Venezuela: petróleo de doble filo

El presidente Hugo Chávez desearía ver los precios del crudo estabilizados en al menos $100 el barril.

La propuesta de crear una segunda OPEP es un tiro al pecho de las economías que dependen de la importación de crudo.

La propuesta del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, de crear una organización de “grandes productores” de crudo paralela a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se suma a otras hechas antes por el mandatario para transformar el orden económico mundial, entre ellas la de reemplazar el dólar por una cesta de monedas para el comercio del crudo.

Según Chávez, de la nueva OPEP dependería “el futuro del mundo petróleo” y estaría integrada sólo por cuatro o cinco gigantes productores de hidrocarburos, entre los que mencionó a su aliado Rusia y por supuesto a Venezuela, que ahora cuenta con las mayores reservas probadas de crudo del planeta, estimadas en unos 296.500 millones de barriles.

El anuncio del mandatario venezolano corona meses de presiones por parte de Venezuela para lograr estabilizar los precios del petróleo en al menos $100 dólares el barril y ocurre sólo pocas semanas después de que influyentes miembros de la OPEP, encabezados por Arabia Saudita, decidieron aumentar la producción de crudo para desalentar la subida de precios de los combustibles.

La decisión de Arabia Saudita, --el mayor productor de la OPEP-- , y de otros países como Kuwait, los Emiratos Árabes Unidos y Nigeria, responde a la creciente inquietud entre algunos miembros del cartel por la amenaza de que la recuperación económica global se siga viendo impedida a causa de la desenfrenada subida en los precios del crudo.

En los últimos meses la OPEP, que tiene en sus manos el 40 por ciento del suministro global de petróleo, ha visto agudizarse en su seno la disparidad de opiniones en torno a incrementar la extracción de crudo. De hecho tras la última reunión del grupo en junio, algunos miembros siguiendo el ejemplo de los saudíes apuntalaron unilateralmente sus suministros.

Por un lado, Arabia Saudita y otros países se han declarado alarmados por el negativo impacto que ha tenido el alza del barril de petróleo al elevar los costos de producción y transporte de todo tipo de bienes, incluidos los alimentos, no sólo en perjuicio de las economías industrializadas sino también de naciones en desarrollo obligadas a importar crudo. Del otro, principalmente Venezuela e Irán no dejan de presionar a favor de recortar más la producción con el objetivo de hacer subir los precios.

De acuerdo con el ministro de Energía venezolano, Rafael Ramírez, su país exigirá a los miembros de la OPEP que cumplan las cuotas de bombeo fijadas por el bloque y que rebajen los volúmenes adicionales de crudo que han puesto en el mercado, en un nuevo intento por presionar aún más al alza del precio del petróleo.

De momento, Venezuela informó que espera iniciar en mayo del año entrante la producción conjunta de petróleo en un bloque del oriente del país en asociación con Rusia, que en 2010 alcanzó una producción récord de crudo de más de 505 millones de toneladas, y superó a Arabia Saudita.

Al igual que Rusia, que en el pasado ha utilizado los suministros de petróleo como factor de influencia en Europa, hace pocos días, Jesús Luongo, un alto funcionario de PDVSA, la estatal petrolera venezolana, dijo que por decisión del presidente Chávez, Venezuela no hará más inversiones petroleras en Estados Unidos “por razones políticas”.

Muchos analistas aseguran que Venezuela no tendría otro comprador para el petróleo que vende a EE.UU., alrededor de un millón de barriles diarios. Pero en más de una ocasión Chávez ha amenazado con cortarle los suministros a Washington y aunque de momento no pudiese hacerlo, al menos nunca ha ocultado sus deseos ni tampoco cuáles son sus intenciones.