder Empresarial. Estuvo en varios canales de televisión hasta llegar a ser presentadora de 100% Venezuela, un programa conocido por las denuncias sociales que tanto movían a la gente. Denuncias, incluso, relacionadas con el Gobierno que generaron cambios en la manera de comunicar el material y que, incluso, obligaron al medio a tener un enfoque más social hasta llegar al punto de desaparecer.
Después de trabajar en radio, prensa y televisión, sus últimos años en su país estuvieron dedicados a la docencia en la Universidad Central de Venezuela, de donde es egresada.
En abril de 2016 cogió sus maletas rumbo a Panamá para trabajar con una cadena de televisión: “Comenzaron los problemas de pago y se veía el poco respeto que había por el venezolano (…) El trato no era el adecuado, no pudimos conseguir nunca una esperanza para quedarnos allí”, comenta.
Aunque regresó a Venezuela, con la fe intacta, se dio una segunda oportunidad. “El 8 de septiembre de 2017 crucé la frontera y el 9 ya estaba en Bogotá”, recuerda.
Tras enviar sus documentos de trabajo por plataformas digitales, buscar contactos, llamar… y llamar, Yazmin decidió publicar las noticias en sus cuentas de redes sociales, para prestar un servicio gratuito de información. Al ver uno de sus ‘en vivos’, el medio El venezolano la incluyó en su lista de comunicadores.
“Me ha gustado porque he logrado contactar voceros de aquí, me reconocen como tal, siento que he desarrollado mi trabajo como es, de forma profesional y me respetan", cuenta sobre su experiencia en Colombia.
Actualmente, trabaja en el programa Testigo Directo siguiendo historias similares a las que trabajaba en Venezuela. “Tengo apenas un mes y medio y le han hecho sentir muy bien (...) Hacer historias en Colombia era algo que yo había aspirado y ahora afortunadamente concretado”.
Expone que no cuenta con la fortaleza que tenía en su país, de trabajar en un medio masivo, y que no tener una cédula de ciudadanía o doble nacionalidad le han cerrado las puertas, pero aún tiene sueños y uno de ellos es ver que Colombia es un lugar donde exista más camaradería entre inmigrantes y nativos.
“Siento una gran diferencia ser visitante turista de un país a ser inmigrante (…) y siento que los colombianos nos pueden enseñar muchísimo porque (…) el colombiano es un profesional de la migración, los venezolanos estamos aprendiendo”, dice Velasco.
No obstante, está abierta la posibilidad de regresar a Venezuela porque “tenemos nuestras cosas allá (...) Dejamos nuestra vida allá”, dice con nostalgia la comunicadora venezolana.
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“Si no llego, búsquenme en la Guardia Nacional”
Rafael Sulbarán tiene claro que no ha tenido, tiene ni tendrá nunca miedo, pues dice que “el periodista que tiene miedo perdió el tiempo”. Una premisa que, además, lo ha acompañado en la su vida profesional en Colombia.
A sus 39 años, acaba de comenzar una nueva vida en la ciudad fronteriza de Cúcuta como periodista del diario La Opinión, pero su trayectoria de 14 años como reportero comenzó cuando era periodista deportivo en su ciudad natal: Cabimas, en el estado de Zulia. Su carrera comenzó en el diario El Regional. Luego fue parte por tres años del equipo de El Pitazo.
Cuenta que decidió salir de su país porque “la situación allá estaba totalmente insostenible (...) Tenía mi trabajo, incluso hacía trabajos extra y no me alcanzaba el dinero para comprar comida”.
No sufrió persecución o amenaza, pero explica que en el ejercicio sí experimentó varios atropellos: “Prácticamente, toda mi formación periodística universitaria fue de la mano con el ascenso al poder y el desarrollo de Hugo Chávez, que por ahí en 2003 empezó a promulgar la nueva ley de contenidos, entonces ahí empezaron los problemas”.
Recuerda cuando cubrió las elecciones tanto presidenciales como las regionales y se le impidió entrar al recinto electoral: “Gracias a Dios, no llegaron a mayores, pero siempre le decía a mi mami o a mi familia, cada vez que iba a cubrir unas elecciones: ‘Si no llego, búsquenme en la policía o en la comandancia de la Guardia Nacional porque presuntamente me manden preso’”.
Para Rafael, uno de los principales retos del periodismo venezolano es “vencer la censura, que con la llegada de Maduro, eso se intensificó”. Tiene la esperanza incluso de que los medios desaparecidos “vuelvan al ruedo (...) El periódico donde yo trabajaba, que siempre fue muy crítico, existe, pero en las redes y una página web. Prácticamente, ha desaparecido”.
En 2017, llegó a Colombia. La primera ciudad fue Medellín par, donde llegó para hacer una cobertura. Luego un tío le ofreció quedarse en Bogotá hasta que consiguió trabajo vendiendo tarjetas de telefonía celular. A los dos meses, entró como docente a la Universidad CUN, donde trabajó hasta el 2019. Más tarde se convirtió en freelancer y desarrolló algunos proyectos de periodismo, incluso cubriendo una temática que vive en su propia piel: la inmigración.
Para abrirse camino, realizó una investigación sobre los caminantes venezolanos que fallecían en las carreteras colombianas para luego pasar a un periódico judicial que, por la cuarentena, lo envió a casa. "A los 6 días sin pago, con un permiso no remunerado. Entonces, se complicó la cuestión”.
Tres meses después retomó su labor para finalmente llegar a Cúcuta, en febrero. Se había puesto un límite. Si en agosto de 2020 no conseguía trabajo, se regresaba a su país: “Me voy, me devuelvo. Qué voy a hacer aquí sin trabajo, todas las responsabilidades acá teniendo mi casa, mi carro, mi familia en Venezuela”.
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En Colombia -explica- tuvo la oportunidad de cubrir con tranquilidad las elecciones presidenciales de 2018.
"[En el país] hay un problema de cúpulas, y me di cuenta trabajando con un gran medio como Semana. Hay cúpulas (…) El Tiempo, Semana, Caracol son empresas que uno ve en la cúspide, inalcanzable, muy alto y bueno (…) hay una brecha enorme entre esos medios arriba, la cantidad de periodistas que van saliendo los experimentan, los alumnos, los muchachos se desmotivan en mitad de la carrera”.
Explica este periodista venezolano que si para un profesional colombiano es difícil, la situación se recrudece aún más para un venezolano. Así y todo -enfatiza- la inmigración también sirve para crecer.
“Es una oportunidad que debemos aprovechar y ojalá sea bien visto por los colegas colombianos. No le estamos quitando trabajo, sino trabajando en función de informar esta crisis que, en verdad, nadie la espera”, concluye.
[Este reportaje contó con la colaboración de Hugo Echeverry, corresponsal de la Voz de América en Cúcuta, Colombia]
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