Los tiburones mataron a una docena de personas el año pasado en todo el mundo, el doble de las víctimas fatales registradas en 2010, según datos proporcionados por el Museo de Historia Natural de la Universidad de Florida, en Miami.
Sin embargo, a pesar de que ocurrieron 75 ataques de escualos en diferentes partes del mundo, ninguno de los que resultaron mortales tuvo lugar en aguas de EE.UU., de acuerdo con el especialista en peces George Burgess, director del Archivo Internacional de Ataques de Tiburones, una dependencia del museo.
Los casos de muertes de bañistas tuvieron lugar en Australia (3), Reunión (2), Seychelles (2), Sudáfrica (2), Costa Rica (1), Kenia (1) y Nueva Caledonia (1).
El 60 por ciento de los ataques no provocados fueron a surfistas, el 35 por ciento a bañistas, y el 5 por ciento restante a buceadores.
Excluyendo a EE.UU., donde ocurrieron 29 de los atques sin consecuencias fatales, la tasa de mortalidad debido a mordidas de tiburones en el resto de los países aumentó el año pasado. “Una de cada cuatro personas atacadas murieron”, dijo el experto.
A pesar de las estadísticas, Burgess señaló que el hombre sigue siendo mayor amenaza para los tiburones que estos para los humanos, ya que la industria pesquera suele sacrificar cada año como promedio entre 30 y 70 millones de escualos, mayormente por la demanda de sus aletas.
Aunque en la última década los ataques en aguas estadounidenses han ido declinando, la mayoría siguen teniendo lugar en Florida (11, en 2011), principalmente en la costa atlántica hacia el centro del estado, una zona popular entre los surfistas.
Según el especialista, los humanos no somos parte de la dieta preferida de los tiburones, pero solemos ser confundidos con peces, tortugas o focas cuando chapoteamos en la superficie. “Cuando uno está dentro del agua, hay menos probabilidades de que los tiburones se equivoquen”, dijo.