EN FOTOS Caos y destrucción deja el huracán Otis a su paso por Acapulco
“Fue muy desastroso... no tiene precedentes”, dijo el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, sobre lo ocurrido en Acapulco tras el paso del huracán Otis.
El presidente mexicano lamentó las víctimas y aseguró que Otis fue un huracán más potente que Paulina, que arrasó partes de Acapulco en 1997 y mató a más de 300 personas.
Las primeras imágenes mostraban una gran devastación, árboles derribados y líneas eléctricas tendidas en aguas mezcladas con lodo.
La destrucción resultante retrasó una respuesta integral por parte del gobierno, que aún estaba evaluando los daños a lo largo de la costa. Situación que desesperó a los residentes.
Inundaciones masivas, daños en carreteras y cortes de electricidad dejó también el paso de Otis por Acapulco.
Aunque miles de militares estaban desplegados en la zona, carecían de herramientas suficientes para limpiar las toneladas de barro y los árboles caídos en las calles.
“Nos acostamos en el suelo y algunos entre las camas... Oramos mucho”, dijo uno turista que se alojaba con un grupo de amigos en un hotel frente a la playa.
Habitantes de Acapulco, ciudad donde se levantan viviendas de lujo y vecindarios muy pobres, buscaron abastecerse de víveres y artículos de primera necesidad, así como rescatar algunas pertenencias.
“¿Cuándo se ocupará el gobierno de la gente común?”, pregunta Isabel, una habitante de Acapulco que perdió el techo de hojalata de su casa debido al paso de Otis.
Dentro de una tienda, oficiales de la Guardia Nacional permitieron que personas saquearan artículos perecederos como alimentos, pero hicieron esfuerzos inútiles para evitar que la gente se llevara electrodomésticos.
En algunas zonas la gente caminaba con el agua hasta la cintura, en medio de los destrozos causados por el paso de Otis.
Las autoridades tardaron casi todo el miércoles en reabrir parcialmente la carretera principal que conecta Acapulco con la capital del estado, Chilpancingo, y la Ciudad de México.
Además de calles llenas de lodo, la Zona Diamante de Acapulco, un área frente al mar repleta de hoteles, restaurantes y otras atracciones turísticas, parecía estar mayormente bajo el agua.
A edificios se les arrancaron parcial o totalmente las paredes y los tejados. Paneles solares desprendidos, automóviles y escombros cubrían el vestíbulo de un hotel gravemente dañado.