Explotación laboral, insalubridad y estigma: la realidad de las modelos webcam en Colombia

ARCHIVO - Modelo webcam presenta durante una sesión en su apartamento en Medellín, Colombia, el 11 de abril de 2020.

Un estudio de Human Rights Watch encontró que las modelos webcam en Colombia son expuestas a largas jornadas laborales a cambio de una paga mínima y en condiciones antihigiénicas. Activistas llamaron a regular la industria para garantizar los derechos de las trabajadoras.

Sahory Balaguera es una mujer trans colombiana, activista, artista y trabajadora sexual desde hace casi dos décadas. La modelo de 34 años ofrece sus servicios no solo de manera presencial sino a través del formato webcam, una industria de la que según dice, ha visto los beneficios de su crecimiento y vivido los abusos del negocio.

“Hay muchísimos estudios en donde las condiciones de trabajo son muy precarias, donde nos enfrentamos a unas violencias diarias impresionantes… las plataformas se enfocan en que el cliente tenga una experiencia increíble, y eso nos lleva a nosotros a tener exigencias que se salen de nuestros alcances”, contó en conferencia de prensa.

La experiencia de Balaguera es la de muchas otras mujeres que fueron entrevistadas por la organización Human Rights Watch (HRW, por sus siglas en inglés) durante dos años, en una investigación que buscaba entender lo que sucedía detrás de los estudios webcam en Colombia y cuyos resultados fueron revelados el lunes.

Carolina Calle también es activista y trabajadora sexual en Colombia. En la industria de webcam, según contó, le robaron dinero, le pagaban de manera inconsistente y en ocasiones debía compartir el mismo espacio con otras modelos, con quienes limpiaba los equipos tecnológicos con sus propios productos.

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“Necesitamos que se den cuenta que las personas que ejercemos trabajo sexual no solamente estamos en los espacios donde intercambiamos en nuestros servicios sexuales por dinero, sino estamos en esos espacios de exigibilidad de derechos”, dijo Calle.

El informe expuso las condiciones de trabajo en estudios de webcam de Bogotá, Cali, Medellín y Palmira, que difunden el contenido en plataformas para adultos en todo el mundo.

La pandemia fue un punto de inflexión para las trabajadoras sexuales. La cuarentena las obligó a cambiar su modelo de negocio e internet se convirtió en su fuente principal de ingresos a través del webcam.

Muchas, según documentó el mismo estudio de HRW, se vieron obligadas a acudir a compañías que proveen estudios de grabación para poder ejercer en el mundo del webcam, algo como las oficinas de co-trabajo que se han popularizado en las grandes ciudades.

“Proporcionan equipos y cubículos a modelos que no tienen computadora, cámara, wifi o la privacidad para transmitir desde casa. Tal vez no tengan un dormitorio privado, tal vez no tengan una cuenta bancaria para recibir pagos directamente de una plataforma. En ese caso, un estudio brinda la oportunidad de recibir pagos en efectivo. Pero se diferencian de un espacio de co-trabajo en que el gerente vigila absolutamente todo lo que haces”, dijo en conferencia de prensa Erin Kilbride, investigadora de HRW y autora del reporte.

Las compañías, muchas con base en Europa y Estados Unidos, han llevado a la industria del webcam a valorarse en los miles de millones de dólares.

El webcam para adultos es una industria global en la que los clientes visitan las páginas en internet y compran “fichas” para ver y hablar con las modelos. Las plataformas que facilitan esta conexión le cobran a la modelo entre el 50 y el 65 % de ese dinero, dejándolas con una fracción mínima de la ganancia por el trabajo realizado.

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Aunque muchas modelos esperan encontrar en los estudios una vía más segura de trabajo, muchas de las mujeres cuyos casos se exponen en el informe dijeron que en ocasiones preferían el trabajo presencial “en la calle” debido a las malas condiciones de los estudios.

Algunas, dijeron trabajar en espacios tan pequeños que ni siquiera podían extender sus manos, otras fueron presionadas a trabajar turnos de hasta 24 horas en habitaciones sin ventanas, poca ventilación, y con cortinas dividiendo los espacios entre otros estudios.

“Casi todas las personas que entrevistamos hablaron de que, con frecuencia, llegaban y encontraban el teclado o el mouse sin desinfectar y cubiertos de fluidos corporales del artista anterior. Debido a que aún no se proporcionan los suministros de limpieza, el estudio responsabiliza a las modelos de limpiar esos espacios”, agregó Kilbride.

Estas condiciones habrían llevado a algunas modelos a sufrir de brotes en la piel e infecciones.

Los estudios, según el informe, incluso cobran a las mujeres por tomar descansos para ir al baño, tomar agua, decir que no a algunos servicios y por “romper reglas” que “ni siquiera les dijeron que existían”.

Adicional a esto, algunos estudios estarían implementando los llamados “monitores”, personas encargadas de vigilar las transmisiones de las modelos y, en ocasiones, conversar con los clientes para hacerse pasar por las mujeres y aceptar a ofrecer servicios que ellas mismas no conocían.

“¿Qué impacto tendrá esto en el tráfico de su página? ¿Cómo afecta al algoritmo? ¿Cómo afecta a su sustento y a su salario? Los estudios parecen estar usando esta ambigüedad para obligar a las modelos a hacer cosas que no quieren hacer porque eso le genera más dinero al sistema”, dijo la autora del informe.

HRW reiteró en el hecho de que estas mujeres están haciendo el trabajo de webcam por decisión propia, sin embargo, resaltan que esto no retira la responsabilidad de las compañías de “abordar las condiciones de trabajo abismales y explotadoras a las que son sometidas”.

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“Yo también fui una persona que el monitor estaba todo el tiempo encima de mis transmisiones, donde me hacía sentir incómoda… tenía que seguir órdenes, porque todo el tiempo estaba la amenaza de que si no cumples te vas… no son solamente metas a nivel de dinero, sino son metas a nivel de horas de conexión”, contó Balaguera.

Llamado a regulaciones

El hecho de que las modelos webcam estén ubicadas en Colombia y las compañías dueñas de los estudios en Estados Unidos o Europa, establece un reto adicional para garantizar condiciones dignas a las mujeres según HRW. Sin embargo, según revelaron, “las modelos de cámaras web tienen derecho a las mismas protecciones laborales que todos los demás trabajadores según el derecho internacional de los derechos humanos”.

Los Principios Rectores de las Naciones Unidas sobre las Empresas y los Derechos Humanos establecen que las plataformas de webcam también tienen responsabilidades para evitar abusos hacia estas modelos.

“Las grandes plataformas internacionales que transmiten contenido… son el medio por el cual se les paga a las personas. Están ganando dinero con el trabajo de las modelos en Colombia, y establecen reglas sobre cómo se les paga y cuál es el tipo de contenido. Y según los estándares internacionales, eso es esencialmente una cadena de suministro”, explicó Arvind Ganesan, director de la División de Justicia Económica y Derechos de HRW.

Esta actividad, agregó Ganesan, otorga a las compañías una obligación de atender las condiciones de las modelos.

“Solo estamos pidiendo a las empresas que observen lo que está sucediendo con las modelos en Colombia, se aseguren de que existan estándares de derechos humanos y estándares laborales establecidos, y luego aborden esos temas a través de sus términos de servicio, a través de sus reglas y a través del monitoreo”, concluyó.

Las trabajadoras sexuales y los activistas reconocieron que algunos estudios sí cumplen con regulaciones y condiciones “idóneas” para las modelos. Sin embargo, llamaron a que sean más los que implementen medidas concretas como: desarrollar normas de salud, hacer inspecciones periódicas y prohibir la coacción a actos sexuales específicos.

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