En Venezuela, los productos básicos aun permanecen en cajas listos para colocarlos y ya las colas son eternas.
“Casi todos los días tengo que hacer cola, me la paso de cola en cola a ver qué se consigue”, aseguró a la Voz de América Marta Peña, quien formaba parte de la fila que, quince minutos antes, se creó en la puerta de una farmacia porque llegó jabón de baño.
Varias personas coincidieron en que actualmente gastan más dinero, no sólo por la elevada inflación, sino porque aunque no lo necesiten un producto de forma inmediata, cuando lo consiguen lo compran por temor a no volver a hallarlo.
Elena Torres es ama de casa y considera que en Venezuela es imposible planificarse porque “antes uno tenía un cronograma hecho, tenía el dinero organizado para una quincena, ahora compro cada vez que encuentro algo y además tengo que ir a varios mercados para conseguir lo que necesito”.
En tres de cuatro supermercados del este de Caracas, visitados el mismo día por la Voz de América, se registró poco movimiento y no había cola. La causa es que no había ningún producto básico a la espera.
Pero en el establecimiento en el que acababa de llegar jabón en polvo, lavaplatos, cloro, azúcar y harina de maíz (utilizada para la preparación de la típica arepa), decenas de personas caminaban apresuradamente tomando todos los productos posibles.
El número de consumidores excedió la capacidad del supermercado y al agotarse los carritos de compra, empezaron a utilizar cajas para ir guardando los productos.
En medio de las colas que se formaban a lo largo de los pasillos, los consumidores se preguntaban entre ellos qué cantidad de cada producto podían llevar y mientras se aglomeraban frente a las cajas registradoras, luego de emitir un suspiro, algunos se quejaban afirmando que “esto es insoportable”.