Mucha gente, en el mundo entero, utiliza el horno microondas todos los días, sin saber que, en un momento, una parte crucial de éste era un secreto militar inmenso.
En 1940, la situación en Europa era desesperada, con las fuerzas alemanas en preparación para invadir Gran Bretaña con sus submarinos, conocidos como u-boots, que diezmaron los convoyes que venían de Estados Unidos.
En septiembre de ese año, una importante delegación británica viajó a Estados Unidos en busca de ayuda para la manufactura de invenciones secretas, que incluían un tubo al vacío, que podía emitir microondas, esencial para construir radares más eficientes.
“El radar microondas, el cual utiliza antenas parabólicas como las de hoy en día, cambió fundamentalmente el radar de ondas de baja frecuencia, a todas las ventajas que nos dan las ondas de alta frecuencia”, explica Larry Schette, de la oficina estadounidense de investigaciones navales.
Un nuevo tubo llamado magnetrón de cavidad, habilitó a los operadores de radar para poder distinguir entre aviones individuales, al igual que submarinos sumergidos, ayudando así a cambiar el curso de la guerra.
A la vez, el magnetrón ayudó en nuestra cocina diaria, cambiando el mundo culinario, siendo el componente primordial de nuestro microondas.
Un grupo de militares canadienses, estadounidenses y británicos se reunieron, en Washington, para conmemorar la misión que trajo secretos militares de Estados Unidos a Gran Bretaña, ahora en busca de nuevas tecnologías con el potencial de traerlos al uso diario, en nuestras vidas.
“Trabajamos en la fotónica y la alta energía, densidad energética y energía dirigida, no solo en la implementación de armas sino además, para el almacenaje de energía en los barcos y su uso en tierra”, añadió el almirante Mathias Winter, jefe de investigación naval.