Al menos 17 personas muertas y cuantiosos destrozos es el saldo dejado por fuertes tormentas y tornados que azotaron varios estados del sur de EE.UU. el viernes.
En Alabama, los furiosos vientos cobraron la vida de al menos siete personas, incluyendo los miembros de tres familias cuyas viviendas quedaron hechas pedazos y entre los árboles de un bosque.
Una madre y sus dos hijos fueron también víctimas fatales de las tormentas en el condado Washington, a unos 80 kilómetros al norte de la ciudad de Mobile, y además se reportaron muertes en Arkansas, Oklahoma, y Mississippi.
En Boone's Chapel, a unos 40 km de Montgomery, en Alabama, uno de los damnificados, Henley Hollo, dijo que el paso del tornado fue “realmente rápido, de repente las luces se apagaron, todo duró menos de un minuto”.
El gobernador de Alabama, Robert Bentley, declaró el estado de emergencia en el estado, mientras que según testigos, en Mississippi los vientos destruyeron o dañaron docenas de hogares, negocios e iglesias serpenteando a lo largo de kilómetros y dejando intactas a un lado y otro de su trayectoria algunas edificaciones.
Los meteorólogos habían advertido del peligro con tres días de anticipación, pero aún así los vientos de hasta 128 km por hora y las abundantes descargas eléctricas dejaron una estela de destrucción y muerte en una región tan acostumbrada a las tormentas que esta vez muchos subestimaron.
En Crystal Springs, Arkansas, un rayo partió un árbol que cayó sobre una casa y mató a una niña de 18 meses y a su padre mientras dormían; en Little Rock sucedió lo mismo con una madre y su hijo de 8 años, y en Bald Knob, la víctima fue un menor de 6 años.
Los peores destrozos en Oklahoma ocurrieron en el pequeño poblado de Tushka, donde un tornado hizo trizas o causó grandes daños prácticamente a todas las viviendas.