Cuestionan predicción de terremotos

La prefectura de Miyagi, Japón, una semana después del terremoto y tsunami de 2011.

Algunos investigadores de renombre cuestionan las presunciones de larga data sobre las que se fundamenta la predicción de los terremotos.

Aseguran que es hora de una revisión importante de los métodos usados para predecir dónde y cuándo va a golpear un terremoto.

Fallas

Tres terremotos grandes -el de Sichuan, China en 2008; el de Haití en 2010 y el de Japón el año pasado- han llevado a lo que los científicos reconocen es una falla vergonzosa.

Nunca previeron que esos temblores podrían provocar la destrucción y las víctimas que finalmente causaron en esos lugares específicos.

Aun en Japón, donde se cuenta con alta tecnología en la investigación sismológica y de tsunamis, y sofisticados mapas de riesgo, la potencia del terremoto del 11 de marzo y el tsunami posterior fueron vastamente subestimados.

El profesor de Ciencias de la Tierra, Seth Stein, de la Northwertern University de Chicago dice que aquel fue un día para ser humilde.

“Uno, nuestra capacidad para estimar el peligro de un temblor no es muy buena”, hace notar Stein. “Y, dos, las políticas que tenemos para mitigar los peligros de los terremotos muchas veces no son muy bien pensadas en términos de que las decenas o cientos de miles de millones de dólares que se gastaron en esas defensas contra los tsunamis no sirvieron de nada”.

Esperar lo inesperado

El sismólgo Robert Geller de la Universidad de Tokio es uno de los co-autores, junto a Stein, de un nuevo artículo que intenta desarmar algunas de las suposiciones estándar en ese campo, como el hecho de que los terremotos suceden en ciclos.

“Muchos geólogos todavía continúan en la inercia intelectual de usar términos como ‘ciclo sísmico’ o ‘terremoto característico’ o ‘ciclo de temblores’ o cosas por el estilo. Así que nos hemos vuelto prisioneros hasta cierto punto de los términos que ocupamos”, explicó Geller. “Es hora de que el campo de la sismología y el de la ciencia de los terremotos vuelvan a pensar algunos de estos preceptos básicos”.

Geller dice que sus colegas alrededor del mundo necesitan aprender de nuevo a “esperar lo inesperado” en lo que a terremotos se refiere.

“Desafortunadamente no tenemos, en este momento, la capacidad científica de hacer predicciones específicas con anticipación inmediata, o, digamos, con años de anticipación”, dice. “Todo ese tipo de predicciones se han hecho ya, pero usualmente no se cumplen”.

Geller tiene un armario lleno con publicaciones, producidas por científicos y charlatanes por igual, en las que se proclaman métodos de predecir terremotos, todos los cuales se ha encargado con mucho esfuerzo de descartar.

Limitaciones

En el departamento de Ciencias Planetarias y de la Tierra de Northwestern, dice Stein con perspicacia, probablemente fue un error saltar con tanto entusiasmo hacia los mapas de riesgo de terremotos sin notar las limitaciones.

“Ahora ya tenemos los mapas. Todos los países tiene alguna agencia que hace estos mapas y los ingenieros los estudian”, dice Stein. “Tiene un poco de sentido, pero hay muchos problemas con ellos y la incertidumbre es mucho más grande de lo que pensábamos”.

Geller ve estos mapas de riegos como un riesgo en sí mismos.

“Se basan en suposición tras suposición. Si los tratas como si fueran algo en lo que se puede confiar literalmente como si fueran extremadamente exactos, entonces estás en problemas”, dijo.

Mejores mapas

Esto ha llevado a considerar crear mejores mapas y los científicos intentan descifrar cómo.

Pero para mientras tanto, Stein reconoce que la naturaleza tiene la sartén por el mango.

“Jugamos contra la naturaleza. Es una apuesta grande”, dijo Stein. “Realmente no entendemos bien todas las reglas. Debemos ser muy cuidadosos al formular las mejores estrategias que podamos, dados los límites de nuestro conocimiento”.

Una respuesta está en analizar de mejor manera los datos existentes, yendo hacia más atrás en el tiempo.

Geller dice que estos métodos posiblemente puedan prevenir tragedias futuras.

“Estos mega tsunamis, se tenían tres cada 3.000 años, una vez cada mil años o algo así. De manera que si se tiene una planta nuclear con una vida operativa de 50 años se habla de una probabilidad de 5% de que haya un mega tsunami (durante el tiempo de operación de la planta)”, explicó Geller. “Esa es una probabilidad suficiente como para preocuparse”.

Nuevas políticas

Geller muestra su decepción de que no haya cambiado mucho en Japón luego de marzo del 2011 en lo que se refiere a revisar las suposiciones y crear nuevas políticas de mitigación de desastres.

Geller había advertido, antes del terremoto de magnitud 9,0 del año pasado, que no era correcto asumir que lugares como la costa de Fukushima tenían menor riesgo de sufrir estos temblores fuertes.

“Realmente no estoy contento con esto. Ojalá que me hubiera equivocado”, dijo. “No es muy agradable decir 'se los dije' cuando tanta gente perdió su vida o sus casas o las evacuaciones que provocó el accidente nuclear”.

La semana pasada el gobierno de Japón incrementó significativamente el estimado de muertes que provocaría un terremoto similar en intensidad al de la región de Tohoku, si golpeara la parte central y occidental del país.

El consejo de prevención de desastres estima ahora que un terremoto así podría provocar hasta 323.000 personas donde la mayoría de las muertes serían causadas por el tsunami resultante, como fue el caso en 2011. Pero dice, haciendo eco de algo que habíamos oído antes del desastre del año pasado, que la probabilidad de que un terremoto tan poderoso así suceda, es “extremadamente bajo”.