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Lecciones de la evolutiva estrategia electoral de Trump


El presidente Donald Trump, que evitó durante meses el uso de mascarilla, ha empezado a emplearlas en público ante el creciente impacto de la pandemia en el país.
El presidente Donald Trump, que evitó durante meses el uso de mascarilla, ha empezado a emplearlas en público ante el creciente impacto de la pandemia en el país.

Las encuestas no son alentadoras para Trump. Él y sus estrategas están haciendo ajustes para recuperar apoyo. El mandatario se ha vuelto a poner al frente de la campaña contra la pandemia y ahora usa mascarilla. Pero es el posible desarrollo de una vacuna, lo que podría resultar decisivo.

Con diversas encuestas mostrando al presunto nominado demócrata, Joe Biden, a la cabeza de la contienda presidencial a nivel nacional, en estados y entre grupos demográficos claves, el presidente Donald Trump está buscando una estrategia más efectiva para ganar votantes.

Tras semanas insistiendo en la reapertura de la economía, el presidente ahora pareciera estar reconociendo que la pandemia del coronavirus continuará generando titulares durante los últimos cien días de la campaña.

Estas son algunas de las lecciones de la evolutiva estrategia de reelección de Trump.

Reenfocar en la pandemia

Las encuestas indican que la aprobación del público sobre el manejo que Trump ha dado a la pandemia está cayendo a un nuevo mínimo, con solo una tercera parte de los estadounidenses respaldando su enfoque que enfatiza reactivar la economía.

En las últimas dos semanas, el presidente ha regresado a hacer sus apariciones regulares ante los periodistas, poniéndose al frente como el portavoz del manejo de su administración de la pandemia.

El presidente ha cancelado la Convención Nacional Republicana en Jacksonville, debido al creciente brote de COVID-19 en esa ciudad de Florida. Asimismo, ha reconocido que algunas escuelas puedan necesitar retrasar su apertura y ha recomendado a los estadounidenses usar máscaras en público.

Estrategas republicanos dicen que es una admisión de que el presidente tiene pocas opciones más allá de reenfocar su atención en la pandemia.

“Es realmente difícil para una campaña, enfocarse en un mensaje cuando no hay nada más de lo que puedas hablar sino lo que está en las mentes de todos en Estados Unidos”, dijo en una entrevista Chris Wilson, director de la firma WPA Intelligence.

Mantenerse “en el mensaje” es como los políticos tradicionalmente han ayudado a construir apoyo para sus causas, pero Trump ha tenido desde hace mucho tiempo un estilo político bastante más flexible. El pasado lunes insistió en dar por terminados los confinamientos en algunos estados.

“Yo realmente creo que muchos de los gobernadores deberían estar abriendo estados que no están abriendo”, dijo Trump durante una visita a un centro de desarrollo de una vacuna en Carolina del Norte. “Veremos qué pasa con ellos”.

Para el jueves, nuevamente pareció haber retrocedido sobre la severidad de la pandemia.

Sugirió que las elecciones de noviembre deberían ser postergadas para asegurar que los ciudadanos puedan votar en persona, aún cuando la Constitución sólo le permite al Congreso programar la fecha de las elecciones. Líderes legislativos demócratas y republicanos rechazaron la idea y se comprometieron a que las elecciones se realicen tal como están programadas.

Renovar la presión sobre vacunas y tratamientos

Tanto Trump como el vicepresidente Mike Pence visitaron centros de desarrollo de vacunas esta semana mientras la Casa Blanca presionaba en su mensaje de que la nación está cercana a vencer al coronavirus.

Durante una conferencia de prensa sobre el coronavirus, el miércoles, Trump dijo que Estados Unidos va bien encaminado para “producir rápidamente” 100 millones de dosis tan pronto una vacuna sea aprobada “lo cual podría ser muy, muy pronto”. Dijo que unos 500 millones de vacunas estarán listos “poco después”.

Actualmente hay más de 100 grupos científicos alrededor del mundo tratando de desarrollar una vacuna, incluyendo a Pfizer y BioNTech, las cuales ya han iniciado pruebas a gran escala en Estados Unidos. Pero la mayoría de los expertos concuerdan que una vacuna segura y confiable es poco probable que esté lista antes de las elecciones de noviembre.

“Hay progreso en un número de frentes”, dijo William Schaffner, profesor de enfermedades infecciosas de la Universidad de Vanderbilt. “Somos optimistas, pero todo tiene que marchar bien en el desarrollo de una vacuna”.

Mientras una vacuna está en desarrollo, el presidente sigue promoviendo otros tratamientos destinados a reducir la severidad del coronavirus. Esta semana nuevamente promovió la hidroxicloroquina, una droga contra la malaria que Trump y sus aliados han estado promoviendo como un tratamiento para el COVID-19.

Hasta ahora no hay evidencias de que la hidroxicloroquina ayude a prevenir el COVID-19, dijo el excomisionado de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y cofundador del Centro para la Medicina en el Interés Público, Peter Pitts. Sin embargo, Pitts dijo a la Voz de América que estudios recientes han mostrado que podría recortar el tiempo de hospitalización de pacientes con coronavirus con casos severos del virus.

Los analistas dicen que los asesores de Trump ven los mensajes sobre vacunas y tratamientos como la forma más rápida de restablecer la confianza en el presidente.

“El plan es presentar ciertos medicamentos que no son comprobados como tratamientos útiles mientras tienen la vacuna”, dijo a la VOA Larry Sabato, del Centro de Política de la Universidad d Virginia.

Sabato dijo que la falta de evidencias científicas para respaldar la aseveración es intrascendente. “Para los seguidores de Trump, él es la fuente de información”.

Continuar el enfoque de “Ley y Orden” ante las protestas

Con la continuación de las protestas de Black Lives Matter (Las Vidas Negras Importan) en muchas ciudades de Estados Unidos, la gran mayoría de ellas pacíficas, el presidente también ha recrudecido sus ataques en lo que él llama “anarquistas de izquierda radical” y sobre el peligro que ellos supuestamente representan para el país.

“Este derramamiento de sangre debe parar”, ha llegado a decir Trump.

En Portland, funcionarios locales culparon a la presencia de agentes federales por el recrudecimiento de los conflictos con los manifestantes. Tras días de choques, la ciudad logró un acuerdo para el retiro de las tropas federales.

Pero los analistas creen que la batalla más amplia continuará, mientras la campaña de Trump insista en que las ciudades con protestas normales están sumidas en el caos y necesitan un comandante en Jefe de la “ley y el orden”, dijo Omar Wasow, un profesor de políticas raciales y étnicas de la Universidad de Princeton.

“Trump está trabajando en una tradición que hemos visto internacionalmente, de usar los conflictos como una forma de tratar de movilizar a sus seguidores”, dijo Wasow a la VOA, señalando que la campaña de Trump está usando vídeos de las protestas para pintar a su rival, Biden, como blando ante el crimen.

“Claramente, piensan que es un buen tema de campaña para ellos”, opinó Wasow.

Acordar una Estrategia Biden

Tradicionalmente, las campañas presidenciales entran en marcha alta e intensifican sus ataques a sus rivales después de las convenciones republicana y demócrata en agosto, cuando los candidatos se encuentran en el escenario de los debates.

“Biden tiene su cuota de controversias y el ha estado en escena durante mucho tiempo, pero aún no es una imagen clara en la mente de la mayoría de los votantes”, dijo Sabato. “La meta de Trump en los debates y su publicidad, es ensuciar a Biden, hacerlo lucir desagradable, como Trump luce desagradable para millones de personas”.

Por ahora hay dos temas que centran los ataques; que el soñoliento Biden es mentalmente incapaz de ser presidente y que no podrá mantener seguros a los estadounidenses ante el crimen y la anarquía.

Una reciente encuesta encontró que el 52% de los votantes confían en que Biden tiene la capacidad mental y la energía física necesarias para ejercer de presidente, comparado con el 45% con la misma opinión sobre Trump. Sin embargo, más están inclinados a decir que se sienten muy confiados en Trump, un 33%, que en Biden, con un 23%.

“Biden no ha desarrollado el tipo de adulación entre su base que Trump tiene entre sus seguidores. Esto parece ser un rasgo común en la campaña y tiene en parte que ver con que el candidato demócrata no ha estado en la vista de los votantes durante la pandemia”, dijo Patrick Murray, director del Instituto de Encuestas de la Universidad de Monmouth.

“Pero la estrategia del aspirante de 74 años es particularmente arriesgada entre los mayores de edad, un grupo demográfico clave de los seguidores de Trump. Biden le lleva ventaja a Trump entre votantes de 65 años o más, según varias encuestas.

Al mismo tiempo, Trump busca vincular a Biden con elementos más liberales del Partido Demócrata como el movimiento que propone “retirar fondos a la policía”. Biden ha dicho que apoya redirigir ciertos fondos policiales para atender la salud mental de los oficiales o para cambiar el sistema de prisiones, pero ha rechazado tajantemente propuestas más radicales, como la abolición de las fuerzas de seguridad.

La táctica es parte de la “guerra de culturas” de Trump contra lo que el describe como una ofensiva de políticos liberales estadounidenses para lanzar una “inmisericorde campaña para borrar nuestra historia, difamar a nuestros héroes, borrar nuestros valores y adoctrinar a nuestros niños”.

Otra línea de ataque que podría ganar fuerzas más cerca a las elecciones es promover el temor a cómo lucirían unos “Estados Unidos de Biden, Pelosi y Schumer”, dijo a la VOA el estratega republicano de Arizona, Chuck Coughlin, refiriéndose a la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y al líder de la minoría demócrata del Senado, Chuck Schumer.

“El estilo europeo de democracia ha sido históricamente impopular en Estados Unidos y creo que él empezará a comparar cómo una presidencia de Biden cambiaría Estados Unidos para lo peor por siempre, y que él es el único hombre que queda para defender el capitalismo al estilo estadounidense”, dijo Coughlin.

Hacer una campaña de “nosotros contra ellos” en una nación altamente polarizada por ideologías de partidos puede ser una forma muy poderosa para movilizar a nuestras bases, dijo Omar Wasow, de la universidad de Princeton. Pero mientras Trump es habilidoso para manejar políticas identitarias, provocando miedo y orgullo nacional, su base política en el 2020 podría no ser tan grande como para llevarle a la victoria. “Si él no hace algunos esfuerzos conciliatorios con votantes moderados indecisos, hay una posibilidad razonable de que pierda”, observó Wasow.

Los pasados tres meses de disturbios nacionales han mostrado que mucho puede ocurrir de hoy a las elecciones.

“El descubrimiento de una vacuna podría ser la máxima sorpresa de octubre”, dijo Wilson, refiriéndose a la posibilidad de que un desarrollo de último momento pueda influenciar las elecciones del 3 noviembre. “Si el desempleo se reduce a cifras de un dígito, si el Dow Jones se mantiene por arriba de 30.000, todas esas cosas crearían y completamente cambiarían el escenario de lo que estaríamos viendo en el otoño”.

Wilson dijo que cualquiera de esos escenarios puede ocurrir, y probablemente se necesitaría de una combinación de ellos para asegurar una victoria de Trump. “Ese ha sido históricamente el caso con cualquier elección presidencial”.

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