¿Quedará la máscara como una costumbre después de la pandemia?

Pasajeros con máscaras en un autobús de la ciudad de Nueva York el 13 de noviembre de 2020.

Treinta y cuatro estados y el Distrito de Columbia requieren que las personas usen máscaras en público.

Hace un año, si uno veía a alguien usando una máscara, presumía que estaba enfermo, que era un individuo algo raro o paranoico. Hoy, debido a la pandemia de coronavirus, usar una máscara como prevención es algo muy normal para muchos estadounidenses.

Treinta y cuatro estados y el Distrito de Columbia requieren que las personas usen máscaras en público, pero ¿será un hábito que quedará después de la pandemia?

“Yo espero que habrá un efecto latente en el hábito de usar una máscara al salir de la casa o el apartamento”, dice Barum Mathema, un profesor adjunto de epidemiología de la Universidad de Columbia en Nueva York. “También podría ocurrir que cuando se vaya olvidando la pandemia, también se olviden los hábitos”.

No todos los estadounidenses han adoptado el uso de la máscara, especialmente los que la perciben a través de un lente político.

Sin embargo, las pandemias han cambiado hábitos públicos en el pasado. Usar una cubierta para el rostro es mucho más común en el este de Asia desde el brote de SARS, una enfermedad viral respiratoria, en 2003.

Expertos consultados por la Voz de América dudan que muchos estadounidenses sigan usando una máscara después de la pandemia.

“Presumo que en cada temporada de influenza y frío muchas personas lo estarán haciendo, pero no lo veo como una nueva costumbre nacional”, dijo el doctor Boris Lushniak, decano de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Maryland.

“Ya ha sido bastante duro hacer que las personas lo hagan en medio de todos los datos y toda la información de esta pandemia. Pienso que quedarán algunos, pero no que sea algo totalmente prevaleciente”, agregó.

Los saludos con los codos podrían quedarse como algo común, incluso en los deportes.

No obstante, el experto, quien fue vicecirujano general de Estados Unidos desde noviembre de 2010 a septiembre de 2015, espera que los apretones de manos sean menos comunes.

“Puedo ver que en el futuro, especialmente durante la temporada de catarros e influenza, la gente se va a cohibir de eso, como diciendo ‘miren, vamos a saludar, inclinarnos, o algo así’. Hagamos algo diferente”, dijo. “Así que pienso que habrá un giro cultural con el apretón de manos.

En general, los estadounidenses pudieran tocarse menos, opina el doctor Aaron Glatt, portavoz de la Sociedad de Enfermedades Infecciosas de América.

“Pienso que la facilidad con que nos tocábamos, abrazábamos, nos estrechábamos las manos (cambiarán). Pienso que habrá cambios en las prácticas sociales, en lo que se considere una forma aceptable de saludar, quizás con un toque de codos en lugar de un estrechón de manos, y quizás la gente no abrazará y besará tanto a los extraños”, dijo Glatt, quien también es profesor y jefe de enfermedades infecciosas en Mount Sinai South Nassau en Oceanside, Nueva York.

Otro impacto latente podría ser la expectativa de mayores niveles de limpieza.

“Cuando uno pasa por algo como una pandemia, independientemente de cómo uno se sienta políticamente, es una experiencia temerosa e impredecible. Y lo que creo es que ciertos hábitos que adoptamos, como los hábitos de higiene, probablemente queden hasta cierto nivel en el futuro”, dijo Mathema.

El lavado de manos más frecuente sería otra práctica que podría quedar después de la pandemia del coronavirus.

“La gente no aceptará (…) la falta de limpieza o poca higiene, y podrían pasar una toalla por donde antes no pensaban en hacerlo. También serán más cuidadosas para lavarse las manos”, señaló Glatt.

Las industrias podían cambiar también. Más empresas han abandonado el uso de papel y contacto durante la pandemia. Hay menos recibos que firmar, los restaurantes han cambiado sus menús de papel y las aerolíneas tienen nuevas normas de limpieza y filtración de aire.

Otro impacto a largo plazo de la pandemia podría ser que más personas se queden en sus casas cuando estén enfermas.

“Lo que hemos aprendido aquí es (…) que el mundo del teletrabajo ha abierto nuevas oportunidades para decir ‘miren, no me siento bien’. Eso antes se entendía como una señal de debilidad”, dijo Lushniak.

En mundo pospandemia, quedarse en casa será probablemente aceptado como una cortesía para los compañeros de trabajo y los pasajeros de transporte público, y un esfuerzo para frenar la propagación de enfermedades.