La Explanada de las Mezquitas, en Jerusalén, es un lugar de culto y paz; un sitio sagrado para judíos y musulmanes. Pero es también el lugar más conflictivo de la Ciudad Santa. Basta una pequeña chispa para que genere conflictos que van mucho más allá de sus murallas.
Ubicada en la Ciudad Vieja, en Jerusalén oriental, en lo que debió ser la capital de un Estado palestino que aún no se concreta, la Explanada de las Mezquitas se extiende sobre 14 hectáreas, en las que se encuentran la Mezquita de Al Aqsa y el Domo de la Roca -con su inconfundible cúpula dorada-, tal vez la edificación mas icónica de la ciudad.
En Jerusalén todo tiene dos nombres y la Explanada de las Mezquitas no es la excepción. Para los israelíes es el Monte del Templo, en alusión al primer y segundo templo judíos destruidos por babilonios y los romanos, respectivamente. Mientras que los musulmanes lo llaman Haram el Sharif -noble santuario- y edificaron el Domo de la Roca para proteger la piedra sagrada desde la cual, creen, el profeta Mahoma subió al cielo.
Curiosamente el pueblo hebreo venera esa misma roca, pues para ellos fue el lugar en el que Abraham estuvo a punto de sacrificar a su hijo Isaac por mandato de Dios.
En medio de una ciudad ocupada militarmente por Israel después de la guerra de los Seis Días, en 1967, y anexada unilateralmente en 1980, la custodia de Al Aqsa se rige desde entonces por un “status quo”, según el cual estará vigilada en su interior por personal jordano, mientras los accesos son controlados por el ejército y la policía de Israel.
Como parte del status quo se estableció también que los judíos pueden acceder a la Explanada, pero por entradas diferentes a las usadas por los musulmanes y además tienen prohibido rezar en el recinto.
El privilegio de la oración está permitido solo a los musulmanes, aunque el lugar es visitado cada vez más por grupos de judíos nacionalistas que, custodiados por la policía israelí, oran a la sombra de los olivos que crecen en los alrededores de la mezquita de Al Aqsa.
Antes de comenzar la guerra en Gaza, la Explanada de las Mezquitas, el tercer lugar más sagrado para el mundo islámico, después de La Meca y Medina, era visitada cada día por turistas de todo el mundo que llegaban en busca del selfie de rigor junto al Domo de la Roca y que debían conformarse con visitar las áreas exteriores, pues al interior de las mezquitas solo pueden acceder los musulmanes.
También lea Crece condena internacional a las acciones de Israel en Gaza tras decenas de muertos mientras buscaban ayudaDesde que comenzó la guerra en Gaza el pasado 7 de octubre, Israel, que controla todas entradas a la Explanada, ha restringido el acceso de los palestinos. Durante los cinco meses de conflicto se ha vetado la entrada a los hombres jóvenes, que han tenido que conformarse con rezar en la calle, fuera de la Ciudad Vieja y vigilados muy de cerca por la policía israelí.
Ahora, a las puertas del Ramadán, se teme que la Explanada de las Mezquitas pueda ser nuevamente foco de enfrentamientos si no se llega a una tregua en la guerra en Gaza antes de que comience el mes más sagrado para los musulmanes, entre el 10 y 11 de marzo según el calendario lunar.
En abril del año pasado, durante el Ramadán se registraron incidentes violentos en la mezquita de Al Aqsa cuando palestinos atrincherados en su interior se enfrentaron a las fuerzas de seguridad israelíes, que lanzaron granadas aturdidoras, gases lacrimógenos y dispararon con balas de goma a lo que los palestinos respondieron con piedras y fuegos artificiales.
El saldo fue de más de 300 detenidos y al menos 30 heridos. Las imágenes del interior de la mezquita difundidas en redes sociales parecían de una película de la saga de Star Wars.
El asalto a la mezquita de Al Aqsa fue repudiado por el mundo islámico y tanto la Yihad Islámica desde Gaza, como Hizbulá desde el Líbano, lanzaron cohetes hacia Israel.
Usualmente durante el Ramadán miles de palestinos de toda Cisjordania ocupada, que reciben permisos específicos de Israel solo para ese mes, vienen a Jerusalén a orar en la Explanada de las Mezquitas.
El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, así como el jefe del Ejército, Herzi Halevi, y el del Shin Bet, Ronen Bar, proponen dar el mayor acceso posible para que los musulmanes puedan orar en la Explanada. Sus posiciones son contrarias a las del Ministro de Seguridad Nacional, el ultraderechista Itamar Ben Gvir, de que a los residentes palestinos de Cisjordania “se les debería prohibir asistir a las oraciones en el Monte del Templo” durante el Ramadán.
Recientemente, el jefe político de Hamás, Ismail Haniyeh, llamó a los palestinos de Jerusalén y Cisjordania a marchar a la mezquita de Al-Aqsa para orar el primer día del Ramadán.
El portavoz del departamento de Estado de Estados Unidos, Matthew Miller, ha dicho que Washington "seguirá instando a Israel a facilitar el acceso al Monte del Templo para los fieles pacíficos durante el Ramadán”.
“No se trata sólo de garantizar a la gente la libertad religiosa que merecen, sino que también es una cuestión directamente importante para la seguridad de Israel. No redunda en interés de la seguridad de Israel avivar las tensiones”, agregó.
También lea Tras casi cinco meses de conflicto, Jerusalén aún no dice adiós a las armasDurante una reunión celebrada este martes para ultimar detalles ante la próxima celebración del Ramadán, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, dijo que Israel hará “todo lo posible para mantener la libertad de culto en el Monte del Templo, al tiempo que mantendrá adecuadamente las necesidades de seguridad y protección, y permitirá que el público musulmán celebre la festividad.
Ante las tensiones que podrían surgir de celebrarse el Ramadán mientras prosigue la guerra en Gaza, Estados Unidos, Qatar y Egipto, mediadores en el conflicto, han intensificado sus gestiones para lograr una tregua de algunas semanas.
El borrador de acuerdo que se discute actualmente en El Cairo contempla una tregua de 40 días, durante los que Hamás liberaría a 40 rehenes israelíes a cambio de 404 presos palestinos. Sin embargo, las negociaciones están estancadas porque Israel exige una lista de los rehenes que continúan vivos, algo a lo que el grupo islamita no ha accedido de momento.
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