El arresto del obispo Rolando Álvarez considerado el más crítico de la Iglesia católica en Nicaragua con el gobierno del presidente Daniel Ortega, ha movilizado al exilio en Estados Unidos.
En Miami, Florida, donde vive una parte importante de la comunidad nicaragüense, se han organizado varios eventos para repudiar y condenar las acciones del Gobierno de Ortega. “Exigimos la libertad del monseñor Rolando Álvarez y la libertad religiosa en Nicaragua”, dijo Dina Díaz, una mujer que lleva viviendo en el sur de la Florida desde hace más de una década.
Al mismo tiempo, la nicaragüense puso de manifiesto “un llamado” a todos sus compatriotas para que “no tengan miedo, al igual que el monseñor Álvarez”, a pesar de que, en su opinión, el pueblo se ha convertido en una sociedad “tímida, fría e indiferente que no quiere salir a protestar por miedo a las represalias”.
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Los antecedentes
El viernes 19 de agosto a las 3 de la mañana, varios agentes de la Policía Nacional de Nicaragua irrumpieron a la fuerza en la Curia Arzobispal de la ciudad de Matagalpa, a 120 kilómetros al este de Managua. En ese momento, arrestaron al Obispo Rolando Álvarez, considerado una de las figuras de la Iglesia más críticas contra el Gobierno de Daniel Ortega.
Llevaba 15 días confinado después de que decenas de agentes de policía rodearan las instalaciones del arzobispado. Siguió haciendo misa como pudo, en la calle y a través de las redes sociales.
El hombre de 55 años está acusado de “organizar grupos violentos” con el objetivo, dicen las autoridades nicaragüenses, de “desestabilizar al Estado de Nicaragua” por declaraciones de este tipo: “Lo que pasa es que el gobierno, siempre ha pretendido una iglesia muda, no quiere que hablemos, no quiere que anunciemos la esperanza al pueblo ni denunciemos la injusticia”.
“Solidaridad con los nicaragüenses”
Las acciones de protesta no se limitaron únicamente a la comunidad nicaragüense. La venezolana también se ha unido a estas movilizaciones, con el objetivo, dicen, “de hacer más presión internacional”.
El sacerdote venezolano José de Jesús Palmar Morales, conocido como Padre Palmar, acudió con una virgen y una Biblia frente a las oficinas consulares de Nicaragua en el sur de la Florida para “pedir a Dios que influya” en las actitudes del Presidente Daniel Ortega.
“Como creyentes, como pueblo que estamos en el exilio, que hemos dejado nuestro país porque los sátrapas, delincuentes, narcotraficantes que están en el Caribe y Centroamérica han hecho del erario nacional un motín de guerra. Y nosotros somos las víctimas, somos el pueblo que sufre”, comentaba.
El policial contra la Iglesia nicaragüense también ha despertado el malestar de varios organismos internacionales, como las Naciones Unidas o el mismo papa Francisco.
"Sigo de cerca, con preocupación y dolor, la situación creada en Nicaragua que involucra a personas e instituciones", declaró el Sumo Pontífice este domingo.
“Diálogo sincero” pide el papa Francisco
Desde el Vaticano, al igual que desde muchas otras instituciones, esperan que a través del diálogo sincero, se pueda encontrar el respeto y la paz en Nicaragua.
Unas palabras que no han gustado a muchos sectores de la Iglesia latinoamericana porque consideran que el Sumo Pontífice “es demasiado neutral” en esta cuestión. “Le pido al Santo Padre Papa Francisco, que se pronunció con un mensaje muy suave: usted no puede hablar de diálogo a los que son Satanás en el mundo. Le pido al Santo Padre que desde el balcón de San Pedro usted ordene a Daniel Ortega que libere al Obispo Álvarez, a los sacerdotes, seminaristas y laicos”, decía el Padre Palmar.
En esa línea, también denunció que “se está persiguiendo a la Iglesia”, por lo que el papa Francisco debería tener un papel mucho más activo.
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