Diez carrozas fúnebres impiden el tránsito libre sobre la primera calle poniente en San Salvador. Las carrozas no se dirigen a una funeraria, están frente al área de especialidades del Hospital Rosales en El Salvador, donde a diario mueren al menos 12 personas positivas o sospechosas de COVID-19.
Una de las carrozas lleva el cuerpo de una mujer de 73 años, quien murió a causa de la enfermedad ocasionada por el coronavirus. Cifras oficiales indican que hasta el 20 de julio hubo 12.582 contagios y 344 muertos por esta causa en el país centroamericano.
Estas cifras y la advertencia de algunos médicos hicieron que el gobierno salvadoreño suspendiera el inicio de la segunda fase del plan de reapertura económica previsto para este martes 21 de julio.
Esto significa que varios sectores, como la industria del plástico, el papel, el cartón, el calzado y el resto de las manufacturas seguirán sin operar.
El doctor Milton Brizuela, presidente del Colegio Médico, dice estar de acuerdo con la medida, pues el país no cuenta aún con las condiciones sanitarias para pasar a la segunda fase.
“Todavía estamos en una fase de ascenso constante (de casos) por lo que consideramos que todavía no era el momento. Las decisiones después de un confinamiento tienen que ser con base en la situación epidemiológica. No se pueden definir fechas”.
El Salvador vivió una cuarentena domiciliar obligatoria que finalizó el 16 de junio con 4.066 casos positivos. Un mes después creció a 12.207.
Brizuela cree que para planear una reapertura económica ordenada y segura se debe evaluar la situación epidemiológica cada dos semanas, lapso que dura el ciclo de la enfermedad. De lo contrario ve imposible controlar el ascenso en la curva de contagios.
Pero no todos creen posible lograr cambios importantes en 15 días. Uno de ellos es el investigador y académico Oscar Picardo, quien considera que, si bien el paro al transporte público disminuirá la velocidad de contagio, el dinamismo más crítico se creó después de que miles de salvadoreños se agolparon en busca de un bono de 300 dólares ofrecido por el gobierno a finales de marzo.
“Tuvimos muchos episodios que aceleraron el contagio. Los fenómenos del bono, la entrega de insumos agrícolas, el caso del asilo Zara (…) Pero también tenemos un importante grupo poblacional que genera contagios comunitarios en los bancos, los supermercados, la tiendas y las farmacias”, expone Picardo.
Economía en caída libre
Al colapso de los hospitales, los salvadoreños deben sumar los efectos del paro a la economía.
El plan de reapertura económica de cinco fases sigue sin pasar de la primera. La fase uno inició el pasado 16 de junio. La fase dos se ha aplazado dos veces.
Carlos Carcach, doctor en econometría y académico de la Escuela Superior de Economía y Negocios, prevé una alarmante caída en las exportaciones, en la producción, en la demanda y en los empleos en El Salvador.
“El efecto a corto plazo, de retrasar la segunda fase, será el desempleo. Las empresas incurrieron en gastos para prepararse para esta fase y ahora va segunda vez que se pospone”, dice.
El académico le apuesta a una reapertura económica con medidas, pues frenar la curva de contagios en 15 días es imposible a su criterio.
A nivel centroamericano, El Salvador tiene la segunda tasa de contagio más baja con 167 por cada 100.000 habitantes. Le sigue Costa Rica con una tasa de 183; Guatemala con 190 y Honduras con 324.
El titular del Ministerio de Salud, Francisco Alabí, insiste en que se apruebe una nueva «cuarentena estricta» de 15 días, de lo contrario el país no podrá aplanar la curva de casos.