En el aeropuerto italiano de Fiumicino, cerca de Roma, se ven todo tipo de caras, desde importantes políticos, periodistas y hasta manifestantes de grupos que rechazan las propuestas del llamado grupo de los ochos o G8.
Todos hemos llegado hasta aquí con el mismo propósito, participar de este evento clave, donde lideres de Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Japón, Canadá y Rusia se reunirán para hablar de económica, calentamiento global, seguridad y hasta de Irán.
La reunión se lleva a cabo en L’Aquila, una ciudad que fue desvastada por un fuerte terremoto y donde más de medio millón de personas perdieron sus hogares y donde muchas de las edificaciones históricas fueron destruidas.
La seguridad en Fiumicino
Hay policías y perros adiestrados, pero eso es lo más normal en una ciudad europea, de hecho, me asombra no ver la acostumbrada seguridad previa a una cumbre de esta magnitud.
Los perros pasan cerca de las maletas, algún policía te saluda sonriente, no hay fuerza ni intimidación.
“Así son los italianos”, me dijo Ernesto, quien nos acompañó en el vuelo y quien esperó sus maletas junto a nuestros equipos de televisión.
“Aquí no te van a molestar o te van a pedir documentos, pero cuando lleguemos a la cumbre, veras que las cosas cambian”, me dijo en un tono hasta intimidatorio.
Lo que si abundan son manifestantes y de todas partes del mundo.
Se les ve con sus pancartas, con su estilo inconfundible de querer pasar desapercibidos, pero es imposible.
“Venimos desde México para pedirle al grupo que deje de apropiarse de nuestras riquezas ambientales, venimos a decirles que ya basta”, me dijo una joven italiana, sin acento mexicano, pero imagino que lucha por alguna causa como muchos de los que llegan.
Grupos anticapitalistas hablan entre ellos y planean una serie de protestas en diferentes lugares contra la cumbre, mientras nosotors seguimos hacia L’Aquila. Aún falta mucho por recorrer.