En Cuba, los periodistas independientes caminan sobre una delicada cuerda floja, entre la búsqueda de historia reales y las limitaciones impuestas por el Gobierno. La libertad de prensa está prohibida fuera del control del partido único, según la recién aprobada Ley de Comunicación, lo que ha generado gran preocupación, dentro y fuera de la isla. Los que hacen periodismo independiente se arriesgan a recibir multas, acoso de las autoridades y hasta cárcel.
Your browser doesn’t support HTML5
“Cuba no sólo es el país con el peor índice de libertad de expresión del continente. Hoy mismo más de 1.000 personas sufren cárcel por protestar, por expresar lo que piensan o por informar. Porque sí, en Cuba hoy informar también es un delito”, comentó Sadiel Mederos Bermúdez.
Sadiel Mederos Bermúdez es un fotoperiodista del centro de Cuba que reside en México. Desde 2020 es director de fotografía en elTOQUE, un medio de comunicación independiente de la isla.
Su trabajo ha sido reconocido con el premio a la Excelencia Periodística 2021 de la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa) y un premio en el concurso de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) por el Día Mundial de la Alimentación 2020. Sus fotografías aparecen en varias exposiciones artísticas individuales y colectivas en Cuba, España, Italia, Estados Unidos y México.
VOA- ¿Cómo trabaja un fotoperiodista independiente en Cuba y a qué situaciones podría enfrentarse?
Trabajar como fotoperiodista para un medio independiente es una de las profesiones más peligrosas que se pueden realizar ahora en Cuba. No sólo te arriesgas a la confiscación de tu equipo, que cuesta mucho trabajo adquirir, sino que debes resistir el acoso y la amenaza de la policía, que no es poco. La lucha por sobrevivir ha elevado el robo y la violencia a plena luz del día, yo diría que incluso los fotógrafos documentales corren peligro en las calles cubanas.
Pero un fotoperiodista independiente en Cuba no tiene ningún tipo de protección. La policía ha amenazado a varios con aplicarles el artículo 143 del Código Penal. Es decir, de cuatro a 10 años de cárcel por practicar el periodismo independiente. Y la prensa no oficialista trabaja con escasísimos recursos; por tanto, el dinero destinado a la fotografía apenas les puede alcanzar a los fotoperiodistas para sobrevivir.
VOA- Comenzaste en los medios tradicionales con coberturas de primer nivel, sin embargo, decidiste pasar a los medios independientes. ¿A qué se debió esta transición?
Ciertamente comencé en los medios del Estado y, quizás pude haber tenido una carrera prometedora ahí, pero en algún momento de 2018 me harté y se me acabó la capacidad de simular. Y los medios independientes aparecieron como la única y verdadera vía para aproximarme y captar la realidad menos visibilizada de Cuba: las luchas de la comunidad LGBTIQ, la crisis alimentaria, la terrible miseria de los campos, la decadencia de la industria azucarera, que se puede resumir muy rápido, pero estamos hablando de cientos de miles de vidas que pudieron haber tenido entonces un mejor presente, pero, sobre todo, un futuro más esperanzador si tuvieran realmente el poder de elegir.
La mejor forma que he encontrado de seguir aportando al fotoperiodismo cubano ahora desde fuera de Cuba es apoyar, aconsejar, asistir a aquellos profesionales y colaboradores que desean aprender y contribuir. Yo sigo aprendiendo con ellos y sigo conectado, y también sufriendo con mi país.
VOA- ¿Cómo contribuyes al fotoperiodismo cubano desde fuera de Cuba?
La mejor forma que he encontrado de seguir aportando al fotoperiodismo cubano ahora desde fuera de Cuba es apoyar, aconsejar, asistir a aquellos profesionales y colaboradores que desean aprender y contribuir. Sigo aprendiendo con ellos y sigo conectado, y también sufriendo con mi país. Desgraciadamente hay cada vez menos fotoperiodistas independientes en Cuba. A veces no queda otra opción que marcharse. Pero ver y pensar a Cuba en la distancia es una oportunidad para seguir aportando un punto de vista inusitado.
VOA-La FAO te otorgó un premio de fotoperiodismo en 2020 para conmemorar el Día Mundial de la Alimentación, esto generó cierto debate en Cuba, nos cuentas sobre esta experiencia.
Cuando la FAO premió mi trabajo en el 2020, es decir, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, se generó un debate muy peculiar en redes sociales. Porque mientras que los ganadores en las otras categorías fueron felicitados por las sedes nacionales de sus países, FAO Cuba permaneció en silencio. Técnicamente ese trabajo desmontaba la imagen de seguridad alimentaria que tanto había pregonado el Gobierno. Ese trabajo fue el primero de una serie fotográfica que exploró la crisis alimentaria en Cuba y que luego también recibió el Premio a la Excelencia Periodística en 2021, otorgado por la Sociedad Interamericana de Prensa.
Cuando iba a visitar a mi abuelo era inevitable pasar frente a la casa de esa familia que protagoniza mi historia. Pero un día le compré unos marañones maduros y conversé con Rosa. “Si hoy llego a vender suficientes, podré comer otra cosa que no sean marañones”, me dijo. Comenzaba la pandemia y, unido a muchas medidas contraproducentes tomadas por el Gobierno cubano, esta anciana y su hijo no tenían ninguna opción de sobrevivir.
VOA- Según tu criterio, ¿qué papel juega el fotoperiodismo en los debates sociales de la prensa cubana en la actualidad?
Como pueblo, si no vemos un problema, no podemos debatirlo para acordar una solución. ¿Cuánto tiempo hemos ignorado los matices de nuestra realidad? ¿Cuánto tiempo hemos aplazado discusiones necesarias? ¿Cuánto tiempo estamos dispuestos a vivir por inercia, sin involucrarnos en construir un mejor futuro en común? La imagen tiene una capacidad tremenda de generar movimiento, reacción.
La fotografía documental capta momentos únicos pero el fotoperiodismo los puede transformar en símbolos de verdaderos movimientos sociales. La imagen y el audiovisual crean una conexión cercana y empática, permiten reconocernos en el otro y transmiten esa idea a la velocidad de un grito, que sigue resonando en nuestras mentes tiempo después. En Cuba hay talento de sobra para la fotografía, pero las precarias condiciones de trabajo, la desprotección ante el Gobierno, las amenazas y los bajos salarios han hecho que cada vez menos personas elijan el fotoperiodismo independiente. Y, aun así, sigue habiendo esperanza.
El fotoperiodismo ciudadano, el que hacen las personas con sus teléfonos, nos ha regalado imágenes que ya están en la historia visual de Cuba. A pesar de las leyes injustas, a pesar de la aberrante aplicación de multas y penas de prisión, de las torturas físicas y psicológicas, de la amenaza y el acoso, las personas salieron a las calles un 11 de julio de 2021 en toda Cuba, y un 18 de agosto del 2022 en Nuevitas, y un 6 de mayo del 2023 en Caimanera, y un 17 de marzo del 2024 en Santiago, Bayamo y Baracoa. El pueblo de Cuba decidió no callar más. Y al reclamar su derecho a la libertad de expresión, está acercándose más a finalmente elegir su destino.
¡Conéctate con la Voz de América! Suscríbete a nuestros canales de YouTube, WhatsApp y al newsletter. Activa las notificaciones y síguenos en Facebook, X e Instagram.