China, el aliado más poderoso de Rusia, se mostró notablemente comedido en su reacción inicial a la invasión rusa a Ucrania y ofreció poco apoyo directo a Moscú, cuando gran parte del mundo busca aislar a Moscú económica y diplomáticamente.
“Me gustaría decir que China está siguiendo de cerca la situación en Ucrania”, dijo el jueves la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Hua Chunying, en una rueda de prensa. “Hacemos un llamado a todas las partes para que ejerzan moderación y eviten que la situación se salga de control".
“Todavía esperamos que las partes involucradas no cierren la puerta a la paz y, en cambio, entablen un diálogo y una consulta para evitar que la situación se agrave aún más”, dijo.
También lea La invasión de Rusia a Ucrania prosigue pese a oleada de sancionesUn diplomático extranjero con base en Beijing dijo que la declaración era consistente con los recientes comentarios de China sobre la crisis de Ucrania, pero expresó su sorpresa de que Hua no prometiera a Moscú más ayuda contra lo que los líderes occidentales dicen que serán sanciones económicas "aplastantes".
“Esto es más o menos lo que ha estado diciendo China en los últimos días”, agregó el diplomático, que pidió no ser identificado. “Lo mínimo que uno hubiera esperado de Beijing es una garantía de que seguirá adelante con el reciente acuerdo sobre la compra de gas a Rusia”.
Sin embargo, hubo señales de que China ayudará a suavizar el golpe de las sanciones previstas, algunas de las cuales ya han sido anunciadas. El departamento de Aduanas de China publicó una nueva orden firmada el miércoles para la compra de trigo ruso.
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Los dos países anunciaron un acuerdo comercial para la venta de trigo y cebada a China el pasado 8 de febrero. Parecían estar decididos a anunciar la transacción incluso cuando las tropas y los tanques rusos estaban entrando en Ucrania.
Durante la conferencia de prensa, la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores discrepó con los periodistas occidentales sobre si la acción militar rusa debería llamarse "invasión".
"Con respecto a la definición de una invasión [...]. El tema de Ucrania tiene otros antecedentes históricos muy complicados que han continuado hasta el día de hoy. Puede que no sea lo que todos quieren ver", afirmó.
Expertos chinos se han hecho eco del argumento del presidente ruso, Vladimir Putin, de que Moscú simplemente está respondiendo a la agresión occidental y al maltrato de las poblaciones de habla rusa en Ucrania.
"Creo que la operación militar de Rusia es una reacción de Moscú hacia la presión ejercida por los países occidentales sobre Rusia durante mucho tiempo, lo que demuestra que Moscú no puede tolerarlo más", afirmó al diario estatal Global Times, Yang Jin, investigador asociado del Instituto de Rusia en Europa del Este y Estudios de Asia Central bajo la Academia China de Ciencias Sociales.
Dilema chino
Hay señales de que Beijing está atrapada en un dilema. No quiere apoyar ni justificar el ataque ruso a Ucrania porque podría dañar su relación política y comercial con el mundo occidental.
Beijing está particularmente preocupado por los expertos occidentales que sugieren que la invasión de Ucrania podría ser una prueba para China, que durante mucho tiempo se ha negado a descartar una toma militar de Taiwán.
Según una fuente expertas en el tema, China no quiere que la atención se centre en ella en esta etapa.
Por otro lado, quiere ser visto como un país que apoya a sus amigos y aliados, lo que explica su decisión sobre la compra de trigo. Se espera que Beijing ofrezca más oportunidades comerciales para aliviar la presión económica sobre Rusia, pero evite cualquier medida política o militar importante, dijo el diplomático.
Fuentes cree que Putin consultó a su homólogo chino, Xi Jinping, sobre las posibles consecuencias de una invasión a Ucrania durante una visita a Beijing el 4 de febrero. También discutieron posibles formas de superar los nuevos desafíos que generaría un ataque a Ucrania.
El mismo día, la empresa petrolera estatal rusa Gazprom anunció que firmó un acuerdo de 30 años para la venta de gas natural que se suministrará a China a través de una ruta en el Lejano Oriente.
Los dos países estaban preparados para una posible decisión europea de detener la activación del gasoducto Nord Stream 2, construido para transportar gas ruso bajo el Mar Báltico, directamente a Alemania.
Estados Unidos está particularmente preocupado por una fuerte asociación entre China y Rusia.
“Creemos que Rusia y la República Popular China quieren [un orden mundial] que es y sería profundamente antiliberal, un orden que contrasta con el sistema que países de todo el mundo(…) han construido en las últimas siete décadas”, señaló el miércoles Ned Price, portavoz del Departamento de Estado.
Price aseguró que “es un orden que en muchos sentidos es destructivo, en lugar de aditivo”.
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