Detrás del cristal de la caja, Jorge ha visto como sus clientes tienen que tomar decisiones cada vez más difíciles. Con menos horas, despidos de trabajos de media jornada o incluso desempleados, las “compatriotas” que vienen a su tienda han tenido que enviar menos dinero o dejar de enviar remesas a sus familiares, mientras las facturas se acumulan de este lado.
“Usan parte de sus ahorros, los que tienen, pero cuando viene la renta ven la situación que es 'mis familiares me están pidiendo pero tengo que dejar algo para pagar el alquiler'", contó el trabajador del local de envíos y recargas en Washington D.C.
En las últimas semanas, desde que la alcaldesa de la ciudad obligó a los comercios no esenciales —como bares, restaurantes y gimnasios— a cerrar, Jorge recibe cada vez menos dólares para enviar a El Salvador, el principal país al que su negocio manda dinero.
“Los envíos se han reducido, pero la necesidad de nuestros compatriotas sigue”, dijo Jorge, quien hace parte de los 2.3 millones de salvadoreños que viven en Estados Unidos.
Con más de 800.000 casos de coronavirus en el país y medidas restrictivas puestas en pie en la mayoría de los estados para tratar de contener la propagación, muchos negocios y compañías han tenido que parar sus operaciones en el país norteamericano, dejando por lo menos a 26 millones de personas sin trabajo.
El 94.9% de las remesas hacia el Salvador provienen de EE.UU. y los expertos afirman que los envíos de dinero hacia el país ya han disminuido entre un cinco y un siete por ciento.
El golpe a la economía de la pequeña nación centroamericana será duro, explicó a la Voz de América Manuel Orozco, experto en migración y remesas.
“[Las remesas] son la fuente más importante de ingreso de moneda externa después de las exportaciones totales”, señaló Orozco y agregó que, como rubro, es el único indicador macroeconómico que ha tenido un crecimiento por encima del 10% en los países del llamado Triángulo Norte.
Debido a la pandemia del coronavirus y a la inminente recesión global, el Banco Mundial pronosticó esta semana que la remesas a nivel global van a disminuir un 20% este año.
En Centroamérica, sostuvo Orozco, la caída en los envíos de dinero “afecta a más de un millón de hogares”, en especial a aquellos donde la mujer es la cabeza de la familia.
Ese es el caso de Yami Rodríguez, quien vive con su mamá, su abuela y un hijo de seis años en San Lorenzo, cerca de la frontera con Guatemala. Su familia depende en un 100% de la ayuda que le envían desde EE.UU. su primo y su tía.
A su primo le redujeron las horas de trabajo y, las últimas cuatro semanas, la cantidad que les enviaba, lo que ella describe como un “ingreso fundamental” para su hogar, disminuyó.
“Lo que más me preocupaba eran las medicinas de mi mamá y mi abuela”, contó Rodríguez a la VOA, “sin esos medicamentos, mi mamá, sino se inyecta insulina anda que no puede ni hablar”.
A cinco mil ochocientos kilómetros, en Boston, salvadoreños como el primo de Rodríguez hacen malabares para seguir apoyando a sus familiares, mientras que la pandemia afecta cada vez más la economía estadounidense.
La pequeña empresa de instalación de pisos de Omar Contreras tuvo que parar actividades por dos semanas por temor al coronavirus. Aunque es contratista de una constructora que no ha cerrado, el salvadoreño dijo que la incertidumbre de no saber si alguien a su alrededor pueda estar infectado le llevó a parar temporalmente su trabajo.
Él vive solo en Boston, en la costa este de EE.UU., pero sus padres y tres hermanas en Loma Larga, cerca al municipio costero de La Unión, cuentan con los dólares que el envía para sostenerse.
“[Tengo] temor de que mis hermanas no terminen los estudios en El Salvador porque dependen de mí”, dijo Contreras a la VOA.
Ellas estudian música, un talento que corre en la familia; el también es saxofonista. Cuando las llama le dicen que están preocupadas por la situación del COVID-19 en EE.UU. y le piden que se cuide.
Sin embargo, Contreras dice que “hay que dejarles las cosas claras; yo tengo que salir porque tenemos que trabajar”, sentenció.
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[Con colaboración de Enrique López en El Salvador]