Llimer Leonardo Jarquin es originario de El Paraíso, un departamento situado en el oriente de Honduras, y lleva nueve meses viviendo en España. Explica que la falta de seguridad y “el costo de la vida” lo llevaron a dejar su país natal y empezar desde cero en Barcelona. Además, agrega que la situación laboral en la nación centroamericana, a la que califica como “precaria”, fue otro de los motivos que lo impulsaron a emigrar.
“Los únicos que ofrecían un poco de estabilidad eran los empleos de gobierno, pero el Estado no puede seguir cargando con más de lo que ya tiene. La empresa privada, que hace sus esfuerzos, no puede sostener a tantos. Honduras tiene más de 2 millones de personas aptas para trabajar que no lo están haciendo. Desgraciadamente esto crea la incertidumbre la inestabilidad política y las grandes caravanas de migración”, dijo.
En ese sentido, Jarquin se muestra satisfecho ante el acuerdo entre España, Honduras y EEUU, a través del cual, bajo el objetivo de aliviar la presión migratoria de las fronteras estadounidenses, está previsto que unos 500 hondureños puedan trabajar en España de manera temporal en el sector de la agricultura.
“Tal vez el número se queda corto, pero para dar un inicio a un proceso migratorio regulado y sobre todo seguro es un gran comienzo”, señaló.
También lea ¿Qué dice la Declaración de Migración de Los Ángeles?Una opinión similar tiene Jorge Iria, presidente de la Asociación Cultural Social y Arte Culinario de Honduras y amigos, quien lleva más de 30 años residiendo en España.
Iria califica el pacto como “un acuerdo que está muy bien”, pero afirma esperar que en un futuro este tipo de convenios “se amplíen”, sobre todo para frenar la migración irregular de hondureños hacia EEUU, que lleva a los migrantes a una larga travesía llena de amenazas.
Asimismo, este hondureño originario de La Ceiba, afirma que muchos de sus compatriotas que han trabajado en el sector agrícola a través de programas similares, están “muy contentos”:
“Es una gran oportunidad para ellos”, expresó.
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El acuerdo para duplicar las visas de trabajo a los hondureños y que estos puedan trabajar en España por un tiempo limitado se dio a conocer durante la clausura de la IX Cumbre de las Américas, celebrada a principio de junio en Los Ángeles.
“Son acuerdos que se hacen para que el migrante puedan venir a territorio español a (desempeñar) unos trabajos puntuales, con el compromiso de retorno”, explicó la abogada de extranjería Neivy Tolentino, directora del bufete Tolentino Abogados, con sede en Madrid.
Representantes diplomáticos de España y Honduras se reunieron en 2021 para abordar la cuestión migratoria y, especialmente, buscar soluciones a la migración irregular. Ese año, Madrid adelantó que, durante 2022, unos 250 trabajadores hondureños se beneficiarían de un programa de migración circular.
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El canciller de España, José Manuel Albares, se reunió recientemente con su homólogo hondureño, Enrique Reina. Durante una rueda de prensa tras el encuentro, Albares definió el programa como “exitoso” y señaló “que da beneficios a ambos pueblos”.
Asimismo, el jefe de la diplomacia española afirmó que la ampliación del programa se basará principalmente en la recogida de frutos rojos.
Por su parte, el canciller hondureño expresó que España “es un país hermano” y destacó el trabajo que vienen desarrollando ambos gobiernos. También subrayó que Tegucigalpa ha recibido la ampliación del programa “con mucho beneplácito”.
Un destino cada vez más habitual
Según datos del gobierno español, en los últimos cinco años el número de hondureños residiendo en España prácticamente se ha triplicado. En 2015 había 43.000 hondureños en la nación ibérica, mientras que en 2021 la cifra alcanzó los 122.000 migrantes.
La provincia de Huelva, en el sur de España, es uno de los lugares donde se llevó a cabo el programa piloto de migración circular, que empezó en enero y terminó este mes. A través de éste, 250 ecuatorianos y 250 hondureños pudieron trabajar durante la campaña de recolección de frutos rojos.
El responsable de movilidad y políticas migratorias y secretario general de UPA, Manuel Piedra, quien se desplazó hasta Latinoamérica para hacer las contrataciones, explicó que algunas dificultades a las que tuvieron que enfrentarse esos empleados fue el cambio horario y las temperaturas cambiantes, que en invierno pueden llegar a los 7 grados Celsius y en verano superar los 30 grados.
Aunque el experto afirmó que tres de los empleados abandonaron el programa y volvieron a su país natal porque no se terminaron de adaptar y a causa de problemas familiares, al hacer un balance general de la experiencia, la calificó como “muy satisfactoria por ambas partes”:
“Se han adaptado perfectamente. Se nota que están en el mundo rural y viven de la agricultura. No les ha costado trabajo entender ni ver cómo hay que recolectar nuestros productos. Nosotros, los empresarios, estamos satisfechos con su trabajo, son personas responsables”, dijo en referencia a los trabajadores, a quienes durante el proceso de selección, se les pide que tengan experiencia en el mundo agrícola.
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Por otro lado, Piedra añadió que está previsto que esos mismos trabajadores vuelvan en un futuro. Además, señaló que en reuniones que los empresarios con los empleados, estos pidieron que familiares directos y amigos también se pudieran beneficiar del programa, una decisión que dependerá del gobierno español.
Según explicó el profesional, los empresarios están a cargo de pagar el billete de ida de los latinoamericanos seleccionados para participar en el programa.
También proporcionan vivienda a los trabajadores y les asesoran en los derechos que tienen al llegar a España, como el acceso a la sanidad pública. Con el dinero que han ganado tras meses de trabajo, los trabajadores se encargan de comprar los alimentos y abonar el importe del boleto de vuelta.
Los campesinos trabajan como máximo 6 horas y media al día y reciben 51,12 euros brutos por jornada, lo que equivaldría a unos 1.081 dólares al mes, de acuerdo con Piedra. Es un sueldo más alto en comparación con el que esos trabajadores ganarían en Honduras, donde el salario mínimo más bajo es de unos 304 dólares al mes.
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