La llegada del nuevo coronavirus a Centroamérica ha supuesto nuevos obstáculos a vencer para muchas mujeres periodistas en la región, entre ellos el desempleo y los riesgos de contraer la enfermedad. Las periodistas Liset Orellana, de El Salvador y Wendy Patricia Mata, de Costa Rica, cuentan a la Voz de América cómo están combatiendo los efectos colaterales del virus.
Liset Orellana es una emprendedora. Además de periodista es la propietaria del periódico en línea El Metropolitano Digital. Para llegar a este punto tuvo que vencer muchos prejuicios y quedarse casi en la calle en el afán de mantener una plantilla y gastos fijos como local y servicios básicos. Cuando su periódico estaba despegando el coronavirus atacó no solo su estabilidad, también su salud.
Ella ahora está en plena convalecencia del COVID-19. Aún así sigue reporteando y no ha parado de trabajar un solo día, porque según ella ese es un lujo que como mujer, madre y empresaria no puede darse.
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De acuerdo con datos de la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES), el 60% de los miembros de su gremio son mujeres.
La Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH), -en su más reciente encuesta y luego de un diagnóstico sobre el entorno del Trabajo de las Mujeres Periodistas y Comunicadoras Sociales en El Salvador en el año 2018-, indicó que el 90.38% de las participantes reconoció que existen prácticas que discriminan a las periodistas al interior de los medios de comunicación, mientras que otro 96.15% señaló que existen problemas de acoso sexual al interior de sus trabajos.
Sobre la base de dichos datos, el panorama de ser mujer periodista en un país como El Salvador conlleva grandes retos que están relacionados a la violencia de género. Actualmente se les han sumado entre otros retos el riesgo de contagio, la censura, problemas tecnológicos y económicos.
“Eso (el reto económico) es lo más difícil”, dice Orellana, aludiendo, por ejemplo, al pago de los sueldos de los periodistas que trabajan para ella. Estos pagos, afirma, dependen de lo que recauda de sus anunciantes.
“Ves que se acerca el fin de mes y el cliente al que le brindas el servicio no te ha pagado y tenés que ajustar y hablar con el personal y decirle que te de uno o dos días más para pagarles”, dijo, exponiendo que se trata de una cadena y la realidad de muchos emprendedores.
“Vamos coyol quebrado, coyol comido”, dice, refiriendo que van sobreviviendo un día a la vez y sin ahorros que permitan márgenes de maniobra para sobrepasar la crisis.
Rescatar lo positivo
Con el COVID-19 no todo ha sido negativo, ya que el trabajo desde casa ha sido una forma de minimizar costos. “Es una de las ventajas de un proyecto digital. Porque prácticamente lo que necesitas es una computadora, internet y desde ahí puedes trabajar”, explica.
Esta emprendedora cuenta que para ella y su equipo la tecnología ha jugado un papel fundamental para mantener a flote el negocio. A través de “WhatsApp” mantiene la comunicación y coordinación, en especial porque desde que empezó la cuarentena decidió que casi todo se haría remoto “por protección del equipo”. Solo si surge algo especial o extraordinario se va al lugar: “Prefiero no exponerlos tanto”. Dijo además que la forma en que se comunica ha cambiado.
Otro punto con el que las mujeres periodistas como ella están luchando es con el doble rol de profesional y madre, que las obliga a trabajar y supervisar al mismo tiempo el trabajo en línea de sus hijos. “Al inicio fue una sobrecarga laboral y emocional”, sostiene. También afirmó que nadie estaba preparado para la educación en línea en El Salvador y desde su punto de vista los maestros seguían dejando guías enormes de tareas que al final no eran para los niños sino para los padres.
Con la nueva filosofía de Orellana de “una cosa a la vez, lo que pueda hacer y lo que no pueda en otro momento”, su horario laboral se ha vuelto más largo y el descanso menor, dice.
Una conclusión ha sacado para cuando todo esto pase. “No deberíamos ser los mismos, pienso que esta pandemia nos tiene que cambiar a todos de una u otra forma. Visualizo que después que pase esto tenemos que ser mejores personas, solidarios, empáticos y tener una mejor cultura. Yo he priorizado que la familia es lo más importante”.
Como periodista piensa que la forma de hacer periodismo también va a cambiar, que la profesión “tiene que adaptarse a los nuevos tiempos y las nuevas tecnologías”.
Cese y renuncia en plena pandemia
Wendy Mata, colega de Lisset Orellana y que ejerce a cerca de 446 millas de distancia de ella, en Costa Rica, donde la situación laboral para las mujeres es muy diferente, también se ha enfrentado a las secuelas del COVID-19. Wendy se quedó sin trabajo a semanas de haber llegado el virus a su país.
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Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), el desempleo en Costa Rica fue del 15,7 % entre febrero y abril de 2020. En total la tasa de desempleo aumentó en 4,4 puntos porcentuales, comparados al mismo trimestre de 2019, lo que representa 102.000 personas más sin trabajo, para un total de 379.000.
La tasa de desempleo de mujeres resultó mayor que los hombres, con un 20,8% versus el 12,2% respectivamente.
Para Mata, su cese fue una situación muy fuerte ya que la crisis económica que generó la enfermedad dejó sin valor la preparación de años, pero no anuló su determinación de salir adelante, aunque ella explica que su situación no tenía que ver con el hecho de ser mujer sino por el contexto.
“Yo estoy metida en el tema completamente (…) por mi mente no pasa quedarme sin trabajo, porque estoy con la fuente que más cobertura tiene en ese momento”, explicó Mata, aludiendo a que cubría temas de salud.
Dijo además que con el cierre económico, bajó también la pauta en los medios de comunicación y eso se transformó en el cese de contratos temporales de algunos periodistas en la radio para la que ella laboraba, Noticias Columbia, cuando más cobertura se estaba dando.
“No fue que suspendieron sólo a mujeres periodistas. En realidad, nos suspendieron a varios”, apuntó Mata. Entre los afectados , dice, estaban tres hombres y dos mujeres. No obstante, actualmente Mata está trabajando en temas de comunicación institucional para el Ministerio de Educación.
Aunque fue llamada a regresar a la radio, explicó que decidió no hacerlo porque "eso no era sostenible" por las reglas del organismo estatal, su nuevo empleador: “Me vi obligada a renunciar a la radio”, citó.
Mata confía en sus capacidades para enfrentar cualquier reto, y la comunicación institucional es el desafío que ahora tiene por delante.
“En la vida hay cosas difíciles. Alrededor pueden pasar muchas cosas, pero nosotras tenemos el poder de marcar la diferencia”, concluye.