Jóvenes estadounienses, estudiantes de posgrado, cuentan sus experiencias y dan sus consejos a los votantes futuros y actuales.
Si uno quiere cambio tiene que actuar. Cuando me registré por primera vez como votante en la ciudad de Columbia en Carolina del Sur, en el verano de 2008 pensé en mi futuro voto como una forma de cambiar este país.
Me emocionaba votar, principalmente porque forma parte del proceso de hacerse mayor en el que todo estadounidense participa al cumplir los 18 años, y yo estaba listo para hacer lo mismo.
¿A quién votar?, ¿por qué votar?, ¿quiero votar basándome únicamente en los rumores, o basándome en la realidad?, ¿cómo se puede votar sin seguir a las masas?, me preguntaba.
Finalmente llegué a la conclusión de que para estar satisfecho con mi voto antes tenía que investigar. Me metí en todos los debates políticos que puede, a través de los medios, tertulias, charlas de cafetería y eventos universitarios. Tenía que entender que es lo que estaba pasando en mi país, y en qué lugar me veía a mí mismo en medio de todo ello.
Tenía que decidir si quería ser un republicano, demócrata, o independiente. Me preguntaba si mis valores y creencias se acercaban más a los liberales o los conservadores. Las preguntas parecían no terminar, y aún no lo han hecho.
En el día de la elección eché mi voto para el presidente de Estados Unidos, y me sentí extremadamente orgulloso. Pero eso fue hasta que leí el resto de la papeleta, donde para mi sorpresa había infinidad de nombres que no decían nada para mí.
Había líneas en las que te preguntaban si querías aprobar o denegar una determinada ley, si querías elegir a tal o cual candidato. Descubrí que no podía decidir una buena decisión debido a mi falta de conocimiento sobre los individuos y leyes en cuestión.
Me quedé allí, delante de la computadora, durante mucho más tiempo que el resto de votantes. Pero estaba decidido a hacer un esfuerzo a conciencia para tomar la decisión correcta, pero no sabía cómo.
Al final del día decidí votar de la mejor forma posible de cara a lo que sabía, y a ms creencias personales. Leí detenidamente cada ley para determinar qué pasaría si fuera aprobada u como me afectaría si fuera rechazada. Tenía que tomar decisiones para las cuales no estaba preparado, pero estaba contento de tener el derecho a decidir.
Para estar más preparado en las próximas elecciones, he estado leyendo, escuchando y prestando mucha atención a todo lo que pasa en el mundo de la política, Estoy seguro de que no conoceré cada uno de los asuntos que encuentre en la papeleta en Noviembre, pero estoy seguro de que podré tomar una decisión consciente.
Karla Stevenson, una estudiante de posgrado en la Universidad de Howard, votó por primera vez en 2004 y para ella esto supone un gran logro en su vida. “Cuando voto me siento como si no solo lo hubiera hecho por mí misma, sino también por mis ancestros quienes no podían votar”, dice Stevenson. Stevenson siente que votar es un derecho que todo el mundo debería apreciar, y aprovechar al máximo las ventajas que trae.
Votó por primera vez durante su matriculación en la Universidad de Mujeres de Bernnett, donde marchó a las urnas junto con toda su escuela. “Las lindas de Bennett son campanas que votan” (con rima en inglés, “Bennett Belles are Voting Bells”), esta frase, bien conocida por aquellos que están familiarizados con la institución y sus experiencias en la promoción del derecho al voto, les motiva a hacer una marcha todos años.
Votar ha sido considerado un derecho que nunca debería ser quebrantado. Aunque haya obstáculos que puedan alzarse en contra de que uno vote, uno debe luchar para que se le escuche. Uno debe informarse y formarse sobre los eventos en el mundo político, los cambios en su comunidad y las actividades de los cargos que resultan electos.
Me emocionaba votar, principalmente porque forma parte del proceso de hacerse mayor en el que todo estadounidense participa al cumplir los 18 años, y yo estaba listo para hacer lo mismo.
¿A quién votar?, ¿por qué votar?, ¿quiero votar basándome únicamente en los rumores, o basándome en la realidad?, ¿cómo se puede votar sin seguir a las masas?, me preguntaba.
Finalmente llegué a la conclusión de que para estar satisfecho con mi voto antes tenía que investigar. Me metí en todos los debates políticos que puede, a través de los medios, tertulias, charlas de cafetería y eventos universitarios. Tenía que entender que es lo que estaba pasando en mi país, y en qué lugar me veía a mí mismo en medio de todo ello.
Tenía que decidir si quería ser un republicano, demócrata, o independiente. Me preguntaba si mis valores y creencias se acercaban más a los liberales o los conservadores. Las preguntas parecían no terminar, y aún no lo han hecho.
En el día de la elección eché mi voto para el presidente de Estados Unidos, y me sentí extremadamente orgulloso. Pero eso fue hasta que leí el resto de la papeleta, donde para mi sorpresa había infinidad de nombres que no decían nada para mí.
Había líneas en las que te preguntaban si querías aprobar o denegar una determinada ley, si querías elegir a tal o cual candidato. Descubrí que no podía decidir una buena decisión debido a mi falta de conocimiento sobre los individuos y leyes en cuestión.
Me quedé allí, delante de la computadora, durante mucho más tiempo que el resto de votantes. Pero estaba decidido a hacer un esfuerzo a conciencia para tomar la decisión correcta, pero no sabía cómo.
Al final del día decidí votar de la mejor forma posible de cara a lo que sabía, y a ms creencias personales. Leí detenidamente cada ley para determinar qué pasaría si fuera aprobada u como me afectaría si fuera rechazada. Tenía que tomar decisiones para las cuales no estaba preparado, pero estaba contento de tener el derecho a decidir.
Para estar más preparado en las próximas elecciones, he estado leyendo, escuchando y prestando mucha atención a todo lo que pasa en el mundo de la política, Estoy seguro de que no conoceré cada uno de los asuntos que encuentre en la papeleta en Noviembre, pero estoy seguro de que podré tomar una decisión consciente.
Karla Stevenson, una estudiante de posgrado en la Universidad de Howard, votó por primera vez en 2004 y para ella esto supone un gran logro en su vida. “Cuando voto me siento como si no solo lo hubiera hecho por mí misma, sino también por mis ancestros quienes no podían votar”, dice Stevenson. Stevenson siente que votar es un derecho que todo el mundo debería apreciar, y aprovechar al máximo las ventajas que trae.
Votó por primera vez durante su matriculación en la Universidad de Mujeres de Bernnett, donde marchó a las urnas junto con toda su escuela. “Las lindas de Bennett son campanas que votan” (con rima en inglés, “Bennett Belles are Voting Bells”), esta frase, bien conocida por aquellos que están familiarizados con la institución y sus experiencias en la promoción del derecho al voto, les motiva a hacer una marcha todos años.
Votar ha sido considerado un derecho que nunca debería ser quebrantado. Aunque haya obstáculos que puedan alzarse en contra de que uno vote, uno debe luchar para que se le escuche. Uno debe informarse y formarse sobre los eventos en el mundo político, los cambios en su comunidad y las actividades de los cargos que resultan electos.