Desde su origen en Medellín, pasando por Venezuela, Brasil, México, Jamaica y el Triángulo Norte centroamericano, el fenómeno de los carteles de la droga se ha multiplicado en la región.
De hecho, “fragmentación" y "corrupción" son algunos de los retos que enfrentan las autoridades en el continente en su lucha contra los carteles de la droga y el crimen organizado transnacional.
Así lo concluyeron académicos convocados por el legislador demócrata Sam Farr, a la luz del nuevo presupuesto de la administración Obama para los países del Triángulo Norte centroamericano.
"Es como el mito de la hidra de los griegos. El monstruo que cuando se corta una cabeza y florecen dos o tres más en su lugar. Y así es la guerra antidrogas", dijo el director de la Oficina de Latinoamérica en Washington (WOLA).
"La política antidrogas es una batalla de siempre, que casi nunca se puede medir el progreso. Cada vez que se logra un paso, se pierde un paso", agregó.
Y la actividad delictiva no involucra sólo el tráfico ilegal de estupefacientes, sino además delitos como el secuestro, la extorsión y el tráfico humano, entre otros.
Desde el punto de vista de María Vélez de Berliner, académica de la Universidad George Washington en la capital estadounidense, hay un fenómeno más grave aún en Latinoamérica.
"Lo peor que me parece es lo que yo llamo ]’la nueva normalidad’]. Lo que quiere decir que ser corrupto es aceptable y ser miembro de uno de los carteles o de las bandas criminales, no es tan objecionable como debiera ser".
Esa nueva “normalidad", es una de las peores herencias que ha dejado el narcotráfico en América Latina.
Pero el panorama no es tan negro para El Salvador, Honduras y Guatemala, a la luz del presupuesto destinado por la administración Obama de mil millones de dólares para mejorar las condiciones en el Triángulo Norte centroamericano.
"Creo que no resolverá los problemas de Centroamérica. Mil millones de dólares no pueden resolver tanto, pero en varios sitios, varios barrios, varios pueblos, se puede ver cierta mejora", dijo Isaacson.
FARC y narcotráfico
Y para fenómenos tan complejos como la mezcla del tráfico de drogas con la financiación y la actividad de grupos que buscan status político, como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en medio de un proceso de paz, ambos analistas coinciden en que debe prevalecer el logro de la reconciliación, pero bajo ciertas condiciones.
"Si van a poner el narcotráfico como delito político para beneficiar las FARC en cualquier momento, entonces le van a tener que dar derecho político a una cantidad de gente en Colombia que está metida en el narcotráfico y no son miembros de las FARC. Y me parece a mí que el gobierno se tiene que fijar en eso", advirtió Vélez.
"Creo que es legítimo amnistiar o, por lo menos, dar penas menores para eso, bajo la condición de que confiesen todos sus delitos, identifiquen sus aliados en el estado y reparen a sus víctimas", opinó por su parte Isaacson.
La propuesta tiene tanto de largo como de ancho, pero lo cierto es que el precio en vidas humanas que han pagado las sociedades donde ha proliferado el fenómeno es imposible de calcular y sólo lo sabrían quienes lo han padecido.
Y por muy controversial que suene esta propuesta, que se discute en el marco del proceso de paz con las FARC, la profesora de George Washington University asegura que esta puede ser una tendencia que también se multiplique cuando otros países del continente enfrenten fenómenos similares.