Barberos protestan por muertes que convierten a 2024 en el año con más homicidios de Perú desde 2017

Barberos se manifiestan contra la extorsión y la inseguridad en Lima, Perú, el miércoles 4 de diciembre de 2024.

Barberos protestaron frente a la Corte Suprema de Perú, tras el asesinato de dos peluqueros en Lima. Estos crímenes contribuyen a la alta tasa de homicidios de 2024, el año más violento desde 2017.

Los barberos protestaron el miércoles frente a la Corte Suprema de la capital de Perú luego de que la semana pasada dos peluqueros fueron asesinados dentro de sus salones en Lima, convirtiéndose en los crímenes más recientes que han catapultado a 2024 como el año con más homicidios registrados en ese país desde 2017.

George Salas, miembro del gremio Barberos de Perú, dijo a The Associated Press que, según sus propias averiguaciones, hasta 80 % de los más de 80.000 salones sufren amenazas de extorsionadores que piden entre 800 y 2.600 dólares mensuales, sobre todo en las zonas periféricas donde “nunca se ve a la policía”. Es la primera vez que se registra una protesta de barberos en Perú.

Vestían camisetas negras y llevaban letreros con frases como “cortar cabello no debe ser un riesgo". Anita Marlo, una barbera que llevaba anteojos en forma de corazones, dijo a la prensa que sabía lo que era vivir con miedo de las extorsiones y que te puedan disparar en un descuido. “Merecemos un país libre”, dijo.

Los barberos, que sumaban un centenar, eran en su mayoría jóvenes de entre 20 y 30 años. Realizaron cortes gratuitos y cubrieron a quienes accedieron a sus servicios con capas que tenían los colores rojiblancos de la bandera de Perú.

La AP visitó San Juan de Lurigancho, el barrio más poblado de Perú con 1,2 millones de vecinos, en el que están ubicadas dos cárceles importantes y es la zona capitalina con mayor número de denuncias por diversos delitos, incluidos las más de 1.000 presentadas por los afectados por extorsión.

“Trato de sobrevivir”, dijo John Sucse, un barbero de 26 años, junto a las tres sillas de su salón ubicado en una zona denominada “roja” por la alta incidencia delictiva. A Sucse no le fue difícil recordar las extorsiones a su alrededor. Una farmacia frente a su negocio amaneció hace un mes con una granada de guerra en la puerta y a la dueña del edificio donde Sucse alquila el local le piden 4.000 dólares para "dejarla tranquila". Él mismo recibió una bala, un papel y una llamada en en 2023, en la que le pedían 1.400 dólares.

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Pensó en denunciar la extorsión pero se desanimó porque desconfía de la policía, al igual que el 66 % de peruanos, según datos oficiales. En lugar de las autoridades, Sucse acudió a un hombre del crimen organizado local quien aparece sin aviso cada cierto tiempo y pide sus servicios de barbero. “Le conté y dejaron de molestarme por ahora”, dijo.

Pero Sucse no está seguro. “Este trabajo te expone a todo tipo de gente, viene alguien que capaz está buscado por sus enemigos, no te puedes negar y puede ser que le estás cortando el pelo y al matarlo a él, te pueden dar a ti”, indicó el barbero que migró desde los Andes rurales y afirma que jamás ha tenido vacaciones; trabaja 14 horas diarias, incluidos domingos y hasta en festividades como el Año Nuevo.

De acuerdo con cifras del Sistema Informático Nacional de Defunciones, hasta el lunes 2 de diciembre los homicidios en Perú sumaban 1.841 en 2024, un 23 % más que en 2023 y la cifra más alta desde 2017, cuando Perú comenzó registrar las muertes en un sistema computarizado y en línea a nivel nacional.

Su ayudante Terry Masualata, de 18 años, trabaja medio tiempo y estudia por las tardes Negocios Internacionales en una universidad local. Masualata dijo que vio por Tik Tok el video de cómo un hombre entró el jueves a un salón en otra zona de Lima y disparó tres veces contra Anthony Yumbato, un barbero de 18 años que no quiso entregarle su celular. También se enteró de otro asesinato a otro barbero, ocurrido un día antes, el miércoles; la víctima era Guillermo Marrufo, de 29 años, quien aparentemente se negó a pagar extorsiones. “Si a ellos les ha pasado, a mí también me puede pasar”, dijo Masualata.

El gremio de barberos se quejó el martes de que ambos crímenes siguen impunes y que, tras reunirse con funcionarios del Ministerio del Interior, no han encontrado soluciones para las extorsiones que los agobian. "Queremos que nos cuiden porque nos están matando literalmente”, dijo a la prensa Jeremy Castellanos, otro de los miembros del gremio.

Las extorsiones se han quintuplicado entre 2021 y 2023 en Perú. En 2021 se presentaron 4.119 denuncias por ese delito y en 2023 unas 19.401 denuncias. Hasta inicios de noviembre las denuncias por extorsión sumaban más de 16.200 casos, según datos de la policía.

El coronel Rafael Morón, jefe de la primera Brigada Especial contra el Crimen, dijo a la AP que lamentablemente se han proliferado las extorsiones encabezadas “por los vagos del barrio” que muchas veces usan los nombres de grandes bandas delincuenciales y “han visto una manera fácil de sacar dinero a los comercios”. Por WhatsApp mandan mensajes amenazantes, le toman fotos a los comercios, les dicen que conocen dónde estudian los hijos de las víctimas, les mandan videos de muertes, "les causan terror y los obligan muchas veces a pagar", añadió.

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Músicos también son extorsionados

Los barberos no son los únicos que han sufrido la violencia en 2024. Los buses de dos agrupaciones de música cumbia recibieron ráfagas de disparos en Lima el último domingo por no pagar extorsiones

Más de una decena de choferes de buses del transporte público han sido asesinados por no pagar el dinero solicitado por delincuentes, al igual que 15 mototaxistas en zonas de la periferia capitalina.

En 2024, en un hecho sin precedentes, un grupo de alumnos de un colegio público limeño observó cómo el 14 de octubre un hombre disparó contra un profesor dentro de una escuela y lo mató en el acto. Al momento no se sabe las razones del crimen.

Las escuelas privadas también han sido objeto de violencia. Unos 150 colegios fueron extorsionados y más de dos decenas fueron atacados con dinamita y disparos en la región peruana de La Libertad, según las autoridades.

A inicios de octubre la presidenta Dina Boluarte dijo en un acto público que Perú “vive momentos difíciles respecto a la extorsión y crimen organizado” y el primer ministro Gustavo Adrianzén reconoció a fines de ese mes que la criminalidad “desborda en algunas ciudades la capacidad para enfrentarlas” y admitió que incluso de algunas cárceles “salen muchas de las extorsiones”.

A fines de noviembre, en una conferencia con la prensa internacional, The Associated Press le preguntó al primer ministro Gustavo Adrianzén si es que había pensado en renunciar o si es que evaluaba en proponer la renuncia del ministro del Interior, Juan Santiváñez, en medio de la crisis a causa del incremento de la violencia.

Adrianzén respondió indicando que no tenían cambios previstos en el gabinete. “Si es que con mi renuncia se solucionarían (los problemas), renunciaría de inmediato, pero eso no va a ocurrir”, dijo.

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