Las elecciones generales en Nicaragua se celebrarán en noviembre de 2021 y los opositores denuncian que el clima de represión promovido por el gobierno dificulte su organización y también la posibilidad de consolidar una unidad política para enfrentar en las urnas y de manera “limpia y justa” al Frente Sandinista.
El pasado 10 de diciembre, cuando se conmemoraba el Día internacional de los Derechos Humanos, la primera dama y vicepresidenta, Rosario Murillo, amenazó a los opositores con volver a la cárcel si continuaban propiciando lo que denomina como “el odio en el país”.
“Esos mismos que andan ahí todavía queriendo ser parte de una Nueva Nicaragua, Nicaragua que no les pertenece porque ellos no pertenecen a esta cultura. Admirable un gobierno que propició una amnistía para preservar y fortalecer la paz en Nicaragua, pero la amnistía no es carta blanca para seguir propiciando odio en nuestro país”, dijo Murillo.
En su discurso que han repetido durante varios días los medios oficiales, Murillo también advirtió a los opositores a no atentar contra la paz que según el gobierno reina en Nicaragua.
“Que nadie se atreva, que nadie vuelva a atreverse a querer imponer oscuridades insólitas, que nadie se atreva”, declaró.
Para los opositores, las palabras de la vicepresidenta evidencian la falta de voluntad política del gobierno para encontrar una salida pacífica a la crisis sociopolítica del país, y cierra cualquier posibilidad de liberar a las 110 personas que hasta la fecha se encuentran encarceladas por supuestos motivos políticos, según denuncian sus familiares.
Tiempos difíciles para la oposición
Además, denuncian que durante los últimos meses los líderes opositores han permanecido encerrados en sus casas bajo vigilancia de agentes de la policía nacional, lo que no les permite movilizarse a los territorios, a la vez que han sido víctimas de amenazas, detenciones ilegales y recapturaciones.
Juan Sebastián Chamorro, de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, dijo a la Voz de América que las condiciones que enfrenta la oposición en el país son críticas.
“Las condiciones son bien duras, bien duras, y yo veo muy difícil participar en elecciones si las condiciones actuales prevalecen hasta uno o dos meses antes de las elecciones”, dijo Chamorro.
El opositor resaltó que hasta la fecha aún permanecen firmes en la búsqueda de una ruta que les permita consolidar la unidad, lograr las esperadas reformas electorales, y participar en unos comicios presidenciales que sean aceptados por los nicaragüenses.
En tanto, Mario Arana, miembro del mismo bloque opositor, considera que las recientes amenazas de la primera dama se deben al esfuerzo de la organización opositora.
Arana sostiene que “la gente se está organizando, ha habido un esfuerzo organizador de las diferentes fuerzas políticas y esas fuerzas organizadas están constantemente retando al régimen y ellos lo saben”.
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Los diferentes sectores opositores en Nicaragua están a la espera de una reforma electoral promovida por la Organización de los Estados Americanos, OEA, que permita las condiciones mínimas necesarias para participar en las elecciones, pero sostienen que el clima social y de represión será vital para determinar el giro que tome el futuro del país.
Mientras, analistas consultados por la VOA consideran que cada vez hay menos tiempo para impulsar cambios en el sistema electoral, presionar al gobierno para obligarlo a aceptar esos cambios, preparar el proceso electoral y ajustarse al calendario que fija la Ley Electoral.
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Las esperanzas de muchos nicaragüenses de encontrar una salida a la crisis social, política y económica que vive el país están puestas en las elecciones de noviembre próximo, pero muchos analistas ya vaticinan un año cargado con un fuerte clima de represión que pondrá a prueba la capacidad de organización de la oposición.