Olivia De Armas, de 19 años, decidió hace tres meses quedarse con su violín en Miami. Lo de quedarse, lo han hecho miles de cubanos más desde hace 63 años.
Desde el edificio de dos plantas donde vive en La Pequeña Habana se dirige “en la guagua”, como le sigue diciendo al autobús o “en lo que pase” hasta un "monstruoso" centro comercial en Brikell y allí desenfunda su instrumento y se pone a tocar versiones de las baladas más pegajosas que tiene en su playlist.
“He decidido tocar en la calle para conectar un poco con las personas. Además de por supuesto, ganar dinero para vivir, que no es un secreto, sobre todo para que las personas me escuchen tocar, para que entiendan que los emigrantes también tenemos profesiones, que hacemos arte, pero sobre todo para darnos cariño, porque yo se lo doy cuando toco, pero también recibo muchísimo apoyo, muchísima fuerza, muchísimos abrazos, sonrisas y eso no tiene precio”, dice en entrevista con la Voz de América.
Una mujer con su hijo se detiene a escuchar la interpretación que hace al violín la cubana Olivia De Armas en una calle de Miami, EEUU, el 21 de julio de 2022. Foto: Luis F. Rojas, VOA.
“El violín me ha hecho un poquito más feliz”, relata y se pone a tocar “Quizás”, el conocido tema del cubano Osvaldo Farrés.
De Armas llega a Estados Unidos cuando el país registra niveles récord en la llegada de inmigrantes y las cifras indican que la llegada de cubanos ha superado los números incluso del mayor éxodo que sufriera la isla, el éxodo del Mariel, de 1980.
Olivia carga con un cartel que reza en español e inglés: “Acabo de llegar de Cuba. Apoya a un artista con ganas". Tiene pintada una bandera cubana y un código de barras con su cuenta de CashApp. La gente pasa y toma fotos del enlace a la aplicación o deja algo de dinero.
Apenas desenfunda su violín y se pone a tocar los transeúntes aminoran el paso. Una mujer con su niño pequeño, en un coche, se pone a mirar el espectáculo. Ella toca una versión libérrima de “Perfect”, de Ed Sheeran. Y le arranca una sonrisa a la mujer, que saca un billete y lo pone en el estuche azul del violín , convertido en alcancía.
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Olivia De Armas, violinista cubana
“En mi caso yo decidí venir a Estados Unidos, irme de Cuba porque yo quiero vivir mi vida a plenitud, crecer, tener todo lo que yo quiera… luchar por mis sueños y realmente en Cuba se hace imposible porque el lugar te impide avanzar, y dónde yo esté no quiero que sea lo que me limite a mí misma”, argumenta.
Graduada de la Escuela Elemental de Música Manuel Saumell, en La Habana, y de la Escuela Nacional de Arte, De Armas se enfrenta a la frase de que Miami es el “cementerio” a donde vienen a morir los artistas cubanos. Sin embargo, la rechaza de plano.
“Decidí tocar en la calle y eso me ha abierto muchas puertas de lugares, personas, de eventos. Y pienso que la cosa es intentarlo y ponerle mucho empeño todos los días y sobre todo mucho amor. Cuando uno hace las cosas desde el corazón la gente lo siente y te ayudan”, concluye.
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Olivia De Armas, Cuba
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