EE.UU.: influencia de presidentes no expira

Club de presidentes, de izquierda a derecha: George H.W. Bush, Barack Obama, George W. Bush, Bill Clinton y Jimmy Carter.

En nuestros días, los exmandatarios estadounidenses no suelen jubilarse una vez que abandonan la Casa Blanca sino que por el contrario siguen ejerciendo influencia en la vida pública.
Después de que un presidente de EE.UU. se marcha de Washington porque censan sus funciones en la Casa Blanca el concepto de jubilación no cuenta para ellos, tal y como lo han demostrado en la práctica muchos exmandatarios.

Tras abandonar el despacho oval en enero de 2009, George W. Bush, no dejó de tener vida pública, y el año pasado laboró junto a voluntarios en Zambia para remozar una clínica que se especializa en tratamientos contra el cáncer uterino.

Aunque según él, prefiere no llamar la atención sobre su trabajo personal, Bush recurre a su condición de expresidente para atraer la atención sobre asuntos importantes. “En otras palabras, creo que el mejor tipo de servicio es el que se presta calladamente”, ha dicho.

No es fortuito que el presidente Barack Obama nombrara en 2010 a Bush y al expresidente Bill Clinton para encabezar los esfuerzos a fin de recolectar fondos de ayuda tras el terremoto en Haití.

Aunque el rol de algunos puede ser limitado, según el historiador Richard Norton, hay quienes acuden a ellos de diversas maneras "para que les sirvan de asistencia”.

Clinton y el expresidente George H. W.Bush (padre) visitaron Indonesia luego del devastador maremoto en 2004, y recaudaron fondos y movilizaron la opinión pública después de que el huracán Katrina arrasó parte del sur de EE.UU. en 2005.

Según historiadores, la vida pospresidencial ha evolucionado en el país, porque antes de 1958 los expresidentes no contaban con pensiones, espacio de oficinas pare ellos, personal y otros beneficios que en cierto grado les dan otras posibilidades. La tecnología moderna, además, los vincula más al público.

Aparte de su filiación partidista, la gente establece relaciones con ellos y sus familiares. Y ese es el caso por ejemplo de Ronald Reagan, cuando en 1994 dio a conocer mediante una carta que se le había diagnosticado Alzheimer. Su esposa, Nancy Regan, dijo después que ambos consideraron que la ocasión era propicia para concitar interés público por la enfermedad.

El autor de varios libros sobre la presidencia en EE.UU., Mark Updegrove, asegura que los expresidentes pueden dedicarse a causas de una forma en que no pueden hacerlo cuando están al frente del país.

“Cuando uno es presidente no siempre puede establecer la agenda, tiene que reaccionar a los sucesos que acontecen alrededor, nacional e internacionalmente, de modo que uno tiene idea de lo que quiere hacer, pero la presidencia se le torna en algo muy diferente”, dijo.

Algunos como Jimmy Carter, por ejemplo, creen que la labor hecha después de abandonar la Casa Blanca “ha sido la más emocionante, productiva, intrépida, impredecible y gratificante".

Tras dejar la presidencia en 1981, la obra de Carter se ha centrado en asuntos relacionados con la salud, derechos humanos, y promoción de la democracia, incluida la supervisión de elecciones en otros países.