Fuerzas de seguridad iraquís trabajan este martes para sacar a los combatientes del grupo Estado islámico que quedan en Ramadi luego de recobrar el complejo gubernamental en el centro de la ciudad.
La caída de Ramadi, capital de la provincia de Anbar, el año pasado, fue un fuerte golpe para el gobierno del primer ministro Haider al-Abadi, pero luego del éxito de este lunes, Abadi salió en la televisión para declarar que 2016 será el año en que el Estado islámico será expulsado de Irak.
Dijo que Mosul, la segunda ciudad del país, es el próximo objetivo. “Vamos a liberar Mosul y este será el golpe fatal para acabar con Daesh”, como también se conoce al grupo yihadista.
Mosul cayó en manos de ISIS en junio de 2014, cuando el grupo arrasó varias áreas del norte y oeste de Irak y el este de Siria.
Según el gobernador de Anbar, Soheib Alrawi, el 80% de la zona urbana -incluyendo el centro con el distrito del gobierno- aún se encuentra en manos del Ejército iraquí. El resto de la ciudad aún no está totalmente bajo el control de los militares y debe ser liberado por unidades antiterroristas, dijo.
Una clave para el éxito fueron también los ataques aéreos masivos por parte de la coalición internacional liderada por Estados Unidos.
Los pocos cientos de combatientes de ISIS que permanecían en la ciudad colocaron trampas explosivas en viviendas, se desplazaron por un sistema de túneles y utilizaron terroristas suicidas, según el Instituto para el Estudio de la Guerra.
Para el grupo Estado islámico, la pérdida de Ramadi, que se encuentra a unos 100 kilómetros al oeste de la capital Bagdad, significa una de las mayores derrotas, tras ser expulsados de la norteña ciudad iraquí de Tikrit a finales de marzo.
En un año, los extremistas perdieron una cuarta parte de su territorio en Irak, también por el éxito de los kurdos en el norte.