Despreocupado y de buen corazón, Jara es un joven de unos treinta años de edad que está enamorado. Él está encantado con una compañera de trabajo. Jara tiene detalles con ella para expresar su cariño… aunque ni siquiera sabe el nombre de su amada.
El mundo de Jara es simple y un tanto monótono. Él se pasa la vida trabajando por las noches y viendo televisión, cuidando a su sobrino y jugando videojuegos con el pequeño durante el día.
Como guardia de seguridad en el supermercado Gigante, Jara se encarga de vigilar la tienda por medio de cámaras colocadas en todo el local y trata de amenizar su turno escuchando música metálica y resolviendo crucigramas en vez de monitorear constantemente las pantallas.
Es en una de esas pantallas blancas y negro en la que ve por primera vez a Julia. A partir de entonces, el mundo de Jara se revuelve alrededor de ella.
Por medio de las cámaras de Gigante, Jara sigue las acciones de Julia. Claro que observarla por las pantallas después de un tiempo no le resulta suficiente y empieza a seguirla cuando está fuera del trabajo también.
El jugar PlayStation ya no le interesa a Jara, ahora le preocupa hacer ejercicio e investigar dónde vive su amada, si tiene otros pretendientes y, claro, cómo se llama.
Aunque la trama suene como una historia de obsesión que pudiera acabar mal, al ver la cinta uno empieza a conocer a Jara y se da cuenta que tiene buenas intenciones, y sus acciones incluso parecen completamente inocentes.
Al mismo tiempo, junto a Jara, uno va conociendo a Julia y se da cuenta que ella también está sola y que además podría ser compatible con Jara si tan sólo él se atreviera a hablarle. Pero él no se atreve ni a que ella lo vea.
El tono de la película es ligero y cómico, y la audiencia termina queriendo que tenga un final feliz pues es fácil identificarse con alguien como Jara que tiene dudas e inseguridades al estar enamorado.
Ésta, entonces, es una historia de un amor de lejos, pero no en el sentido en que comúnmente se piensa. Es una historia de amor en silencio. Es una historia de amor.
Gigante, del director Adrián Biniez, es una de dos películas que representan a Uruguay en el Festival de Cine Latinoamericano organizado por el Instituto de Cine Estadounidense.
El festival cuenta con 36 películas de toda Latinoamérica e Iberoamérica y continúa hasta el 12 de octubre en el Centro Cultural AFI en Silver Spring, Maryland, cerca a la capital estadounidense.