Durante siete años, Lina Mosquera ejerció su profesión como abogada en la Fiscalía Delegada ante la Corte Suprema de Justicia en Bogotá, Colombia, donde investigaba a figuras políticas. Su vida cambió cuando comenzó a recibir amenazas en su contra por el resultado de dichas investigaciones. Mosquera, su esposo e hija mayor, Mariana Hernández, se vieron obligados a salir del país con destino a EEUU.
“Fue una decisión de vida, era como una pelea contra titanes y emigramos para EEUU sabiendo cuáles eran las consecuencias de todo esto. Llegamos con un montón de maletas, sueños, miedos, pero también con mucho amor y ganas de vivir la experiencia”, dijo Mosquera a la Voz de América.
La violencia armada contra líderes sociales y funcionarios judiciales ha sido protagonista en Colombia durante los últimos años, según organizaciones como el Instituto de Estudios para el Desarrollo (INDEPAZ) y Humans Right Watch. En 2022, cerca de 184 defensores de derechos humanos han sido asesinados en el país, específicamente en los departamentos de Nariño, Chocó, Cauca y Valle.
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A un año de su llegada a Washington D.C., y en medio de un proceso de asilo político, ambas migrantes colombianas reencontraron su compromiso con el país a través de “Tierra Mía”, un mercado que prioriza a campesinos colombianos que busquen llevar café y otros productos al extranjero.
“Terminamos aquí por un tema en contra de nuestra voluntad. Nunca nos imaginamos viviendo en otro país. Uno llega acá y es empezar desde cero en cosas que tú no te imaginaste hacer en tu país”, describió Hernández, quien estudió negocios internacionales en Bogotá.
Datos del Censo de EEUU apuntan a que más de 1,2 millones de colombianos residen en el país norteamericano. Florida es el estado que alberga la mayor cantidad, con 343.829.
Tierra Mía comenzó en la pandemia de COVID-19, cuando la familia se vio obligada a pasar la cuarentena en su finca en Teruel, un pueblo cafetero al sur del departamento colombiano de Huila. Durante cuatro meses, las ahora migrantes conectaron con los campesinos de la región.
“Me di cuenta que los cafeteros reales, los que cultivan el café, los recolectores, que son los que tienen el contacto directo con la tierra, son los que más trabajan, pero los que menos dinero ganan y los que más necesidades tienen”, explicó Mosquera, quien aseguró que su propósito en EEUU es luchar contra la monopolización del café por parte de quienes compran a bajo precio el producto de los caficultores.
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“La forma en la que nosotros nos mantenemos con Colombia es saber que los productos que estamos trayendo vienen directamente del campo. El hecho de hablar de Colombia, de nuestros campesinos y de lo fértil que es nuestro país. Para nosotros ya es gratificante sentirnos de verdad que estamos contribuyendo a dejar el nombre de nuestro país en alto”, agregó Hernández.
Ambas migrantes buscan que a través de la compra del café y otros productos, el consumidor estadounidense se interese en una experiencia de turismo rural en Colombia. “Estás de alguna manera también van creando oportunidades a los que históricamente no las han tenido para salir y darse a conocer, concluyó Hernández. "En cada uno de esos productos está un poquito de la tierra mía”.
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