La curadora de arte y profesora universitaria cubana, Anamely Ramos González, ha encarado el acoso oficial debido a sus opiniones políticas. Por no estar de acuerdo con la línea de las autoridades comunistas de Cuba -y expresarlo-, fue expulsada de su puesto de profesora universitaria en el Instituto Superior de Arte (ISA), y ha sufrido desde detenciones en unidades policiales hasta violencia física y verbal en actos de repudio organizados por simpatizantes del Gobierno.
Los señalamientos públicos lejos de aislarla, asegura Ramos, le han dejado más solidaridad.
“Te puedo asegurar de que yo no he perdido amigos. Yo he ganado amigos porque al parecer tenía buenos amigos”, dijo en entrevista con la Voz de América desde México, donde cursa un doctorado en Antropología.
Una transformación
En Cuba existe un solo partido político legal, el comunista. Las autoridades de la isla consideran a los disidentes como "mercenarios" al servicio de potencias extranjeras, entre ellas Estados Unidos. En los últimos meses se ha visibilizado más el malestar de sectores de la población, que deben sobrevivir en medio de la severa crisis económica que atraviesa la isla. El gobierno cubano achaca la mayoría de sus problemas al embargo económico que aplica Washington a La Habana desde hace más de 60 años.
Ramos fue expulsada de la universidad dedicada a formar artistas en La Habana, después de ejercer 12 años como docente.
El 27 de noviembre de 2020 fuerzas policiales asaltaron la sede habanera del Movimiento San Isidro (MSI) donde una docena de activistas de derechos humanos, periodistas independientes y artistas permanecían en huelga de hambre pidiendo la liberación del rapero contestatario Denis Solís.
La reacción por parte de artistas de todas las manifestaciones artísticas no tiene precedentes en la historia de Cuba. Decenas de artistas se plantaron frente al Ministerio de Cultura a protestar por los maltratos a sus colegas en el MSI. Las autoridades respondieron con arrestos y varias sesiones de descalificaciones en la televisión nacional.
Al indagar por qué continúa, a pesar de todos los escollos, Ramos González explica a la VOA que tras la confrontación ha experimentado un cambio circunstancial: “Es como si uno se transformara también en buena medida (…) yo siempre tengo la sensación muy profunda de que yo estoy en lo correcto, que al final yo lo estoy haciendo por mí, por un deber y por un sentido de justicia que es legítimo”.
El MSI ha nucleado, alrededor de su principal exponente el artista del performance Luis Manuel Otero Alcántara, a muchos otros artistas y activistas de derechos humanos.
Un empuje inclusivo
Salir de Cuba como parte de sus estudios –que tenía fijados para mediados de año y la pandemia del COVID-19 se lo impidió- no le ha quitado a la también investigadora Anamely Ramos lo que siente como una responsabilidad por los que quedaron detrás.
“Ahora que estoy fuera del país, yo creo que es hasta mayor la ansiedad [por sus compañeros detenidos], mayor la impotencia. Sientes como que las cosas te quedan un poco fuera de control”.
Cuenta, por ejemplo, que a veces ha llevado libros para acompañarse a sí misma en las detenciones. “Yo me trataba simplemente de mantenerme con total ecuanimidad”, expone acerca de los momentos que pasó en calabozos de la isla durante detenciones temporales.
Artistas contestatarios se han unido a algunos artistas más conocidos o promocionados por las instituciones estatales en las exigencias de demandas al gobierno. Esta imbricación ha sido vista con recelo por algunos sectores de la oposición más tradicional en Cuba y el exilio. Para Ramos ha habido un destape, mayor visibilización, propiciado por el acceso a las redes sociales.
“Yo creo que lo principal ha sido que ha habido como un reconocimiento de ambas partes del trabajo que se ve que se hace de un lado o de otro y sobre todo de la de las condiciones reales bajo las cuales se vive en Cuba”, indica.
“No sé si es que la represión ha aumentado o si es que las redes sociales, todo esto de la comunicación más habitual, también la existencia de los medios independientes, de los periódicos, etcétera, ha propiciado que se conozca más”, agrega.
El camino de regreso
Cuando concluya el actual periodo docente en México, la curadora cubana Anamely Ramos deberá enfrentar su entrada a Cuba –que técnicamente no pueden prohibirle por no tener residencia en ningún otro país, pero si le pudieran impedir volver a salir, bajo la circular que argumenta ser “de interés nacional”, como ha ocurrido con otros opositores.
Antes de implementar las regulaciones por la pandemia de coronavirus, el gobierno cubano le había negado la salida del país al menos a 245 residentes nacionales bajo el estatus de “regulados”, como han denunciado organizaciones de derechos humanos.
“En caso de que suceda algún tipo de cosa de ésta no va a ser sin costo para ellos, me voy a encargar de eso esté donde esté. Y sé que hay muchas personas dispuestas a apoyar”, concluyó Ramos González.