El número de migrantes que cruzaron la peligrosa jungla del Darién, en la frontera con Colombia, superó la barrera del medio millón por primera vez en lo que va del año y, según la organización humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF), lo hicieron sin protección ni asistencia de los gobiernos de la región.
Muchas de las personas que hicieron la travesía, en ocasiones mortal, fueron mujeres y niños.
MSF señaló en un comunicado que, a pesar de los peligros que representa cruzar la espesa selva del Darién, donde se ha denunciado la presencia de traficantes de drogas y delincuentes, los migrantes no reciben protección ni asistencia de las autoridades de los países de origen y tránsito.
“El número de migrantes que han cruzado el Tapón del Darién sólo este año es (más del) 10 % de la población de Panamá”, que tiene algo más de 4 millones, dijo Luis Eguiluz, jefe de misión de MSF en Colombia y Panamá.
“No se ha prestado suficiente atención global o regional (a esta crisis). No se han garantizado rutas seguras para los migrantes ni se han asignado recursos suficientes a las organizaciones que los ayudan”, agregó.
Según cifras oficiales de Panamá, 506.000 migrantes llegaron a su lado de la frontera, en la parte de salida del Darién en la ruta de los migrantes desde Sudamérica hacia Estados Unidos, indicó el martes a The Associated Press el ministro de Seguridad panameño, Juan Pino.
Esa cifra duplica los 248.284 tránsitos registrados en 2022, que ya supuso un récord en movilizaciones, y es casi 17 veces más si se compara con el mayor pico registrado en la década pasada, que fue de 30.055 en 2016, de acuerdo con las estadísticas oficiales.
Las autoridades migratorias panameñas y organismos internacionales en la materia habían advertido desde hace meses que los cruces por el Darién rebasarían las estadísticas del año pasado a pesar de las medidas impulsadas por Estados Unidos en un esfuerzo por controlar ese fenómeno en su frontera sur.
Más del 60 % de los migrantes que atravesaron el Darién (323.230) provienen de Venezuela, según el ministro Pino. Les siguen más atrás los ecuatorianos (55.332), haitianos (45.061), chinos (23.610), colombianos (18.210) y decenas de otras nacionalidades de otros países de Latinoamérica, el Caribe, África, Asia y Europa.
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Médicos Sin Fronteras subrayó, además, que son personas “extremadamente vulnerables” que desde que parten desde el lado colombiano experimentan hambre, falta de alojamiento, falta de agua, tarifas excesivas de tránsito, desinformación, estafas, xenofobia y violencia física, psicológica y sexual.
“Todo esto comienza mucho antes de que los migrantes lleguen al Tapón del Darién, aunque es allí donde (estas dificultades) son más evidentes”, agregó.
Los expertos señalan que la mayoría de esos migrantes se desplazan debido a dificultades económicas, a la violencia e inseguridad que afectan sus países. También muchos huyen a conflictos armados que han arrasado sus poblados y a la miseria que se ha incrementado por diversos factores, incluido el cambio climático, según los analistas.
Pese a una campaña anunciada por Panamá, Colombia y Estados Unidos en abril para desalentar y frenar la migración por el Darién, el flujo no ha parado.
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