En medio de un cierre de gobierno por falta de consenso para la construcción de un muro en la frontera sur de Estados Unidos, el Triángulo Norte de Centroamérica se prepara para una nueva caravana a pesar de los resultados no muy alentadores de la anterior.
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La caravana que partió en noviembre de 2018 con destino a EE.UU. comenzó con unos 6.000 centroamericanos, en su mayoría hondureños, pero gran parte de ellos no cumplió sus objetivos.
Según el vocero de la Patrulla Fronteriza, la agencia ha detenido a la mitad de este grupo: unas 2.600 personas relacionadas con la caravana, en el área de San Diego, California.
Por otra parte, las autoridades mexicanas afirman que unos 1.300 de estos migrantes y otros 2.900 habrían recibido visas humanitarias para trabajar legalmente en el país.
Un grupo de 700 todavía continuaría en el refugio establecido por el gobierno mexicano en una antigua sala de conciertos al aire libre.
Según datos del embajador de Honduras en México, 97% de los migrantes que soliciten asilo en Estados Unidos serán deportados. De los 2.500 hondureños que continúan en México, de caravanas anteriores, solo el 3% tendría la posibilidad de lograr el asilo.
Debido a que las autoridades estadounidenses solo procesan una cantidad de solicitudes de asilo por día, los migrantes que apuntaron sus nombres en la lista enfrentan una espera de meses.
Además, la cancillería hondureña asegura que la mitad de los hondureños que han salido en los últimos meses, unos 7.200 de 13.000, solicitaron la repatriación voluntaria.
En las últimas caravanas, al menos once hondureños habrían muerto en distintos accidentes en su camino a EE.UU., según reportes oficiales del país centroamericano.
Ante la inminencia de esta nueva caravana, que arrancó la noche del lunes 14 desde San Pedro Sula, norte de Honduras, el gobierno ha intentado persuadir a los ciudadanos para que no realicen el viaje.
Una de las medidas que adoptó fue enviar más policías al pase fronterizo con Guatemala, en Aguas Calientes.
El ministro de Seguridad de Honduras, Julián Pacheco, aseguró que buscan asegurarse de que quienes salgan lo hagan con los papeles correctos. Los menores de edad deberían tener su pasaporte y una autorización escrita de los padres, mientras a los que van solos se les pide el documento de identidad.
La mayoría de las personas que deciden realizar este peligroso viaje argumentan la situación económica y la violencia como su principal motivo.
Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en Honduras un 68 por ciento de la población vive en pobreza; mientras según el Ministerio de Seguridad, hay un promedio de 11 homicidios diarios.
Como en el caso de las anteriores, esta caravana se gestó en las redes sociales, pero se movió de boca en boca por los barrios del país.
A pesar del anonimato que esto pueda brindar, las autoridades capturaron este martes al hondureño Juan Carlos Molina, señalado como promotor de la nueva caravana de migrantes, por tener una orden de captura al ser acusado de violación.
Estos nuevos migrantes inquietan a dirigentes políticos, especialmente a Donald Trump y a líderes de la región. La situación hace que el mandatario estadounidense justifique una vez más la construcción del muro fronterizo y exija los 5.700 millones de dólares que lo han puesto en desacuerdo con los demócratas y ha ocasionado el cierre parcial de gobierno más largo de la historia de EE.UU.