Durante su visita a Texas el presidente Barack Obama no visitó la zona neurálgica en la frontera sur con México, pero reiteró a los padres que no envíen a sus hijos de manera clandestina.
Mientras el presidente Obama se reunía con el gobernador de Texas, Rick Perry a quien informó sobre las medidas emprendidas por su gobierno para atender la crisis humanitaria; Gil Kerlikowske, un alto funcionario del Departamento de Seguridad Interna, reveló que el número de niños aprehendidos en la frontera en lo que va del año fiscal asciende a 57.000.
Esta nueva cifra sobrepasa los 52.000 menores que ingresaron solos y de forma ilegal a Estados Unidos anunciada hace algunas semanas, por lo que Kerlikowske junto a los altos funcionarios del gobierno estadounidense señalaron que era necesario la asignación de fondos destinados para las diferentes agencias comprometidas con la crisis y para generar programas para reducir la violencia y combatir la pobreza y el crimen en Centroamérica.
El presidente Obama solicitó al Congreso aprobar una asignación de $ 3.700 millones de dólares para responder de manera rápida y efectiva a la crisis desencadenada en la frontera por el alto flujo de niños migrantes y mujeres que atraviesan el Río Grande con la idea errónea de que ingresando al país tienen la opción de quedarse.
El gobierno estadounidense ha reiterado que estos menores de edad no califican para ningún beneficio migratorio y que serán deportados de inmediato.
La crítica se centra ahora en el tiempo que dura este proceso y en la falta de asistencia legal para los niños migrantes mientras los republicanos consideran que mientras no se “sellen” las fronteras, el problema continuará.