Salvar vidas y dejar la familia: sacrificios de trabajadores de la salud durante pandemia

Los médicos trabajan largas jornadas en clínicas y hospitales, en medio de la pandemia que ataca al mundo.

A causa del riesgo que corren médicos, terapeutas, enfermeras, camilleros, entre otros profesionales de la salud por ejercer su profesión, a medida que la COVID-19 ataca al mundo, muchos de ellos toman la decisión de irse de casa e, incluso, dar salida a sus padres, esposos y hasta hijos.

Katherine lleva dos meses viendo a su hijo de lejos, cuando sus padres lo asoman al balcón o a través de una ventana. Pero muchas veces se ven a través de una videollamada.

“Todos los días lo llamo dos o tres veces”, le dijo la enfermera a la Voz de América.

La empresa donde trabaja su esposo, por su parte, ofreció posada en hoteles a los profesionales que se desempeñan en el sector salud.

Trabajar en esta área, en época de pandemia, significa salvar vidas, pero también separarse por un tiempo indefinido de las más importantes: las de la familia.

De esta manera, deben luchar no solo por salvar a aquellos que están a punto de morir, sino tratar de mantener a los suyos a salvo, aunque a veces no resulte del todo bien.

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En el caso de una terapeuta respiratoria colombiana* que, a pesar de salvar del contagio a su hija de dos años y a su esposo, quienes viven actualmente donde su suegra, transmitió la COVID-19 a su hija mayor.

Desde hace 8 años labora como terapeuta. Confiesa que, al comienzo de la pandemia, “fue atemorizante” porque todos “estábamos muy preocupados porque ese era el principal miedo, contagiar a nuestra familia”, contó a la VOA.

A mitad de marzo, cuando comenzó la contingencia en el país, la terapeuta decidió enviar a su pequeña bebé de dos años donde la abuela para evitar el contacto directo. Sus padres viven fuera de la ciudad, así que al bloquearse el paso de una población a otra, decidió que la mayor, de 14, se quedara en casa.

Lo más duro, dice, es tener que tomar la decisión de separarse de sus seres queridos: “Sé que va a estar bien, pero saber que tienes que empacarle ropa, juguetes, que la vas a ver solo por videollamadas”.

Algunos médicos han preferido salir de casa para evitar contagiar a sus familias y seguir cumpliendo con su deber.

Y el dolor aumenta cuando “No sabes cuándo los vas a volver a ver”.

Sin embargo, sabe que este sacrificio vale la pena, pues a finales de marzo comenzó con una sintomatología leve: dolor de cabeza, congestión nasal y dolor de garganta. Pero una fatiga que se salía de control la alertó, así que a comienzos de abril confirmó lo temido: tenía coronavirus. A los pocos días, la noticia fue para su hija mayor.

“Eso también es duro. Adicional a que estás con COVID-19, que también hayas contagiado a tu hija”.

Actualmente, ambas se encuentran bien de salud, pero la terapeuta confiesa que el dilema entre la familia y su profesión siempre está presente: “Tienes ahí en tu familia diciéndote como: ‘No, lo mejor es que renuncies. ¿Para qué te vas a exponer? Algo se hace’. Como hay otras personas que dicen: ‘Eso es pasajero, es por un tiempo. Hay que hacerle’”.

Así mismo, aconseja que hay que aprender a manejar el virus. “Esto no se va a ir de un día para otro. Hay que aprender a tener todas las medidas de protección, independiente tengamos o no contacto directo. No solo los del hospital estamos expuestos. Hoy en día, cualquier persona. El del supermercado, el del banco…”.

“Simplemente es tener mas seguridad y seguir adelante porque no podemos hacer más”, agrega.

La compañía de sus mascotas

Para la doctora Catalina Marín, médica hospitalaria, la pandemia genera un impacto en la vida de todas las personas. Inicialmente, en casa practicaba protocolos y cuidados para evitar el contagio. Vivía con sus hermanas, su cuñado y su mamá, una mujer de hipertensa de 59 años.

Pero cuando los riesgos se incrementaron, empieza a aumentar el miedo (…) El miedo a contagiarnos es mucho menor que el miedo a contagiar, tanto en nuestra familia como a nuestros pacientes”.

Entonces, cuenta, con sus colegas comenzaron a hablar de la posibilidad de salir de casa. Y, cuando se instauró la cuarentena para reducir el riesgo de colapso el sistema de salud en Colombia, decidió irse.

La doctora colombiana Catalina Marín debio salir de su casa, en Bogota, en medio de la pandemica para evita contagiar a su familia. Foto: Cortesía.

Su familia jamás sale del hogar, así que confiesa que “la única que puede ingresar o puede llevar el virus a la casa soy yo”, le contó la doctora Marín a VOA Noticias.

Reconoció "ser la razón de que alguien en mi familia no solo se enferme sino que fallezca o que tenga una mayor probabilidad de que termine en un síntoma”.

Por fortuna, su padre se fue lejos de la ciudad para reducir los riesgos, así que pudo mudarse al apartamento amoblado que dejó. El ‘plan B’ era irse a vivir con algún trabajador de la salud, una opción que muchos de sus compañeros tomaron.

Desde la salud mental, es difícil. Vivir solo después de estar en una casa y pasar a vivir solo en cuarentena. Digamos que es uno de los procesos más difíciles que he tenido que pasar estas semanas”.

Aunque no se comunica recurrentemente con su familia, dice que esta época ha servido para fortalecer la relación con ella.

Además de su ropa y sus elementos básicos, esta médica colombiana empacó su mejor compañía: dos gatos. “Eso es fundamental. El estar ocupado haciendo alguna cosa por el gato, que el gato se mueve… Eso ha facilitado un poco digamos que no sentirme tan sola”, confiesa.

Fuerte impacto

El JAMA Network Open publicó los hallazgos de un estudio basado en encuestas a trabajadores de la salud de 34 hospitales en China, con clínicas de fiebre o salas para COVID-19, entre el 29 de enero de 2020 y el 3 de febrero de 2020.

Según este, más de 1.200 enfermeras y médicos que trabajan en hospitales en la región de Wuhan (donde se originó el brote) y en toda China continental reveló que más del 50% informaron síntomas de depresión y más del 70% informaron síntomas de angustia psicológica.

Los trabajadores de la salud involucrados en el diagnóstico, tratamiento y la atención de pacientes con COVID-19 tenían más probabilidades de presentar síntomas de enfermedades mentales.

El Instituto Nacional de Salud (INS) informó a mediados de abril que 169 trabajadores del sector sanitario están contagiados en Colombia por el nuevo coronavirus.