El exembajador de Nicaragua en Estados Unidos, Arturo Cruz, dijo en entrevista con la Voz de América que los políticos demócratas en Estados Unidos han dado muestras concretas de que no están dispuestos a soportar golpes a la democracia en Nicaragua, y catalogó de grave error “subestimar al equipo del (presidente electo Joe) Biden”.
Su comentario llega en momentos en que crecen las expectativas en países de la región como Nicaragua acerca de qué podría esperarse del cambio de gobierno en Estados Unidos programado para el próximo 20 de enero.
Cruz recuerdó que cuando la demócrata Hillary Clinton fue secretaria de Estado, Estados Unidos tomó dos decisiones importantes: suspendió a Nicaragua de la Cuenta Reto del Milenio y por primera vez insistió en que los desembolsos de organismos multilaterales al país centroamericano debían ser vigilados con mucho rigor.
La Cuenta Reto del Milenio fue un programa de cooperación que se implementó en 2000 en Nicaragua, el cual condicionaba la ayuda y asistencia, a cambio del cumplimiento de normativas democráticas de transparencia y gobernabilidad.
Juan Sebastián Chamorro, titular de ese entonces de la Cuenta Reto del Milenio, explicó sin embargo a la VOA que Nicaragua fue excluida debido a fraudes en los comicios electorales en 2008.
“Ortega se robó las elecciones municipales en el año 2008. Esto provocó que el Departamento de Estado, que es la presidencia de la Junta Directiva de la Cuenta Reto del Milenio, declarara no elegible a Nicaragua por el incumplimiento de cláusulas democráticas, de tal manera que, un programa de millones de dólares fue suspendido”, explicó Chamorro.
Además indicó que desde entonces Nicaragua no volvió a ser elegible hasta la fecha por el fraude electoral “y si a eso se le suman las actuales violaciones a los derechos humanos es peor”.
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Una moneda de oro
Pero las sanciones y medidas adoptadas hasta la fecha no son las únicas formas de ejercer presión contra Ortega, afirma el exembajador Cruz, quien valora que la administración demócrata tendría una “moneda al aire”.
Por ejemplo, -expone Cruz-, si en Nicaragua se lleva a cabo un proceso electoral defectuoso el próximo año, el país podría ser suspendido del Tratado de Libre Comercio (DR-CAFTA): “Eso sería la bomba atómica para nosotros”.
“Estamos viendo esos antecedentes de los demócratas. Ahora bien, creo que van a enfatizar el tema de la credibilidad electoral y si llegamos a las elecciones de 2021 mínimamente creíbles y se da un fiasco terrible, yo veo a los demócratas suspendiendo a Nicaragua del CAFTA, y recordemos muy bien que Nicaragua es parte del ecosistema de Estados Unidos”, agregó.
Cruz recordó la crisis sociopolítica que atraviesa Nicaragua desde abril de 2018, tras las protestas contra el gobierno de Ortega desencadenadas por unas fallidas reformas a la seguridad social.
Según el calendario electoral, las elecciones están programadas para noviembre de 2021 y se prevé que con ello se pueda poner fin a la crisis más amplia que tiene lugar desde hace tres décadas.
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La oposición ve la próximas elecciones como una oportunidad para terminar con los más de 13 años consecutivos de gobierno sandinista, que han sido calificados como “minados de corrupción, nepotismo y represión”.
Sin embargo, hasta la fecha, el mandatario de izquierda no ha hecho la más mínima reforma al sistema electoral, señalan expertos consultados por la Voz de América.
Algunos funcionarios de Ortega han revelado que tienen ilusiones de que una administración demócrata, liderada por el presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, pueda “suavizar” las relaciones entre Managua y Washington, tras las tensiones acumuladas por las sanciones impuestas a más de 20 funcionarios nicaragüenses acusados de corrupción, fraudes electorales y violaciones a los derechos humanos.
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Algunos analistas indican que en este nuevo escenario político en EE.UU. tal vez Ortega podría llevar a cabo reformas cosméticas para perpetuarse en el poder. Sin embargo, a medida que el panorama se va esclareciendo más, las esperanzas para Ortega no parecen ser tan positivas.
Tanto el exembajador Cruz como Chamorro, consideran que una agravante para Ortega es “la masacre” cometida por la administración sandinista contra más de 300 manifestantes en 2018, que ha sido documentada por organismos de derechos humanos.
“La crisis de 2018 no va a olvidarse. Fue un golpe casi irreversible. La única forma en el que el gobierno de Ortega puede recuperar la legitimidad, es que haga elecciones aceptables para los nicaragüenses y el mundo”, puntualiza Cruz e indica que Ortega logró generar un mínimo de consenso entre republicanos y demócratas de Estados Unidos para aprobar leyes como la Nicaraguan Investment Conditionality Act, conocida como “Nica Act”.
“Sin duda los demócratas van a ser grandes activistas de unas elecciones que le pudiesen dar un mínimo de aceptación a Ortega y si esas elecciones son un fiasco, los demócratas castigarían al régimen, suspendiendo a Nicaragua del CAFTA. Esa bala de plata la tienen guardada y la pueden utilizar. El gobierno de Ortega haría muy mal en creer que los demócratas serán cosa fácil”, reiteró Cruz.
Chamorro enfatiza que en democracias maduras como la estadounidense, los cambios de administración no generarán impactos sustanciales en asuntos tan importantes como los derechos humanos.
“Este tema del próximo cambio de administración de Estados Unidos no va a traer grandes cambios. Los demócratas tradicionalmente se han concentrado en defensas de derechos humanos y aquí hablamos de violación a derechos humanos y de asesinatos. Sería difícil ver cambios en la administración de EE.UU. bajo el argumento de que hay un distinto partido”, concluyó Chamorro.