La Asociación Estadounidense de Psicología (APA, en inglés) lleva varios años alertando de una condición médica que cada vez se da en más personas y que tiene que ver con el cambio climático y el temor a sufrir las consecuencias del calentamiento global en la Tierra.
Otro informe recogido en la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, dependiente de los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés), aborda el “miedo crónico al desastre ambiental, que va desde el estrés leve hasta trastornos clínicos como la depresión, la ansiedad, el trastorno postraumático y el suicidio.
¿Qué es la ecoansiedad?
Todo ello se engloba en un nuevo concepto médico, denominado ecoansiedad, y que está preocupando a los expertos en tanto que, según dicen, podría acarrear efectos muy negativos entre la población.
“Es un temor crónico a un cataclismo y ya se presenta con agudeza en personas con ciertas características, generalmente son jóvenes de entre 16 y 25 años”, explica la psicóloga Christina Balinotti acerca de esta dolencia.
“Es muy preocupante”
La APA hizo un estudio en seis universidades para determinar el grado de afectación que tiene el cambio climático entre la población más joven y concluyó que “siete de cada 10 están ansiosos y preocupados por el futuro climático” y que el “39 % de los encuestados dudaban de si tener hijos por esta causa”.
“Esto es muy preocupante”, advertió Ballinotti, que ha publicado ocho libros sobre psicología y familia a lo largo de su carrera.
Antes de que los especialistas en salud mental teorizaran sobre este nuevo concepto, había otro término: la solastalgia. Fue introducida en 2005 por el filósofo australiano Courtney Howard para hablar acerca de la angustia provocada por la acción negativa del ser humano en el medio ambiente.
“Todos tenemos neuronas espejo que nos ayudan a empatizar y a ponernos en el lugar del otro, y que nos ayudan a comprender la realidad. En estos individuos, las hormonas espejo están mucho más activas, de modo que todo lo que pasa alrededor lo absorben y se queda en ellos”, agregaba la experta consultada por VOA.
Los médicos han encontrado que las personas que padecen la ecoansiedad “son altamente sensibles a los pensamientos negativos. Se le conoce como cerebro velcro y uno tiene que trabajar para que nuestro cerebro sea teflón, es decir, para que rechace todo eso”, comenta.
Desde los NIH recalcan que “es esencial diferenciar entre las formas patológicas y adaptativas”. El Manual de la Psicología Climática, elaborado por este organismo, define la “ansiedad climática como una angustia emocional, mental o somática intensificada en respuesta a cambios peligrosos en el sistema climático”, pero sugiere “que prestar atención a lo que está sucediendo es una respuesta más saludable que alejarse en negación o desaprobación”.
Las consecuencias de la ecoansiedad
“La ansiedad climática puede provocar síntomas como ataques de pánico, pérdida de apetito, irritabilidad, debilidad e insomnio. Sin embargo, dada la creciente evidencia sobre el impacto del cambio climático en la salud, los profesionales de psicología podrían preguntar si sus pacientes sienten demasiada ansiedad o si ellos mismos se sienten demasiado pequeños”, recomiendan desde los NIH.
Balinotti considera que “desarrollar activismo ambiental con un grupo de vecinos o de amigos en playas o parques” puede ayudar a afrontar esta condición médica. También “elegir productos con potables que se desintegran con facilidad o hacer una vida que esté de acuerdo con lo que yo pienso” son algunos de los ejemplos que expone la experta en psicología juvenil como medidas efectivas.
¿Cómo combatirla?
La experta cree que los padres pueden jugar un papel esencial a la hora de ayudar a los jóvenes que sufren este tipo de condiciones médicas. “Dar el ejemplo de una vida sostenible puede ayudar a rebajar la ansiedad o la preocupación que puedan tener estos jóvenes”, apunta.
Sin embargo, insiste en que si la situación se agudiza se debe consultar con un especialista en salud mental, especialmente si se tienen síntomas como “ira, ansiedad, tristeza o depresión”.
Una condición que también afecta a otros grupos de población
Además de las afectaciones entre la población joven de entre 18 y 24 años, el organismo sanitario estadounidense pone de manifiesto la necesidad de “centrarse en poblaciones de riesgo, incluidos los niños, ancianos, enfermos crónicos, personas con enfermedades mentales y las personas con problemas de movilidad”, que también serían más propensos a sufrir este tipo de condiciones médicas provocadas a raíz de la ansiedad por el cambio climático.
Pero no esos no son los únicos segmentos de población que corren más riesgos al respecto. “Los grupos socioeconómicos más bajos se ven afectados de manera desproporcionada por el cambio climático debido a las disparidades en la infraestructura y los recursos de salud”, explica el informe de NIH.
En esa línea, “los fenómenos meteorológicos severos también pueden dañar los sistemas de apoyo social y la infraestructura de salud mental, aislando aún más a los más vulnerables”.
Los síntomas
Otra experta, Susan Clayton, señala en la investigación Ansiedad Climática: respuesta psicológica al cambio climático que “la ansiedad, el fatalismo, la desesperanza y el miedo han ido en aumento a nivel mundial”, por lo que, en su opinión, es importante “comprender, medir y tratar la ansiedad climática”.
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