El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, y los líderes de las FARC, prometieron seguir trabajando tras la sorpresiva derrota en el plebiscito del domingo que debió haber ratificado el acuerdo de paz entre las dos partes.
"No me rendiré, seguiré buscando la paz hasta el último minuto de mi mandato", dijo Santos en un mensaje televisado en el que pidió calma.
Pero no estaba claro cómo puede el presidente, que ya es impopular, salvar el acuerdo tras la gran derrota política que ha sufrido.
Por su parte, el máximo líder de las FARC, Rodrigo Londoño Echeverri, alias "Timochenko", afirmó en La Habana que esa organización mantiene "su voluntad de paz" y "su disposición de usar solamente la palabra como arma de construcción hacia el futuro".
"Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia lamentan profundamente que el poder destructivo de los que siembran odio y rencor haya influido en la opinión de la población colombiana", dijo Timochenko en una primera declaración tras conocerse la victoria del No en el plebiscito sobre el acuerdo de paz en Colombia.
"Con el resultado de hoy, sabemos que nuestro reto como movimiento político es todavía más grande y nos requiere más fuertes para construir la paz estable y duradera", aseveró Timochenko.
La derrota del Sí fue aún más llamativa dado el enorme apoyo internacional al acuerdo, que fue presentado como un modelo para un mundo sumido en la violencia política y el terrorismo.
Muchos jefes de gobierno, el secretario de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, y el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, estaban presentes cuando Santos y Timochenko firmaron el pacto hace menos de una semana en una elaborada ceremonia llena de emoción.
Ante la incertidumbre, todos los ojos están sobre el antiguo jefe y principal rival de Santos: Álvaro Uribe, el poderoso expresidente que lideró la campaña de bases contra el acuerdo.
Aunque sin la potencia de relaciones públicas del gobierno, un airado Uribe dio voz a millones de colombianos, muchos de ellos víctimas de las FARC como él, indignados por los términos de un acuerdo de 297 páginas que permitía a los líderes rebeldes evitar el paso por prisión si confesaban sus crímenes y les reservaba 10 escaños en el congreso.
Tras conocer los resultados, Uribe pidió "un gran pacto nacional" e insistió en "correctivos" que garanticen el respeto a la constitución, el respeto a la empresa privada y justicia sin impunidad. En declaraciones preparadas desde su rancho a las afueras de Medellín, no concretó si trabajaría con Santos para intentar salvar el acuerdo y reiteró sus ataques contra las FARC, a las que exigió que pongan fin al tráfico de drogas y la extorsión.
En todo caso, reunir a Santos y Uribe podría ser más difícil que conseguir la paz con las FARC. Santos fue ministro de Defensa de Uribe, cuando trabajaron juntos para llevar a las FARC hasta el borde de la jungla, pero hace años que no hablan directamente y han cruzado insultos con frecuencia.
Si bien la inmensa mayoría de los colombianos detestan a las FARC, consideradas como grupo terrorista por Estados Unidos, y muchos vieron el pacto como un insulto a las víctimas del largo conflicto, es improbable que se rompa el cese al fuego.
"Siempre he creído en el sabio consejo chino de buscar oportunidades en cualquier situación. Y aquí tenemos una oportunidad que se nos abre, con la nueva realidad política que se manifestó a través del plebiscito", indicó Santos.