El impacto del nuevo coronavirus en la economía venezolana será peor de lo pronosticado por el Fondo Monetario Internacional (FMI), valoran expertos consultados por la Voz de América.
El FMI vaticinó en su informe de Perspectivas Económicas Mundiales de abril la contracción de un 5,2 por ciento en las economías de América Latina y el Caribe en 2020.
Venezuela registraría el peor retroceso del Producto Interno Bruto, con un 15 por ciento.
Los analistas, como el economista venezolano Jesús Casique, se atreven, sin embargo, a augurar que el organismo deberá rectificar sus cifras en los próximos meses y su augurio es aún más desalentador.
“Es una cifra muy ortodoxa, conservadora. Va a ser muy superior al 15 por ciento. La CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) estima una caída del PIB para 2020 de 18 por ciento en Venezuela. Pudiéramos llegar a 20 por ciento”, comenta.
Gobiernos de algunos países vecinos ya consideran el regreso progresivo a sus actividades productivas tradicionales tras dos meses de cuarentena por la pandemia.
Venezuela no da signos de querer dar pasos en esa dirección. Todo lo contrario. Nicolás Maduro, presidente en disputa, adelantó la necesidad de “radicalizar” la cuarentena.
Casique, a siete meses del fin de año, ve “prematuro” determinar cuánto demorará la COVID-19 en frenar su paso y su impacto en las economías mundiales y en la venezolana.
El organismo había calculado en enero, antes de la irrupción del nuevo coronavirus en todo el mundo, que la economía de América Latina crecería 1,6 por ciento este año.
El FMI proyectó también que la inflación de Venezuela llegaría a 10 millones por ciento el año pasado. Luego, matizó la cifra a un millón de puntos. Los números oficiales del Parlamento, de mayoría opositora, y del Banco Central fueron notoriamente inferiores.
La del BCV fue de 9.585,5 por ciento y la de la Asamblea Nacional de 7.374,4 por ciento.
“Las de América Latina son economías muy volátiles”, diagnostica Casique.
Alejandro Werner, director del FMI para el hemisferio occidental, dejó la puerta abierta a la posibilidad que menciona Casique en una entrevista, este lunes, con la VOA.
“Es probable que nuestro escenario se quede un poco corto”, advirtió Werner, en referencia a los pronósticos sobre la economía latinoamericana tras la pandemia.
El oficial resumió el comportamiento económico de Venezuela desde 2010 como “una década de retroceso gigantesco”. Lo llamó, además, “un desastre macroeconómico y social que nunca se había visto en la región”.
Según el Fondo Monetario Internacional, Venezuela registró la caída de 70,1 puntos de su Producto Interno Bruto entre los años 2013 y 2019. Ningún país de la región, tal como apuntó Werner, demostró tal comportamiento en la última década.
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“No se debe a la COVID-19”
Casique subraya que Venezuela atraviesa una fase de depresión económica continua desde 2013, el año en que Maduro asumió el poder ejecutivo nacional.
“Es una fase superlativa a la recesión. El último año en que Venezuela creció fue 2013, apenas 1,3 por ciento”, puntualiza.
El escenario antes de la COVID-19 ya era infértil para la economía, comenta. El actual, señala, es “dantesco”, por la conjunción de la pandemia con la hiperinflación.
El alza incontrolada de los precios de bienes y servicios en Venezuela suma 29 meses al hilo. Solo en abril, según cifras del Parlamento, la inflación fue de 80 puntos.
Casique menciona que, además, el tipo de cambio aumentó 126,6 por ciento entre marzo y abril. Tampoco anticipa anuncios que signifiquen correctivos fiscales y monetarios.
“En lugar de apoyar al sector privado con un stand by a pagos del Impuesto Sobre La Renta y de la anticipación del Impuesto al Valor Agregado, que afecta el flujo de caja, el gobierno lo ataca muy duro. No hay flexibilidad, como en el resto de los países”, dice.
Venezuela acumula, además, 20.236,9 millones de dólares en impago de la deuda y su indicador de riesgo es el peor del mundo.
“El venezolano ya lo padece (la contracción del PIB). No se debe al efecto del COVID. El venezolano está completamente descapitalizado”, reitera.
En terapia intensiva
Aldo Contreras, economista de la Universidad Católica del Táchira, anticipa que el FMI corregirá sus proyecciones sobre Venezuela entre junio y agosto de este año.
“Venezuela la tiene aún más difícil que el resto de América Latina. Esa caída del PIB podría estar siendo corregida. Se pudiera estar acentuando un poco más”, indica.
Esgrime con particular énfasis un factor que, a su entender, favorecerá un desplome más marcado del Producto Interno Bruto venezolano: la escasez de gasolina.
“Venezuela tiene una economía donde todo se mueve por vía terrestre y no hay combustible. Esto hace que el PIB siga en caída libre”, describe.
Las constantes fallas eléctricas en el país, dice, también allanarán el camino de una contracción más acentuada este año.
“El PIB es un termómetro de la economía y esa caída como la de Venezuela solo es digna de países que han atravesado catástrofes, tsunamis y guerras”, compara.
El país urge, a su juicio, de una inyección de al menos 50.000 millones de dólares de parte de organismos, como el propio FMI, el Fondo Latinoamericano de Reservas y el Banco Mundial, para aumentar sus reservas internacionales y gestionar inversiones.
Contreras estima que la venezolana es una economía “en terapia intensiva” y con complicadas posibilidades de reanimar, menos en plena pandemia.