Venezuela no ha experimentado aún su tope de casos diarios de COVID-19 y la curva de contagios en sus 23 regiones y la capital está lejos de aplanarse, advierte Mireya Goldwasser, presidenta de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales del país suramericano.
La docente e investigadora de la Universidad Central de Venezuela, con estudios de doctorado en ingeniería química en el Imperial College de Inglaterra, dijo en entrevista con la Voz de América que la evaluación de la enfermedad se dificulta cuando las cifras que aporta el Estado venezolano no resultan confiables.
La Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales proyectó en mayo que habría en Venezuela de 1.000 a 4.000 contagios de COVID-19 entre junio y septiembre. El cálculo les valió amenazas por parte de líderes del chavismo. “Hubiésemos deseado no tener razón”, sostiene.
Goldwasser, de 79 años, dice no tener miedo de hacer su trabajo y aseguró a la VOA que la cifra de contagios está “subiendo y subiendo” por saturación de pruebas fidedignas y por los subregistros de contagios.
VOA: ¿Cuál es su balance académico de lo proyectado en su estudio de mayo y el comportamiento oficial de la pandemia en Venezuela?
Goldwasser: Empezamos a preocuparnos y a hacerle seguimiento [a la pandemia]. Dijimos que trataríamos de sacar algo para asesorar al gobierno en Venezuela y a los entes responsables de mantener la pandemia controlada en Venezuela, para controlarla. Sacamos un documento basándonos en datos de Europa, de América y también los que empezaron a salir en Venezuela. Dijimos que lo enviaríamos al poder ejecutivo y al legislativo.
Al ejecutivo, se lo enviamos a la presidenta [de la comisión] para el control y prevención del COVID, que es la doctora Delcy Rodríguez. También se lo enviamos a la doctora Gabriela Jiménez Rodríguez, que es la ministra de Ciencia y Tecnología, y a Carlos Alvarado, ministro de la Salud. En la parte legislativa, se lo enviamos a [los diputados] Manuela Bolívar, a Marcos Bozo, a José Manuel Olivares y a José Luis Lipa. Dijimos que esperaríamos a que nos respondieran.
VOA: ¿Y obtuvieron respuesta?
Goldwasser: No recibimos ninguna respuesta. Decidimos hacerlo público a través de nuestra página web y las redes sociales. Inmediatamente que lo hicimos público, se hizo viral. Esa misma noche que lo hicimos público recibimos amenazas de que nos iban a aplicar operación ‘tun tun’ [visita del Sebin por parte de Diosdado Cabello, segundo hombre fuerte del chavismo]. Contactamos a la representante en Venezuela de Human Rights Watch, a la representante de la Alta Comisionada de la ONU para Derechos Humanos, a algunas embajadas, a organizaciones defensoras de Derechos Humanos.
Hemos tenido mucho respaldo de instituciones que han dicho: «la Academia tenía razón». Hubiésemos deseado no tener razón.
Afortunadamente, no pasó nada. Todo quedó en una amenaza. No pasó a más. Hemos tenido mucho respaldo de instituciones que han dicho: «la Academia tenía razón». Hubiésemos deseado no tener razón. A lo mejor, si se hubiera tomado en cuenta [el estudio], hubiera sido menos fuerte.
VOA: Ustedes pronosticaron dos escenarios: uno con 1.000 contagios diarios y otro de 4.000. ¿Cuán exactos han sido sus cálculos?
Goldwasser: Ya de 1.000 casos pasó. Todavía, las cifras oficiales siguen sin reflejar el tamaño de la epidemia o de la intensidad de la transmisión. La capacidad diagnóstica que tienen está saturada. Para poder nosotros hacer una predicción correcta de lo que puede pasar, tenemos que tener datos confiables que nos suministre el Estado. No los tenemos. El número de pruebas PCR que se hacen no son suficientes. Se están haciendo alrededor de 2.000 [al día], pero deberían de estar alrededor de 8.000 y 10.000 pruebas diarias, como mínimo.
No solo eso, sino que se habiliten laboratorios, clínicas, hospitales, universidades, que puedan hacer análisis, que no deben durar más de tres días. Una persona que esté en Zulia, otra que esté en el sur. Toman las pruebas cuando tienen los síntomas. Mandan esas pruebas al Instituto Nacional de Higiene, en Caracas, que dura ocho días. El instituto está saturado, porque le llegan más pruebas de las que puede procesar. Duran 15 días para dar respuesta y, a veces, cuando llegan, ya la persona falleció o pasó la cuarentena. Es importantísimo que el número de pruebas que se haga sea el mayor posible y, segundo, la rapidez de hacer esas pruebas.
VOA: Cuéntenos sobre la curva de contagios en Venezuela. ¿Está aplanada, viene en descenso, sigue en aumento?
Goldwasser: Según nuestros cálculos, todavía no se ha llegado al pico de la epidemia. Hay más saturación de los resultados, hay subregistros. Está variando -como se esperaba que variara desde el comienzo- de manera exponencial, subiendo y subiendo. No se nota un descenso, para nada.
También lea “Maduro sigue mintiendo": oposición registra 130 muertes por coronavirus en VenezuelaVOA: ¿Tienen prevista alguna fecha de publicación de la fase dos de su estudio sobre la pandemia en Venezuela?
Goldwasser: La información [oficial] que tenemos no es transparente, no es fidedigna, no es real. ¿En qué podemos basarlo nosotros? En los datos que tenemos, pero esos datos no son los reales. Hay un subregistro. No es que lo están haciendo mal [en el Instituto Nacional de Higiene]. Lo están haciendo bien, pero no pueden ir más rápido de lo que van. Podrían habilitar una serie de laboratorios y darles los suministros para hacer las pruebas, que en cada estado y en cada parroquia haya.
Además, los asintomáticos, como no padecen los síntomas, ellos creen que no tienen la enfermedad y contagian igual. Ese número de asintomáticos puede ser muy elevado. Se necesitan 6.000 ‘rastreadores’ en Venezuela, que van haciendo análisis. Mucha gente no se hace las pruebas porque, aun siendo un falso positivo, te aíslan por 15 días a un mes. La gente prefiere no hacerse el análisis. El 80% de los contagiados podrían quedarse en su casa. No necesitan estar recluidos en hoteles o en el Poliedro de Caracas.
VOA: Ya estamos en septiembre. ¿Qué le espera a Venezuela?
Goldwasser: No hay un descenso. Un día te dice el gobierno que hay poco más de 1.000 [contagios], al otro día te dicen que hay 800 o 900 y pico. Según nuestros datos, no hemos llegado al máximo [de contagios]. Nuestra pandemia arrancó retardada con respecto a otros países. Venezuela tenía cierto aislamiento: no había vuelos, la gente no venía de turismo por la inseguridad. Esas restricciones eran como una cuarentena entre comillas. La gente no salía, no te ibas de viaje, no tenías manera de hacerlo. La pandemia nos llega retrasada con respecto a, por ejemplo, Brasil, Estados Unidos, Europa. No hemos llegado a las condiciones de descenso [de la curva de contagios].
Te juro que no tengo miedo. Nosotros tenemos la razón. Nuestro deber ser es decirlo.
VOA: Como académica, ¿mira el futuro de la pandemia en Venezuela con cierto optimismo o le preocupa?
Goldwasser: Lo evalúo preocupada. Hay que usar métodos científicos para decir qué vamos a hacer para controlar [los contagios]. No están siendo controlados. Esa fórmula de «siete por siete » [siete días de cuarentena radical, siete de flexibilización, decretada por el madurismo] no es una de las mejores soluciones. Hay que ir con base en un estudio científico para permitir la salida de las personas. No puede ser por una manera arbitraria o por el número de cédula. Eso no funciona.
VOA: ¿Qué opina sobre la posibilidad de que haya clases presenciales en las escuelas tan pronto como en octubre en Venezuela?
Goldwasser: Me preocupa. Las condiciones no están dadas para llamar a clases presenciales. Leí un comunicado del presidente Maduro donde decía que las clases empezaban en septiembre, pero por vía digital. Se evita lo de la contaminación, pero en Venezuela tampoco están dadas las condiciones para hacerlas digitalmente. Tenemos muchísimos problemas con el Internet. Hay muchísimas personas que no tienen una computadora, una tablet, o wifi. No están dadas las condiciones todavía.
VOA: ¿Qué consideraciones tiene sobre la vacuna rusa contra la COVID-19 y su muy posible aplicación en venezolanos?
Goldwasser: Existe una metodología establecida [para desarrollar una vacuna]. Los datos en las etapas de la vacuna deben ser publicados y avalados por revistas científicas, que tienen réferis, que digan si los datos son correctos o si son confiables. Nos preocupamos y sacamos un comunicado, porque el presidente Maduro dijo que había 500 venezolanos que se iban a poner la vacuna rusa. Es un riesgo tremendo.
La etapa tres de la vacuna no es conocida y la etapa dos no tiene publicaciones confiables. A lo mejor es una buena vacuna, pero no se están siguiendo el protocolo que se debe seguir para ponerla en el mercado o utilizarla en personas. Se llama a que se haga de una manera correcta.
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Goldwasser: No esperábamos ese tipo de respuesta. Nuestra idea no era causar pánico, ni alarmar a la población. Todo lo contrario, La idea nuestra era asesorarlos a ellos [al gobierno de Maduro] para que las cosas fueran más fáciles. Sí nos asustamos. Nos movimos esa misma noche e inclusive contactamos a academias hermanas de Estados Unidos. De todos recibimos respuestas. Recibimos un gran apoyo. Creo que eso ayudó muchísimo a que no pasara nada. No hemos recibido ni visitas [del Sebin] ni persecuciones. Eso hay que decirlo. Es consecuencia de que actuamos inmediatamente y que tuvimos un respaldo grande.
VOA: ¿Cómo ha sido el trabajo académico, sus estudios, sus pronósticos, luego de esas amenazas? ¿Esto ha afectado el trabajo de la academia de alguna manera?
Goldwasser: Para nada. Nosotros hemos sacado cantidad de pronunciamientos, no solo como la Academia de Ciencias, sino conjuntamente con otras academias de Medicina, de Ingeniería. Hemos seguido estudiando los modelos y estamos pendientes de una fase dos [del estudio de mayo]. Casi está lista. Nuestra idea es hacerlo del conocimiento tanto de la población como de los entes encargados de mantener al país en condiciones satisfactorias de supervivencia. Seguimos haciendo cálculos, seguimos haciendo modelos, seguimos trabajando, como si no estuviéramos en pandemia. Estamos ya bastante avanzados. Sacamos una serie de once lineamientos para el control de la pandemia.